Democracia amputada en nuestra micro y macro democracia

Por Cándido Mercedes.Los actores políticos en su aura circular generan una democracia empobrecida que permea singularmente la anomia social e institucional, generando una democracia amputada con abismo entre su infraestructura y superestructura.

“Son los esfuerzos constantes del hombre por automodificarse culturalmente los que han configurado la historia humana y el aumento progresivo de la complejidad y sofisticación de las instituciones humanas con el correr de los tiempos”.  (Francis Fukuyama: El Fin del Hombre).La marcha inexorable hacia la construcción de la democracia, como sistema y régimen, ha de situarse como eje principal en la república, lo medular y esencial del interés colectivo y en consecuencia, de la búsqueda cuasi desenfrenada por el bien público. La cruzada nodal de la democracia encuentra su equilibrio con la episteme, que no es más que un saber. Es aquí donde nuestra democracia empobrecida genera el espacio de su falencia, que nos hace retrotraernos constantemente a una tautología más penosa que el perro queriéndose morder su propio rabo.Aquí, la elite política se empinó sobre el empirismo de una praxis política que dibujó un libreto que nadie creyó que iba a ser perenne. Cambia el tiempo, las circunstancias y no logran articular nuevas avenidas, nuevos relatos para que el devenir incontenible, bajo el signo de la libertad del pueblo, no se monte en el carretel, sobre el cuerpo de su historia. Respuestas que no acantonan la sintonía con la sociedad. Es como si su mente quedara petrificada, independientemente del talento que se le concede en el ritual de la opinión.Pero sucede que hoy no hablamos de talento per se como sinónimo de un saber concreto y transformador. Así como conocimiento no es necesariamente competencia, el talento trasciende y logra refrendarse con el comportamiento.Pero sucede que, en gran medida, nuestra democracia amputada, defectuosa, como señala el Informe de Riesgo político en América Latina y el Caribe está mediada y momificada por la calidad de los actores políticos que dibujan y desdibujan el corpus “doctrinario” de la acción política, sesgado por el dejo de los intereses inmediatos y al mismo tiempo, personales y particulares.

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