El juego cambió
Por Juan Carlos Espinal.
Distintos motivos sociales, políticos y económicos han llevado a los países occidentales a subrayar el carácter revolucionario del multiculturalismo, la desdolarizacion, el orden multipolar ascendente y el pos capitalismo.
Los países occidentales del mundo desarrollado han dejado en el limbo la geopolítica del multilateralismo sin inventar en la idea de los mercados solidarios en bloques hemisféricos.
En el siglo 21, la teoría del mundo multipolar no es más que una generalización actualizada de la experiencia de la Revolución francesa modificada luego por las revoluciones de Rusia y China.
En COVID-19, el unilateralismo occidental ha sido sepultado por los movimientos sociales alter mundistas basados en la amplia participaciones de bloques sociales, políticos y económicos en expansión.
El multilateralismo ha demostrado su capacidad para organizar las democracias participativas y estructurar las constituciones de tal modo que crean nuevas instituciones de orden político.
La baja contribución de países desarrollados como Estados Unidos demostró que la función política de los estados de excepción deslegitima la lucha contra la expansión geográfica de la pandemia.
Lo que es más, la eficacia y estabilidad de los sistemas políticos depende de la manera en que se establece la legitimidad democrática.
La fuerza del multilateralismo proviene de la contribución científico- tecnológica, de la primacía de un política global multilateral y la importancia de un estado de derecho.
En América Latina y el Caribe los gobiernos están siendo derribados por insurrecciones de la clase media urbana después de estos iniciar una cantidad de contra reformas económicas.
En COVID-19, Las restricciones a las libertades publicas, la hiper corrupción, la aplicación de medidas de austeridad, la militarización de las sociedades y el colapso de las economías aceleró los niveles de insatisfacción popular.
Los programas sociales que satisfacen las exigencias de las clases medias no hacen sino que ser recortados aumentando el extremismo de esa clase.
Para la clase media, la respuesta adecuada al confinamiento es la represión, no la reforma.
Las medidas restrictivas contribuyen en importante proporción al mantenimiento de la ingobernabilidad del orden político.
Las acciones gubernamentales destinadas a limitar el desarrollo de la participación reducen la influencia de las instituciones nacionales destinadas a beneficiar a la población.
Inclusive pueden intensificar los sentimientos de culpabilidad latentes que a menudo acentúa las tendencias negativas de las FFAA y la PN.
A medida que el descontento social adquiere opinión pública las contra reformas estimulan la agitación.
En América Latina y el Caribe, los golpes de estado han seguido pautas similares.
El ininterrumpido esquema de gobierno oligárquico ha sido enfrentado por esfuerzos para derribar los gobiernos neoliberales de Chile y Colombia, por ejemplo.
Estados Unidos ha perdido conciencia de las reformas sociales y políticas que requería su constitución facilitando la división del sistema de partidos políticos tradicionales y sumiendo a esa nación en un permanente estado de ingobernabilidad.
El desplazamiento de la OTAN en Europa debilita las posiciones de Estados Unidos en Crimea.
El contrato Nord Stream 2 de gas ruso a Europa amplia la influencia rusa en Alemania.
La irrupción de China como primera potencia económica mundial, el despliegue geo estratégico y militar de Rusia en Siria desplaza al G7 en Medio Oriente y obliga a las potencias europeas como Francia e Italia a pactar con Irán.
En la construcción de una nueva arquitectura global el auge de la diplomacia consolida el multilateralismo desatando un retorno hacia las políticas de Bien Común.
Con pocas excepciones, tales como la falta de acceso a medicinas, PCR, insumos médicos, alimentación, el unilateralismo gira hacia el más rancio conservadurismo convirtiéndose en un obstáculo de las políticas más solidarias.
En la mayoría de los países de Asia, Africa y América Latina la vacunación pos COVID-19 tiene que superar tremendos obstáculos políticos y sociales.
Las diferencias que separan a ricos y pobres de las élites y la clase media tradicional confirman la incompatibilidad de una solucion gradual a la crisis sanitaria.
Esta incongruencia del sistema capitalista no resulta sorprendente.
A lo largo de la historia las multinacionales encontraron que la sociedad Dominicana era más atractiva que su sistema político.
Puede que para la globalización neoliberal y los gobiernos tradicionales el sistema de partidos políticos y sus instituciones nada signifiquen.
Qué Dios nos proteja.