Erosión democrática en las decisiones legislativas

Cándido Mercedes.

La erosión de la democracia por el Senado exacerba el protagonismo de una casta política que se mueve a sus anchas sin límites y sin control, ni sanción.

“… la democracia representativa mantiene a los líderes pegados al suelo. Les concede la autoridad necesaria para gobernar, pero también los pone a prueba, se burla de ellos, hace bromas a su costa y amenaza a los que no cumplen con la pérdida de sus cargos. Proporciona a los ciudadanos una forma de desechar a los malos líderes que dicen mentiras, engañan, prevarican, prometen milagros o actúan como demagogos….”. (Thomas Jefferson).

Una ola planetaria se cierne sobre los políticos, los partidos y las instituciones. Las causas, en gran medida, han venido derivando en como los actores políticos que gravitaron en el concierto amplio de la democracia, no le han dado sentido a esta como respuesta a sus condiciones materiales de existencia y al aumento de la desigualdad y el grado potencial de conflictividad a través de la polarización política. Los efectos de hecatombe ya se advierten: cruzada volcánica de populismo de toda laya e ideología.

Existe un inconmensurable descontento con las instituciones políticas, que lejos de aligerar, de mitigar y neutralizar los elementos catalizadores que reproducen la desigualdad, la otean de manera sempiterna en la violencia institucional, palmaria. Esto es, como desde la dirección máxima del estado se toman decisiones que agrietan y amplían la inequidad que acogota y lacera, sobre todo a América Latina y el Caribe.

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