Del 6 de octubre 2019 al 5 de Julio del 2020

Por Juan Carlos Espinal

Las transformaciones revolucionarias de las sociedades en conflicto muestran una movilización social cuyas características más apremiantes representan a los distintos rostros de la histórica alianza libero-conservadora de la burguesía de pos guerra 1962-2000.

Los radicales cambios políticos del siglo 21 mantienen los mismos impulsos que en el siglo 20 permitieron la aparición de nuevos fenómenos sociales.

Esos cambios sociales y políticos fueron el resultado de un modelo económico capitalista cuyo fin último consiste en la expoliación de las riquezas nacionales, el control de los medios de producción y el uso indiscriminado del ejército.

Las constituciones han venido experimentando un constante y pertinaz acoso de parte de grupos económicos de poder en su interés de perpetuar agendas oligárquicas para mantener el actual sistema de explotación.

La cínica idea de la narrativa del crecimiento económico sin desarrollo humano es junto a la libre mercado sin regulación una de las patrañas del estatus quo en su interés de mantener de rodillas a las instituciones.

Las clases medias y los trabajadores en la República Dominicana han sido sometidos a toda clase de abusos y vejamenes que hacen de su existencia una infeliz vida llena de deudas y precariedades a costa de las clases sociales más ricas y poderosas.

En realidad, la democracia representativa es una especie de club élite donde los más poderosos imponen su pensamiento, cultura y forma de ver la sociedad a los demás.

Los procesos revolucionarios en nuestra historia pueden verificarse dentro de un Marco de alta concentración de capitales, altas tasas de desempleo, marginalidad ascendente, desigualdad, aumento de las brechas sociales y ruptura socio política. E

democracia moribunda merece ser desechada para dar paso a nuevas alternativas ciudadanas en el interés de acabar de una vez y para siempre con la reacción. Si el congreso nacional se ha convertido en una retranca para el desarrollo colectivo, es caro y nos cuesta miles de millones de pesos en impuestos pues una manera de resolver la cuestión es cerrando las posibilidades al crimen organizado internacional en la políticas domésticas.

El crimen organizado internacional ha logrado penetrar diversas instancias gubernamentales y de los poderes judicial y legislativo. El aumento desproporcionado del endeudamiento externo explica en gran medida una operación a gran calado para defenestrar las instituciones nacionales, desacreditar los partidos políticos y secuestrar el presupuesto nacional.

Los dominicanos tienen derecho a revolucionarse e ir indefinidamente hacia un estado superior de resistencia social frente al abuso de poder y encargarse de su destino.

Las elites nacionales han perdido el sentido de la orientación, carecen de credibilidad pública y es preciso que nuevos actores irrumpan en la escena para concluir con el actual estado de cosas. Deben marcharse.

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