El ‘apagón ibérico’ cuestiona el modelo energético europeo: «Esto tenía que pasar tarde o temprano»

Por Yarisley Urrutia

El Gobierno español no está satisfecho con las explicaciones del operador nacional de energía eléctrica y abre una investigación pública. Pedro Sánchez apunta a la responsabilidad de las compañías privadas. En conversación con Sputnik, el científico Antonio Turiel señala la «inestabilidad» del sistema energético y una mala praxis.
Apenas 48 horas después de suceder el mayor apagón de la historia en España y Portugal, las únicas certezas atañen al qué, pero no al porqué. Red Eléctrica, el operador nacional, niega que la causa obedezca a un fallo en su propia gestión y descarta la posibilidad de un sabotaje o ataque cibernético.
El director de Operaciones de Red Eléctrica, Eduardo Prieto, describió lo ocurrido como el resultado de «dos desconexiones separadas por un segundo y medio en la región suroeste peninsular que provocaron una caída brusca de la frecuencia». El sistema pudo reabsorber la primera de ellas, no así la segunda, que fue la que produjo su colapso. ¿Qué provocó esas dos desconexiones? Es precisamente lo que se está investigando.

Recordamos que sobre las 12:30 horas del mediodía del 28 de abril, el fluido eléctrico se cortó totalmente durante varias horas en toda la península ibérica y algunas zonas del sur de Francia, producto de la desaparición súbita de 15 GW de la red eléctrica, aproximadamente el 60% de la energía que se estaba consumiendo en esos momentos.

Un día después y luego de concluir una investigación apoyada en datos proporcionados por el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) y del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Red Eléctrica descartó la versión de un ataque externocomo causa de las desconexiones. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, declaró haberse enterado de tales conclusiones «por la prensa». Visiblemente enojado, el alto funcionario ordenó la puesta en marcha de una «comisión técnica e independiente para cerciorarnos o descartar cualquier posibilidad de que haya contribuido un ciberataque a esta situación».
Casi en paralelo, un juez de la Audiencia Nacional, tribunal encargado de investigar los delitos de terrorismo y de crimen organizado en España, ordenó instruir una pesquisa para determinar si el apagón pudo deberse a un acto de sabotaje informático. Según el artículo 573 del Código Penal, tales delitos pueden ser calificados como terrorismo si el fin es atentar contra el funcionamiento de infraestructuras críticas y servicios esenciales, así como desestabilizar el orden constitucional.
Se da la circunstancia de que el juez que ha abierto las diligencias previas, José Luis Calama, es el mismo que está investigando el caso del espionaje a Pedro Sánchez y varios de sus ministros con el programa Pegasus. Este juez ha ordenado al Centro Criptológico Nacional, a Red Eléctrica y a la Policía Nacional informar por escrito de las causas del apagón en un plazo de 10 días.

Sánchez apunta al sector privado

La tensión es palpable entre el Gobierno, Red Eléctrica y las compañías eléctricas privadas. De hecho, Pedro Sánchez sostuvo con ellos una reunión en el Palacio de La Moncloa, su residencia oficial, en la tarde del día 29. Antes, al mediodía, durante una comparecencia ante los medios, Sánchez subrayó su firme intención de «exigir las responsabilidades pertinentes a todos los operadores privados«. Es decir, intuye su implicación en el origen de las causas del apagón.
Los principales operadores privados son compañías como Naturgy, Iberdrola o Endesa. Red Eléctrica cuenta con un 20% de participación accionaria del Estado. Entre el resto de sus accionistas, destacan Amancio Ortega (el dueño de Inditex) con un 5% y el fondo de inversiones estadounidense BlackRock, con un 3%. Red Eléctrica está presidida por Beatriz Corredor, ministra de Vivienda del PSOE entre 2008 y 2010, durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, ahora siendo cuestionada.

Un sistema inestable

El sistema eléctrico español se caracteriza por la elevada contribución de las fuentes renovables en la generación de energía eléctrica. Se trata de la energía fotovoltaica, hidroeléctrica y eólica.
En épocas de condiciones atmosféricas propicias, el precio del MWh verde resulta incluso negativo, por lo que las centrales nucleares y especialmente las de ciclo combinado (que funcionan con gas) prefieren parar antes que quemar energía a un precio más caro. Así ahorran gastos.
Esto hace que estas centrales se mantuvieran en parada fría. Pero es una temeridad, porque así no tienen capacidad de responder [ante un apagón]», explica a Sputnik el físico Antonio Turiel, investigador del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona (ICM-CSIC) y especialista en cuestiones energéticas y de hidrocarburos, que recuerda que el modelo energético español adolece de integración, lo cual crea problemas de «inestabilidad».
«La producción fotovoltaica es inherentemente inestable por el modelo de integración en la red existente. El problema es que cuando se integra energía renovable a la red, necesitas poner sistemas de estabilización. Y no se han puesto, seguramente porque son caros», sentencia.
En una explicación más detallada, Turiel recuerda que los sistemas de generación eléctrica clásicos, «que son rotatorios y llevan turbinas de decenas de toneladas de peso», mantienen la inercia y se adaptan con facilidad a los cambios de demanda en la red.
Pero en el caso de los sistemas de generación de energía fotovoltaica y, en menor medida, los de generación eólica, la característica es su poca flexibilidad. «No son capaces de adaptarse a los cambios que se producen en la demanda de la red. Y eso causa fluctuaciones, y la inestabilidad crece con el tiempo», resume.

¿Qué pudo ocurrir?

Turiel asegura que media hora antes del apagón «ya se detectaba inestabilidad en frecuencia» dentro del sistema.
«Eso tendría que haber servido para activar rápidamente la respuesta de centrales de gas, de ciclo combinado e hidroeléctricas y, al mismo tiempo, ir apagando las centrales fotovoltaicas para evitar que la inestabilidad fuera creciendo», argumenta. Pero las centrales de gas de ciclo combinado y cinco de las siete centrales nucleares estaban apagadas, lo cual significó privarse de una solución.
«Si los sistemas de respaldo hubieran estado preparados, particularmente las centrales de gas de ciclo combinado en parada caliente, se habrían podido encender rápidamente», afirma este científico, seguro de que la media hora transcurrida entre la detección de inestabilidad hasta el apagón, «era un tiempo suficiente para poder reaccionar».

«Lo más probable es que se haya estado operando de manera incorrecta la red eléctrica por un modelo mal pensado de integración de las energías renovables. Porque cuando éstas solo representaban un porcentaje pequeño, el resto de sistemas daban estabilidad a la red. Pero en el momento actual, es una barbaridad tener una producción del 60% al 80% de toda la electricidad basándote en sistemas renovables sin estabilización. Esto tenía que pasar tarde o temprano», lamenta.

Por eso se necesitan unos dispositivos que aseguren la estabilidad del sistema, para establecer una referencia de la tensión y la frecuencia, especialmente cuando el aporte de la energía verde domina la generación eléctrica y hay que integrarla en el sistema.

«Cuando tú instalas energía fotovoltaica para una red de alta tensión, tienes necesariamente que ponerle sistemas de estabilización. Y si no lo haces, pues estás haciendo mal el trabajo. Es como si alguien te vendiera un coche sin frenos», ejemplifica Turiel.

La normativa vigente al respecto data de 2022, pero no se termina de cumplir. Tal vez quepa interpretar en este sentido el señalamiento de Sánchez a las compañías eléctricas privadas. «Creo que las va a obligar a que se adapten a la normativa actual», estima.

Un problema también europeo

Pese a la elevada contribución de la energía renovable en el sistema, España cubre hasta el 40% de sus necesidades de consumo eléctrico mediante las plantas de gas de ciclo combinado. Con matices, es una situación análoga a la que se da en la UE.
Aunque el predominio en la UE de la energía eólica hace que esa inestabilidad no sea tan grande como en España, no obstante también experimenta problemas de estabilidad en sus sistemas y necesitan del gas. Tanto es así que Turiel avisó hace unos años en su blog personal de la posibilidad de un «gran apagón» en la UE. Y en enero, anticipó el de España.
En esta situación, es paradójica la desconexión de la red eléctrica rusa y bielorrusa, tras años de preparación, completada en febrero por los países bálticos en aras de «mayor fiabilidad» e «independencia energética». Aparte de un mayor precio, ahora afrontarán el problema de la estabilidad del sistema.
«Es un tema diferente», indica Turiel. El modelo energético de la UE se caracteriza también por la inestabilidad, tras su gran apuesta por la energía fotovoltaica y eólica sin una regulación que atienda los sistemas de estabilización. Y el gas como factor de estabilización es caro.
Las voces en favor de la energía nuclear en estas circunstancias quedaron atenuadas, también bajo la crítica del propio Pedro Sánchez, al referirse a ella como «parte del problema y no de la solución». Durante la recuperación del fluido eléctrico, una parte importante tuvo que derivarse a las centrales para mantener la estabilidad de sus núcleos atómicos y evitar un desastre nuclear.

«La energía nuclear es inflexible», afirma Turiel. «Cuando empieza a caer todo el flujo de energía fotovoltaica, cae también la nuclear, porque no se adapta. De hecho, tenemos todos los reactores nucleares en parada de emergencia y no están pudiendo volver a la red. Ahora mismo no se está generando nada de energía nuclear», concluye.

SPUTNIK

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