La educación superior dominicana: necesidades de cambios

Virgilio López Azuán

En la República Dominicana, en los últimos 25 años se han registrado avances en el acceso y promoción de estudiantes en las universidades; mejoras en las infraestructuras, formación del profesorado; procesos de institucionalización y gestión en sentido general.

Los cambios provocan rupturas de modelos y paradigmas, crean resistencias y emergencias en cualquier aspecto del desarrollo humano. Para asumir los cambios deben crearse actos de conciencia crítica que reorienten las futuras decisiones. Trazar escenarios posibles basados en categorías y variables del contexto social, económico, político y cultural, ayuda de buena manera ser asertivo. En este caso, para el cambio, realizar otras miradas al desarrollo de la educación superior supone enjuiciar, suprimir y modificar formas de gestión consideradas inadecuadas y poco útiles en el presente.

Espacios de educación

Eso pasó cuando en Europa se diseñó el Espacio Europeo de Educación Superior –EEES-, donde más de 30 países de ese continente —atendiendo al modelo político de regionalización y globalización— decidieron crear una visión de una nueva educación en las universidades. La Declaración de Bolonia en 1999 fue el inicio para “promocionar la movilidad y la complejidad de los ciudadanos europeos mediante la armonización de los sistemas de educación superior en los países pertenecientes a la Unión Europea –UE-”. Hubo procesos de convergencia y reforzamiento de la enseñanza. Sus objetivos se extendieron a la restructuración de la enseñanza, un sistema de créditos y calificaciones comunes, la eliminación de obstáculos para la circulación de estudiantes, investigadores, profesores y personal administrativo; los programas de movilidad y formación conjunta, y el cambio de un modelo de aprendizaje basado en competencias a lo largo de la vida. Se tomaron en cuenta algunas prioridades dentro de las cuales podemos nombrar: la adaptación del desarrollo de capacidades en la educación superior a las necesidades de trabajo, incrementar la eficacia, la inclusión y la capacidad de innovación. Aunque se han presentado retos institucionales todavía no superados, desafíos de tipo cultural, político y económico han tenido que ser estratégicamente tratados.

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