Episodios son un duro golpe a la confianza en PN

 

 

 

LD. Durante los últimos meses, el viejo temor a una policía represiva y violenta que ha padecido décadas de ceguera, a causa de la sombría idea de considerar adversarios a los ciudadanos que pagan para que les proteja, ha vuelto a resurgir en la población.

Cuando la gente decente, laboriosa y pacífica celebraba con ilusión el avance hacia mejores momentos de convivencia social, de repente le sacude una ola de abusos, maltratos, palizas y muertes de ciudadanos, a plena calle y en cuarteles, a manos de policías.

Para más decepción, todo esto se derrumba sobre los planes de reforma policial, carcomiendo parte del trabajo y empeño del general Eduardo Alberto Then, que se ha desvelado por alcanzar esa transformación.

Las últimas desgracias ocasionadas por la violencia policial está ensombreciendo, en escala, el esfuerzo del gobierno del presidente Luis Abinader de lograr una sólida convivencia entre ese cuerpo y la ciudadanía.

Para referencias más recientes, basta recordar la violencia de policías de la Digesett contra el Defensor del Pueblo, Pablo Olloa, y periodistas de Listín Diario y CDN en el Canódromo El Coco, y la muerte de los jóvenes José Gregorio Custodio y David de los Santos, ambos bajo custodia policial en los destacamentos de San José de Ocoa y del Ensanche Naco, en Santo Domingo, respectivamente.

Otro caso, el de Richard Báez, fallecido en Santiago, después de caer en manos de la Policía, cae, por el momento, bajo presunción y sospecha de ser parte de esta espantosa historia de horror.

Como efecto de estos episodios, la imagen del Gobierno sufrió un duro revés cuando el pasado 19 de abril la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) condenó este hecho, considerándolo como “trabas al ejercicio periodístico” y “un daño al clima de libertades”.

Irónicamente, de entre todos estos sucesos sale a flote un detalle clave que hasta ahora no ha relucido. Si bien los perjudicados directos de estos trances son los ciudadanos, un daño severo ha alcanzado también al general Alberto Then.

Por aquí anda el asunto. Then prometió el 19 de octubre de 2021, tras haber jurado como titular del ente policial, que uniría en fraternidad a policía y comunidad.

Tan confiado estaba este general francomacorisano, de 63 años, que fijó una fecha bastante atrevida para lograr ese propósito.

Aun así, se arriesgó, mientras la fuerza brutal bajo uniforme, armas de fuego y garrote, socavaban a distancia los propósitos de este buen oficial.

Esto fue lo que dijo Then aquel martes, 19 de octubre de 2021: “Si en seis meses los policías no son hermanos de cada ciudadano, entonces estaríamos fallando esta gran comisión dirigida por el señor ministro (Jesús -Chu- Vázquez), y yo habría fracasado…”

Y así, firme y risueño, como si tratara alentar para que no se echara al olvido lo que había prometido, sugirió a los periodistas: “Anótenlo”.

Como desgracia, los hechos de brutalidad policial han forzado a un giro inesperado para este oficial, porque 172 días después de aquella emotiva proclama, los sentimientos de la gente sobre el cuerpo de policía son turbadores, situándole lejos de esa “hermandad” que el general pretendía conseguir en las próximas dos semanas.

El jueves 19 de este mes se cumple ese plazo de seis meses. Preguntar a los ciudadanos ese día si sienten hermandad con la policía sería aún más arriesgado.

Hay desconfianza en cualquier lugar de las comunidades y esta tanda de atropellos y muertes no han hecho más que arruinar los pronósticos del general Then.

Algo extrañó parece estar ocurriendo dentro de la institución. Hay una combinación de sucesos con iguales patrones e idénticos escenarios de ejecución.

En ese cuerpo no todos están conformes con la empresa de reforma que tanto motiva y empuja Then junto a agencias de seguridad e instituciones del Gobierno.

Desde su encargo a la dirección de la Policía, este general empezó a “tumbar “muchos negocios oscuros y cadenas de mafias y grupos ligados a narcos y otras especies de gestores criminales. Para esos grupos, la reforma policial es una maldición y el general Then un demonio.

Esto no es ya un secreto. Este general asumió la dirección de la Policía Nacional el 19 de octubre de 2021. A este día, a dos semanas para cumplir sus primeros seis meses de gestión.

Fue Then, un oficial con una atractiva carrera policial de 39 años, el hombre clave escogido para conducir la compleja misión de transformar a ese cuerpo policial, mediante un profundo plan de reforma que pocos han tenido dudas sobre el montón de obstáculos y peligros con los que tropezará en el camino.

Then, una vez retirado arbitrariamente de su propio hogar policial   y luego restituido por la justicia, escaló  de entre un componente de 38, 416 miembros que ganan de pago más de 804 millones de pesos mensual, incluido su salario de RD$100.939.05.

No llegó al más alto escalón del mando de la Policía con lápiz y cuartilla a aprender lecciones en una escuela extraña para él, porque ya bien que la conocía de “a puntitas”

Allí inició su carrera a los 24 años, y a sus 26 ya ostentaba el rango de segundo teniente, siguiendo una línea de crecimiento profesional y humano que le ha permitido identificar lo sano y enfermo en una Policía a la que quiere rescatar de su nebuloso pasado.

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