El invaluable apoyo moral de Argentina a República Dominicana en la intervención militar del 13 de mayo de 1916
Valentín Pérez
La intervención norteamericana en suelo dominicano que inició el 13 de mayo de 1916 y culminó el 27 de diciembre de 1924, tuvo un impacto psicoemocional para los dominicanos que resquebrajó su orgullo y le desmoralizó a tal punto, que la tristeza y desesperanza se percibía hasta en la forma de caminar, actuar y pensar.
No ver izada la bandera tricolor, y en vez de esta, ver ondear la bandera norteamericana en la fortaleza Ozama, representó un duro golpe que penetró hasta la médula ósea y sembró el dolor y el desprecio que pasó de generación en generación.
En el año 1920, aconteció un suceso en el que el “buque 9 de julio de la Armada de Argentina”, quedó plasmado en nuestra historia y pensamiento y será recordado por siempre, por lo que representó en el plano emocional, y nos hizo sentir libre, aunque fuese por pocos minutos.
Reseña el joven historiador, Dayvi López, en su obra titulada “Historia Político Militar entre Argentina y la República Dominicana”, que el 13 de enero de 1920, se encontraba en aguas nacionales, el navío 9 de julio y el capitán a cargo consultó a su supervisor inmediato, sobre qué bandera debía saludar, el de las fuerzas de ocupación o la dominicana, las autoridades del ministerio argentino no supieron que respuesta dar y decidieron comunicarse directamente con el presidente de facto, Hipólito Yrigoyen, y la orden dada fue muy clara: cito, “ Id y saludad al pabellón dominicano, en reconocimiento a su independencia y soberanía.”
El navío argentino, ignoró la bandera norteamericana, y prefirió ondear la dominicana, desafiando al imperio, y levantado la moral y la esperanza al pueblo dominicano, aunque fuese por un tiempo efímero. Las reacciones no se hicieron esperar y un puñado de dominicanos corrió a cocer grandes trozos de la “bandera dominicana” y la izaron en la torre de la Fortaleza Ozama. El navío 9 de julio, respondió con una salva de 21 cañonazos y el pueblo se lanzó a las calles, desobedeciendo las imposiciones Yankis y disfrutando su corto periodo de libertad.
Los dominicanos aplaudieron la acción del presidente Yrigoyen y se convertiría en un símbolo de admiración y respeto. La acción provocó que Washington, escribiera a Santo Domingo y mediante la orden 385, dispuso levantar las disposiciones que oprimían a los dominicanos e impedían la libertad de expresión oral y escrita.
Luego, el 6 de septiembre de 1930, Yrigoyen fue derrocado, e inició en Argentina la llamada época infame, que comenzó en el citado año y finalizó el 4 de junio de 1943 con el golpe de Estado militar que derrocó al presidente conservador Ramón Castillo.