‘Frente a la vida’: Cuentos de Nicanor de la Rosa
Julio Cuevas
Aquí los personajes se enfrentan a la vida; pero también la vida los enfrenta.
El sur no sólo es turismo y sol y tabardillos. El sur, nuestro sur, es también creatividad y cultura, representadas en un armazón de libros y publicaciones informales que sirven de fuente a nuestro inagotable acerco artístico, literario y cultural.
De esa cantera de autores que tenemos, hoy, les presento otro narrador y poeta representante de muestra región, se trata del Sanjuanero, Nicanor de la Rosa (1951) y su libro de cuentos, «Frente a la vida» (2024).
La edición de este libro fue a cargo de la Fundación Literaria «Aníbal Montaño» (FLAM), con una extensa experincia, como editorial independiente, a cargo de los esposos escritores, Ramón Mesa, quien diseñó la portada e Ysabel Florentino. Quien corrigió el texto y escribió el prólogo. La diagramación y el arte final, fue a cargo de René Arias de Flam editores. La impresión fue realizada en Impresora Soto Castillo, Santo Domingo Este. R.D.
En estos veinte (20) cuentos, los andares y desandares del sujeto, constituyen el motivo temático para un decir que se llena de pesares y melancolía, cuando… al levantar la mirada, descubrimos que el tiempo ha pasado sumergido en la nostalgia de la fanfarria, el alcohol, los vicios y la vida en los prostíbulos.
Es este el narrar de las angustias y tormento abierto del hombre o del ser humano, descarriado en su ceguera material y espiritual, alejado del sentimiento y amor a los otros.
La vida y sus entuertos, es parte esencial en el narrar de este poeta que procura dejarnos su testimonio de un recuerdo o una memoria que le pertenece, como parte de las vivencias de su tiempo ficcional.
Aquí los personajes se enfrentan a la vida; pero también la vida los enfrenta, desde la travesía del dolor y los desatinos de quien ya no alinear sus discurrir por estos senderos.
Aquí, el poeta se une al narrador, para hacer de la memoria su habitad de ensueños, y decirnos sus pesares, como manifestación de lo que mira y vive, desde la poeticidad de su contar la historia.
A veces, creo que es la historia quien le cuenta al poeta y narrador y nos cuenta a nosotros sobre sus viejos andares, hoy cargagos de melancolía y pesadumbre.
La narración se entremezcla con la ficción y lo tangible, entre el malditaje del mal vivir y la esperanza que se anida en cada uno de los personajes que interactúan en estos cuentos.
El ensueño de la maternidad es tratado en estas narraciones, como una fase imprescindible del existir, aunque la locura o la pérdida de una lógica inmediata, permita construir aquel diálogo transfigurado y subjetivo, entre la mamá y el niño que lleva en su vientre, como pasa en el cuento «La mujer y el niño», págs. 19/21, del libro de cuentos, ya citado.
En estas narraciones, los personajes se constituyen en sujetos testigos y participativos en los espacios accionales de cada cuento, como quien se autonarra su propio vivir, y, a su vez, nos hace partícipes de su transcurrir cotidiano.
Aquí el lector también se integra a la escena, no sólo la asimila, porque también la hace suya y convirtiendo el ambiente, en un panorama que traslimita la intimidad contextual, desde la tensión sentida en esta narratividad ascendente.
La vida y la muerte, son aquí dos indescifrables panoramas de la existencia, donde duda y realidad funcionan en un mismo orden filosófico y existencial.
La muerte aquí…es más espiritual que material. El sujeto-autor la asume aquí, como una coordenada indetenible e insalvable que viene atada al destino mismo del sujeto y la proyecta como parte de su armazón temático.
Otro de los puntos que hay que resaltar en esta narrativa, es su confluencia cultural, con las creencias mágico-religiosas, constituyendo un punto de referencia en el Ideal de propugnar por recoger nuestras identidades, como región y como marco geográfico, integral, para darle sentido a su narrativa, a partir de lo que somos, como pueblo, desde nuestro creer y nuestro pensar.
En esta obra, hay un tratamiento narrativo, centrado en una antropología cultural del narrar, para hacer de los personajes y sus hechos, la referencia simbólica de lo que somos, como Sur, expresado como referente, más allá de Palma Sola…pero muy cerca del imborrable y mítico, Olivorio Mateo.
Este es un narrar basado en nosotros mismos, en nuestra realidad de raíz y tabardillos, recogido desde un discurso narrativo fraguado en la melancolía.