De migración, pasión y sinrazón

César Pérez.

El presidente no puede, mediante decreto, ordenar la persecución y sometimiento a la justica de aquellos extranjeros que participen en ocupaciones ilegales de terrenos de propiedad privada o del Estado.

Los temas migración y nacionalismo no solo están al centro de la política de la generalidad de los países más influyentes del mundo, sino que por diversas razones hoy día jalonan el futuro de la humanidad. Este aserto es una constatación objetiva de un fenómeno que cobra amplitud, al tiempo de tornarse tan complejo que nadie hasta el momento puede decir cuál será exactamente su desenlace. Por tanto, en su tratamiento es importante despojarnos de la pasión y la sinrazón, dos actitudes que surgen automáticamente cuanto se tocan esos temas. Cierto es que el tema migratorio tiene una particularidad para nuestro país que no lo identifico en ningún otro y precisamente por eso debemos tratar de abordarlo con estricta objetividad.

 

Y es evidente que esta nos ha faltado en los últimos meses, sobre todo en las últimas semanas y las razones son múltiples. Entre otras, está el hecho de que aquí, el tema migratorio tiene la particularidad de que somos una isla separada políticamente por dos naciones en extremo diferentes. Una con un sostenido proceso de crecimiento económico que dura ya casi seis décadas y la otra una arritmia histórica que en términos económico institucional lleva casi dos siglos con todas las secuelas quede eso se derivan y que nadie en sano juicio lo niega. Pero, si no situamos los temas migratorios y nacionalismo en su justa dimensión, esa diferencia se acentuará con peores consecuencias para nuestro país, porque es el que más tiene que perder.

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