El “oficio del político”

Por Antonio Taveras Hernández. El poder es el gran seductor de los hombres (y las mujeres) y es como un fuego que poco a poco lo consume, sobre todo a quien ejerce el oficio del político y persigue y obtiene el poder como un fin en sí mismo, para buscar riquezas ambicionadas y para alimentar los grandes enemigos íntimos de los hombres: los egos.

Estoy convencido de las fuerzas de las ideas y de los valores democráticos y progresistas. Por eso me esfuerzo para que las ideas y los valores en los que creo se concreticen en acciones que ayuden a transformar de manera positiva la vida de la gente. Es esta la función esencial de la actividad política. El Senado es el ágora desde donde me toca ejercer “el oficio del Político”.

La vida política conlleva grandes sacrificios. A veces es muy desgastante e ingrata. Sobre todo, cuando estamos en ella por un real compromiso con el país. Pero es este mismo compromiso la clave para no caer vencido ni frustrado. La clave para que aquellos que no procuramos incentivos materiales o pecuniarios, o siquiera la comprensión o agradecimiento de la gente, sigamos adelante.

La necesidad de trascender, de aportar para la construcción de un mundo mejor, más humano y solidario, de organizar a nuestro país en base a instituciones fuertes y democráticas, que aseguren los derechos a todos los dominicanos y permitan disminuir o acabar con la pobreza y nuestra vergonzosa desigualdad. Cumplir con la obligación del presente, de legarle a los que “vienen luego de nosotros” un país y una tierra más sana y en condiciones más dignas, es lo que en términos personales me proporciona el incentivo para participar de la política militante.

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