La hegemonía política que desde la oposición se manifiesta vista a partir de los múltiples factores socio culturales del bipartidismo

Por Juan Carlos Espinal.

Las nociones qué desde el poder político se mueven hacia la retención del poder limita la autoridad del gobierno del presidente Abinader.

Lo primero es que en el análisis político deberíamos despejar es la importancia del significado de hegemonía para entender el sinónimo de comunicación política.

En términos generales, se puede decir que la hegemonía que la oposición política dominicana construye se refiere a una situación indeterminada en la que indistintos segmentos insatisfechos de la sociedad logran unificar sus intereses, valores comunes y visión de mundo.

Es decir, cuando una identidad particular logra que su mirada sobre el mundo y los valores e intereses colectivos que la animan pasan a ser un conjunto de la sociedad se da inicio a la hegemonía.

En términos de clases sociales, cuando las clases dominantes logran permear el sentido común de los grupos subalternos y modelar las percepciones sociopolíticas y las construcciones de sentido común de esos segmentos para que el lugar privilegiado de aquellas en la estructura social se naturalice entonces se manifiesta la autoridad del poder.

A través de la hegemonía una clase dominante se vuelve clase dirigente logrando la conducción intelectual y moral de los grupos subalternos.

La hegemonía, y las luchas contra hegemónicas qué la crisis socioeconómica suscita, se ejercen fundamentalmente en el plano simbólico, movilizando construcciones de sentido que anidan en la cultura de determinada sociedad.

La hegemonía qué la oposición política dominicana trata de construir tiene una dimensión comunicacional vinculada al rechazo de amplios sectores de la población a la legitimidad del oficialismo peremeista.

A partir de ese desgaste del gobierno del presidente Abinader la comunicación pública y política opositora puede, entonces, considerarse un espacio más de la disputa por la construcción de hegemonía.

Las acciones de los actores de la comunicación electoral, de la comunicación de gobierno y de la comunicación de política pública pueden considerarse como acciones de una disputa por el poder político.

En efecto, todas aquellas acciones pueden, y deben ser inscriptas, como acciones comunicativas orientadas a la defensa o promoción de un proyecto político que busca lograr la conducción intelectual y moral de la sociedad a través de la modelación del sentido común.

La comunicación pública y política, con los tipos de comunicación que ya hemos identificado: electoral, de gobierno y de políticas públicas, juega un papel significativo en la constitución de hegemonía.

Esos tipos de comunicación son relevantes en el proceso de construcción de una agenda de gobierno, la legitimación de las medidas para realizar aquella agenda y en trazar un determinado modelo de sociedad estable.

Para entender el concepto de hegemonía deberiamos revisar el pensamiento de Antonio Gramsci, reconocido por la teoría política contemporánea como una autor fundamental para comprender los fenómenos políticos y sociales con los que asocia aquella noción.

Antonio Gramsci, nació en Italia, en Ales, Cerdeña, en 1891, en el seno de una familia de escasos recursos. Pese a su condición familiar, logró terminar sus estudios secundarios e ingresar a la universidad, donde estudió filosofía.

Desde muy joven, adscribió a ideas socialistas y militó en algunas organizaciones identificadas con esa perspectiva política. Se desempeñó como periodista en varias publicaciones vinculadas a aquellas corrientes de pensamiento político.

Tras la revolución rusa participó de la fundación del Partido Comunista Italiano, del que fue uno de los dirigentes más relevante en el período en que el fascismo llego al poder político.

Por su participación en el Partido Comunista, y su oposición al régimen fascista, fue perseguido políticamente y sufrió la cárcel.

Muere en Roma, en 1937.

El pensamiento político de Antonio Gramsci se forma sobre el trasfondo de una serie de cambios económicos, sociales y políticos que significaron la superación del capitalismo liberal por un nuevo ciclo de la acumulación capitalista que se reconoce como capitalismo monopólico.

En el campo de la economía se destaca la formación de grandes empresas industriales que logran, en gran medida, monopolizar la actividad a la que se dedican; la organización del proceso de trabajo es crecientemente racionalizada; los bancos y las finanzas se convierten en un componente vital de la actividad económica; los lazos coloniales (formales o informales) que someten las economías periféricas a los intereses de los países centrales se refuerzan; el Estado se convierte en un actor económico de primer orden.

En el plano político, Gramsci es testigo de la declinación del liberalismo y el ascenso de movimientos políticos de izquierda y de derecha que reniegan de la sociedad liberal.

Movimientos que llegados al poder instituyen Estados y regímenes políticos no democráticos.

En el entramado social y político, destaca también la consolidación de las organizaciones de los trabajadores –el proletariado- como los partidos de clase o las organizaciones sindicales. Las masas se consolidan como un actor político relevante.

La Revolución Rusa (1917) –producida en el marco de la Primera Guerra Mundial (1914-1918)- es el gran acontecimiento político del período. Ella alimenta el ascenso de una ola insurreccional en varios países de Europa que terminará siendo derrotada por movimientos totalitarios de derecha.

La atención a las transformaciones sociales y políticas, la reflexión sobre la derrota del movimiento revolucionario en occidente y los desafíos a la práctica política orientada a la transformación social en el nuevo contexto capitalista están detrás de las relfexiones de Antonio Gramsci.

Para capturar aquel nuevo contexto y los nuevos retos para la práctica política revolucionaria, Gramsci renovará la teoría marxista centrándose en los aspectos políticos que aseguran la reproducción de las sociedades capitalistas.

El concepto de hegemonía es central en el desarrollo de ese propósito.

Una característica del pensamiento de Gramsci es su crítica al materialismo y economicismo expresado por algunas vertientes del marxismo de su época.

Gramsci rechazaba la idea de que los fenómenos políticos fueran un mero reflejo de las relaciones sociales de producción. Por lo mismo, descreía del carácter decisivo de las condiciones materiales –crisis económicas, agravamiento de las contradicciones del sistema capitalista- para la lucha de clases; por lo mismo, desconfiaba de la eficacia de las estrategias revolucionarias que supeditaban la acción política a las condiciones objetivas.

Negaba que el capitalismo se reprodujese sólo recurriendo al poder coactivo del Estado. Renegaba de las posiciones teóricas y políticas que veían en el Estado y en las superestructuras meros instrumentos coercitivos orientados al mantenimiento del sistema capitalista.

Para Gramsci las superestructuras, en especial las políticas, tenían su propia eficacia histórica.

Eso significaba para él, que las superestructuras, lejos de ser un fenómeno derivado de las condiciones materiales de existencia, tenían una importancia significativa en el desarrollo histórico.

La autonomía relativa de las superestructuras, –cómo espacio con leyes propias de funcionamiento y por tanto nunca del todo reductible al terreno de la economía y sus condiciones objetivas-, fue otro rasgo de su propuesta teórica.

El desplazamiento de la lógica del análisis desde la explotación a la dominación fue otro elemento característico de su práctica teórica.

Llegados aquí es importante afirmar que el esfuerzo teórico de Gramsci no se hace contra el marxismo –por más que fueron objeto de su crítica determinadas posiciones teóricas y políticas asociadas a esa corriente- sino a su favor; es decir, sus elaboraciones no tienen por objeto clausurar al marxismo como vertiente analítica o marco de pensamiento para la acción sino, por el contrario, vivificarlo y renovarlo.

El capitalismo se reproduce, –asegura las condiciones para su continuidad en el tiempo, -porque logra que los grupos subalternos naturalicen esa forma de producción.

Esa naturalización se logra a través de la hegemonía.

Es decir, el proceso por el cual los grupos dominantes logran erigir sus intereses y su particular visión de mundo como los intereses y visión de mundo de toda la sociedad.

Mediante la hegemonía una clase dominante, –por el lugar que ocupa en el proceso productivo-, se vuelve clase dirigente.

Eso significa que esa clase conduce intelectual y moralmente a los grupos subordinados.

Así se naturaliza una forma de organización económica, social y política que representa los intereses y valores de un grupo particular.

La cultura, en un sentido amplio, es el terreno en el cual se edifica la hegemonía.

A través de sus elaboraciones –el folklore, la literatura, la producción de los medios de comunicación, la educación- los grupos dominantes dan forma al sentido común de las masas naturalizando un orden social y político determinado.

Para Gramsci, la conducción intelectual y moral de la sociedad –la hegemonía- implica, también, que algunos intereses de los grupos subalternos sean considerados por los grupos dominantes pero siempre en una condición subordinada.

Cuando la clase dirigente logra la hegemonía, y la articulación a sus intereses y visión de mundo de algunas demandas de los sectores subalternos, se logra la constitución de un bloque histórico.

Es decir, existe cierta correspondencia entre el modelo de acumulación, el modelo de Estado, las subjetividades políticas, las formas culturales que legitiman determinado orden social y político y los modos que asume la lucha política.

Si el capitalismo entonces es más que una relación de explotación y si su reproducción no descansa en el poder coercitivo del Estado, su transformación no puede reducirse a la estrategia de la toma del Estado.

En ese sentido, para la oposición política dominicana desarrollar un concepto de hegemonía la estrategia política correcta será la constitución de una voluntad colectiva que promueva una transformación intelectual y moral capaz de dotar de su propia cosmovisión a los grupos subalternos, separándolos de la visión de mundo de los grupos dominantes y haciendo de ella la base de una nueva hegemonía.

En ese proceso tienen un lugar destacado los intelectuales.

La alusión de ésta noción marxista en el debate político nacional reciente se debe a la importancia de la batalla cultural qué puede interpretarse en clave del concepto de hegemonía.

Un cambio sustantivo en la sociedad Dominicana, para aquellos que insisten en la metáfora, implica mucho más que logar una mayoría electoral coyuntural.

Más bien, requiere de un cambio socio cultural, algo así como la construcción de una contrahegemonía, que aporte una cosmovisión diferente a la liberal capitalista, capaz de constituirse en el basamento simbólico de la una sociedad alternativa.

Otro ejemplo posible podemos encontrarlo en los impactos negativos producidos por la ineficiencia del gobierno del presidente Abinader en manejar en forma adecuada la pandemia.

Existe un consenso bastante generalizado de que la pandemia ha desnudado los problemas del modelo económico.

El discurso político que legitimaba al PRM era aquella crítica al modelo de acumulación del PLD y el tipo de Estado que lo acompaño el cual según los estrategias del gobierno del presidente Abinader se encuentra en entredicho.

En la actualidad se abre un período de crisis en la que las alternativas opositoras para erigir un nuevo orden social y político tienen posibilidades históricas reales.

Ahora bien, la crisis estructural qué atraviesa República Dominicana no determina cuál respuesta será la efectivamente puesta en marcha para superarla.

Ello dependerá de la lucha por la hegemonía, por el grado de conducción intelectual y moral que logren los grupos sociales en disputa por la constitución de nuevo sentido común que acompañe y de sentido a las nuevas relaciones sociales que se erijan.

-Análisis comparativo del comportamiento electoral para tratar de entender el posicionamiento de los partidos políticos hegemónicos.

*Datos 2020 y 2024:*

En el año 2020, Luis Abinader obtuvo 2,154,876 votos (52.52 %).

En el año 2024: Luis Abinader obtuvo 2,507, 297 votos.

El Padrón Electoral del PRM entregado en el año 2023 alcanzó 3,092,289 afiliados.

-PLD

2020: Gonzalo Castillo obtuvo 1,537,041 votos (37.46 %).

En 2024: Abel Martínez obtuvo ~453,468 votos.

Padrón entregado en 2023: 2,177,036 afiliados.

Fuerza del Pueblo (FP):

En 2020, Leonel Fernández obtuvo 365,230 votos (8.9 %).

En 2024: Leonel Fernández obtuvo 1,250,436 votos (28.84 %).

El Padrón entregado por FP en 2023 alcanzó 2,030,108 afiliados.

Electores hábiles (padrón JCE):

2020: 7,529,932

2024: 8,145,548

Lectura política de los resultados:

-PRM

Mostró crecimiento moderado de votos (+352 mil entre 2020 y 2024).

-Su padrón (3.09 millones) está relativamente cercano a los votos obtenidos (2.5M), con una conversión aceptable del 81 %.

Su “brecha” (585 mil) refleja el tamaño de su militancia no movilizada o inflada.

Fuerza del Pueblo (FP):

Es el gran ganador relativo: triplicó sus votos (de 365 mil en 2020 a 1.25M en 2024).

Sin embargo, su padrón de 2.03M afiliados muestra que solo el 61.6 % se tradujo en voto real.

Tiene una brecha de casi 780 mil militantes no reflejados en urnas.

PLD:

Es el gran perdedor: cayó de 1.53M votos en 2020 a apenas 453 mil en 2024 (pérdida de –1.08M).

Su padrón de 2.17M afiliados es incompatible con los votos logrados: solo un 20.8 % de “conversión”.

La brecha de 1.7M militantes “fantasmas” sugiere inflación o desconexión absoluta entre militancia y voto.

*Panorama global:*

En 2020 y 2024, la suma de los padrones declarados de PRM, FP y PLD (≈ 7.3M) prácticamente alcanza al padrón electoral oficial de la JCE (8.1M).

Esto carece de lógica, porque dejaría casi nulo espacio para electores independientes o para los padrones de otros partidos.

La abstención (46 % en 2024) agrava la contradicción: millones de inscritos en partidos ni siquiera fueron a votar.

*Conclusión:*

El cruce de cifras demuestra un problema estructural de credibilidad en los padrones partidarios.

Mientras el PRM mantiene cierta coherencia (aunque con inflación), el PLD exhibe la mayor desconexión, y la Fuerza del Pueblo crece aceleradamente en votos, pero aún no logra traducir toda su militancia declarada en respaldo electoral.

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