El inmovilismo político como herramienta de selección.

Juan Carlos Espinal.

-La cultura de la cancelación es bien conocida por los participantes en los debates políticos, las asambleas pre establecidas y los Congresos a control remoto.

-Hasta hace poco, el fenómeno de las reservas de candidaturas, la manipulación de encuestas, los fraudes electorales, el financiamiento privado solapado determinó la división del PRSC, PRD y PLD haciéndolos desaparecer.

-Así se impuso los límites de quién y quién debía ser boicoteado o premiado, es decir, cancelado o beneficiado en todos los casos posibles, qué sigue siendo algo «correcto y bueno» para esos grupos económicos y políticos.

-Quién logra entrar en el círculo de «personas con perfil adecuado», tienen derecho a ser candidat@s, acceso a los correspondientes beneficios intelectuales, atención pública y respeto personal.

-Son precisamente los vinculados a los privilegios repartidos por las élites corrompidas.

-Aquí es donde la cultura de la cancelación democrática no es tan nueva y no nos sorprende.

La cultura de la cancelación de derechos fundamentales como fenómeno surge durante el período de las llamadas guerras propagandísticas por alcanzar riquezas, notoriedad o espacios, propios, principalmente entre quienes en el mundo del marketing confunden el Colectivo con su patrimonio.

-Lo que se escribe hoy en los periódicos de la burguesía y en editoriales a control remoto, y lo que se seguirá escribiendo en el futuro será dirigido hacia la cultura de la discriminación selectiva.

-Resulta ser que la conculcación de derechos humanos no sólo es una moda contra cultura o una moda pasajera, sino que entre las élites de los partidos adquirió una escala formativa y rápidamente se tecnificó.

-Si al principio los partidos políticos de la democracia representativa 1966-2024 estaban sujetos a la abolición de los derechos ciudadanos individuales que no estaban orientados en el tiempo, ahora están sujetos a la abolición de la participación en favor de sus intereses de clase, sus representantes políticos, su historia de unilateralismo.

-Mientras que antes hablábamos en asambleas de democracia y corrientes ideológicas que, por diversas razones, no estaban dispuestos a bailar al son de sus intereses de las clases privilegiadas, ahora las élites neoliberales de los partidos exigen no sólo la docilidad a su ilegitimidad y el regreso a las filas de las asambleas sin chistar, sino que arriba de eso a las militancias orgánicas les exigen lealtad.

Por ejemplo, las encuestas manipuladas aprobadas por las Direcciónes políticas de los diferentes partidos, no se limitó a nombrar un determinado “perfil político», que de manera indirecta se oponga a “la participación”, es decir, al voto secreto y directo en urna.

-Los propagandistas del estatus quo afirman calladamente que todo lo que se considera democrático participativo no formará parte de los privilegios reservados a unos cuantos frente a otros, sino que está sujeto a expropiación de derechos a favor de las élites, y ellos encontrarán cómo disponer «correctamente» de los demás, repartiendo.

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