Honduras: elecciones presidenciales y el desafío de consolidar los cambios
Por Sigfrido Reyes
En el panorama político latinoamericano de los años recientes destaca la gestión de la Presidenta Xiomara Castro, la primera mujer presidenta de Honduras. A apenas unos cuantos meses del final de su gobierno los logros están a la vista. Honduras, un país que después del golpe de Estado contra el Presidente Manuel Zelaya Rosales en Junio de 2009 se vio arrastrado a una espiral de represión, fraudes electorales, corrupción, narco-gobierno y retrocesos en el ámbito social, por más de una década, retomó su camino hacia la democracia, la justicia social, el desarrollo incluyente y la soberanía nacional, con la llegada de Xiomara Castro al Gobierno, en Enero del año 2022, tras la contundente victoria electoral de su partido Libertad y Refundación LIBRE.
Es imposible comentar los avances en el proceso de transformación democrática y popular de Honduras bajo el gobierno de la Presidenta Xiomara Castro sin hacer un ejercicio de memoria histórica. La victoria electoral no fue fácil. Hubo que superar obstáculos que parecían irremontables. La derecha hondureña, radicalizada en la coyuntura del Golpe de Estado y en los años que le siguieron, recurrió, con el nada oculto apoyo de varios gobiernos de los Estados Unidos, a todas las estrategias posibles para impedir que en el futuro un proyecto de izquierda, anti-neoliberal, soberanista y transformador, con marcados rasgos anti-imperialistas, volviese a dirigir los destinos de esta nación centroamericana. La resistencia popular se alzó con valentía frente a los golpistas y sus patrocinadores de todo tipo, y por años tuvo que pagar un altísimo precio por defender los derechos del pueblo hondureño y exigir el retorno a la democracia y a la constitucionalidad. La represión de los golpistas y sus herederos políticos contra la resistencia popular cobró la vida de incontables patriotas; centenares sufrieron la cárcel, las torturas, los ataques de todo tipo a su integridad. Numerosos dirigentes políticos y sociales tuvieron que exiliarse ante la persecución, mientras que el Presidente Zelaya era desterrado en dos ocasiones por los golpistas. El libro “El Golpe 28J. Conspiración Transnacional. Un Crimen en la Impunidad”, escrito por Manuel Zelaya y Rixi Moncada, ilustra con lujo de detalles toda esa cadena de atropellos al pueblo hondureño y a sus líderes democráticos.
Hoy Honduras se ha transformado. Atrás quedó ese período oscuro y sangriento que se abrió con el golpe de Estado del 2009. La lista de logros es impresionante, particularmente si tomamos en cuenta el desastre en que dejó al país el innombrable JOH, hoy encarcelado y condenado por los mismos que le avalaron el grotesco fraude electoral de Noviembre 2017. Honduras, con la Presidenta Xiomara Castro a la cabeza, retomó la ruta del crecimiento económico y el desarrollo humano. Se recuperó la inversión social, se promovió la creación de empleos y se apoyó a los sectores más vulnerables. Resultado de ello la pobreza general se redujo en casi 12 puntos porcentuales desde el inicio del período presidencial hasta finales del año 2024, mientras la pobreza extrema bajaba en más de 13 puntos. La misma CEPAL ha destacado el impresionante crecimiento en Honduras de la inversión en la gente y en la infraestructura de apoyo a la producción. La inversión pública, que alcanza niveles históricos, se ha traducido en mejores carreteras y caminos rurales, nuevos hospitales y más espacios deportivos.
En materia de educación y alfabetización los avances son inobjetables. Alrededor de 250 municipios en todo el país fueron declarados “libres de analfabetismo”, con más de 370 mil personas alfabetizadas. Se ha garantizado el acceso gratuito a la educación a 1.2 millones de estudiantes, con sus respectivas meriendas escolares, y se han construido o remodelado centenares de escuelas. Los hogares hondureños de menores ingresos han sido beneficiados con medidas de gobierno, como el subsidio del 100% en su factura eléctrica y la reducción del precio de los medicamentos, entre otras.
La lista de los logros que ha alcanzado el país podría extenderse por varias páginas más. Pero lo más significativo a destacar es que Honduras recuperó no sólo la democracia, la transparencia, el Estado de derecho y su soberanía como nación, sino también la capacidad de definir su propio futuro, con la gente más humilde como actora de las transformaciones sociales y políticas. Por ello resulta crucial el resultado de las elecciones generales programadas para el 30 de noviembre próximo. Vista desde la distancia, lo que se juega en Honduras no es poca cosa. De nuevo se enfrentan dos proyectos antagónicos, dos propuestas políticas irreconciliables: el pasado de corrupción y saqueo del país, de negación de los derechos esenciales del pueblo hondureño, por un lado, y, por el otro, continuar por la ruta que ha iniciado la Presidenta Xiomara Castro y su movimiento político, y con ello consolidar y profundizar la refundación del país. Lo ha señalado de manera muy clara la Presidenta Castro: “Honduras no puede detener el progreso, eso sería negarle a hondureñas y hondureños sus derechos”.
Rixi Moncada, la candidata de LIBRE para suceder a Xiomara Castro en la Presidencia de Honduras, es una mujer con todas las credenciales para ganar las elecciones y continuar el proceso de cambios a favor de las grandes mayorías. Su liderazgo, tanto político como ético, se forjó en el enfrentamiento con los golpistas y con la narco-dictadura. Su experiencia en políticas públicas es innegable. Su compromiso con el proyecto histórico de refundación de Honduras es indiscutible. Quienes analizamos la realidad latinoamericana, vemos con optimismo que la carrera presidencial apunta a que el pueblo hondureño refrendará su voluntad de profundizar los cambios iniciados desde el retorno a la democracia y a la legalidad, en aquel Enero de 2022.
AHN.