La perspectiva del capitalismo de Amazon

Redacción de «Le Gauche».

Foto: Los trabajadores del centro de distribución de Amazon en Coventry (Reino Unido) han anunciado una huelga. Febrero de 2023.

El análisis del capitalismo de Amazon no puede estar completo sin hablar de cómo cambian las subjetividades de los trabajadores. La hipótesis de Into The Black Box es que hoy tenemos que hablar de subjetividades circulantes cuando nos referimos a la mano de obra de Amazon. La idea se refiere a la circulación continua de sujetos y mano de obra.

Es una respuesta a la existencia de una clase trabajadora móvil y distribuida que vive en simbiosis con una fuerte dimensión tecnológica.


1. Una sólida introducción al problema del Capitalismo de Amazon

El libro colectivo del grupo de investigación Into The Black Box titulado «Futuro y presente. El dominio global del mundo según Amazon» es una formidable caja de herramientas, resultado de un seminario celebrado en la Universidad de Bolonia entre 2021 y 2022, para analizar lo que se denomina el capitalismo amazónico.

La empresa de Bezos no es sólo una tienda online donde se puede comprar casi cualquier tipo de mercancía o el principal representante de los servicios de entrega basados en el lema logístico just-in-time y to-the-point. Amazon contiene muchos más servicios en su seno. Estos van desde Prime Video y Twitch hasta productos como Alexa y servicios informáticos como Amazon Web Services.

Por no hablar de otras inversiones de Bezos como el Washington Post en el sector editorial o Blue Origin en la industria aeroespacial. Amazon es, por tanto, un actor económico con ramificaciones en numerosas actividades productivas que, argumentan los investigadores de Into The Black Box, no se limita a la economía, sino que acaba condicionando otras esferas como la social y la política.

Por eso hablamos del capitalismo de Amazon, cuyas características deben ser investigadas. En efecto, una empresa de este tipo es capaz de condicionar la evolución del capitalismo al igual que lo hacen empresas similares a Amazon en otras partes del mundo, pensemos en Alibaba en China o en MercadoLibre en América Latina. Existe una especie de hegemonía de estos actores económicos que nos permite hablar de Amazonización de la sociedad. Esta tesis se apoya en tres hipótesis.

La primera se refiere a la capacidad de las grandes empresas tecnológicas para ser la síntesis de las operaciones del capital, un concepto acuñado por Sandro Mezzadra y Brett Neilson al que volveremos con más detalle en futuros trabajos. Estas tesis muestran cómo en el seno de la teoría crítica se ha asentado el análisis de que el capitalismo contemporáneo no puede conceptualizarse en términos unívocos y se centra en la multiplicidad de los procesos de valorización contemporáneos.

La diversidad en los procesos capitalistas siempre ha formado parte del modo de producción capitalista. Era cierto incluso cuando la fábrica tenía su centralidad porque había otras figuras y espacios de trabajo, a menudo invisibilizados. Pensemos en el trabajo racializado y esclavo en las plantaciones del siglo XIX o en el trabajo sexualizado de cuidados domésticos. No obstante, la fábrica desempeñó el papel de pivote y determinó el ensamblaje de las diferentes estratificaciones subjetivas y objetivas.

¿Quién desempeña hoy este papel? ¿Existen empresas capaces de mantener unidas, gestionar y ampliar las diferentes operaciones del capital? Amazon, por ejemplo, consigue mantener unidas la logística, la producción, la minería de datos, el capital financiero, el capital industrial, la explotación laboral, los almacenes, los centros de datos, los mensajeros y los crowdworkers articulándolas en diferentes planos que van del metaverso al espacio.

Esto implica que la eficacia de un segmento de producción de la empresa está vinculada a la expansión de otros segmentos. Amazon, dicen los investigadores de Into The Black Box, consigue articular por sí mismo la multiplicidad de formas del capitalismo contemporáneo y se convierte en un punto de vista indispensable para analizar las diferentes operaciones del modo de producción capitalista. La segunda hipótesis es que nos encontramos ante una Amazonización de la sociedad a través de la transferencia a gran escala de los procesos dentro de estas empresas. Un factor acelerador en este sentido fue el bloqueo necesario para contrarrestar la pandemia de Covid-19 que favoreció los procesos de digitalización con enormes ventajas para las empresas del capitalismo de plataforma que son puertas de entrada a cualquier sitio web, app o servicio informático.

Los principios organizativos de estas empresas, como el big data, la gestión algorítmica o la externalización de la mano de obra, se han convertido en las directrices de la reorganización de los procesos de producción y distribución a escala mundial. Estos procesos se enfrentan ahora a la desarticulación y reorganización de las cadenas de valor mundiales por la guerra en una fase histórica marcada también por la inflación galopante y el aumento de los tipos de interés de los bancos centrales.

Las reducciones resultantes en los salarios reales, y por tanto también en el consumo, y la menor disposición de los capitalistas de riesgo a invertir en tecnologías digitales han producido un clima competitivo que seleccionará a las empresas que puedan sobrevivir reforzando las tendencias al monopolio y empujando a los Estados, inmersos en una lucha por zonas de influencia, a llegar a acuerdos con estas empresas. La tercera hipótesis se refiere a la forma empresarial de Amazon.

No puede pensarse sólo en términos organizativos o de gestión porque Amazon no es sólo un actor económico sino también un constructor de ecosistemas que erosionan el propio mercado. Acaba penetrando en las relaciones sociales e influyendo en las formas y modos de vida en común al adoptar la forma de un dispositivo gubernamental capaz de moldear y dirigir la conducta individual y colectiva, ejerciendo un poder político de facto. Este poder surge de la acumulación y el procesamiento constantes de datos a gran escala. Una vez explicadas las características del capitalismo amazónico, Into The Black Box habla en su introducción de la utilidad de Amazon para explicar las formas en que las infraestructuras modernas están superando la distinción dicotómica entre infraestructuras reales y virtuales.

Esta superación no significa que ya no haya diferencia entre un puente y una plataforma en línea, sino que las infraestructuras tienden a tener un carácter híbrido a través de un entrelazamiento de lo analógico y lo digital en el que se apoyan la política, la economía y la sociedad en general. Volviendo a Amazon para confirmar este cambio, no es sólo un mercado o un agente logístico para la entrega de mercancías sino también, a través de Amazon Web Services (AWS), una infraestructura material al servicio de lo digital.

AWS cuenta con centros de datos y hardware repartidos por todo el planeta que pone a disposición de otras empresas que, de otro modo, no dispondrían de los medios para mantener dichas infraestructuras. Al mismo tiempo, AWS es una infraestructura digital al servicio de lo digital, como demuestra la plataforma Netflix, que utiliza AWS para distribuir sus contenidos. Un argumento similar se aplica a los almacenes que son centros de flujos materiales al servicio de lo digital, en este caso el comercio electrónico, que al mismo tiempo no podría funcionar tan bien sin la amplia red de almacenes en el territorio.

Este nuevo tipo de infraestructura también nos lleva a hablar de cuestiones como la gobernanza y el poder político, pero también de la concentración de capital por parte de estas empresas. El tema enlaza con la ambición económica de Amazon de construir su propio ecosistema ampliado y jerarquizado que, en su expansión hacia otros sectores, acaba englobando otras realidades capitalistas o creando otras nuevas. Amazon, argumenta el colectivo, quiere ser capital, capital agregado total. Sin embargo, no es un capital destructivo, sino que aspira a convertirse en la sociedad tout court. Otro tema abordado en la introducción se refiere al vínculo entre Amazon y el supuesto retorno a la centralidad de la fábrica.

Este no es exactamente el caso. El error que cometen estos análisis es aplastar el ecosistema de Amazon únicamente sobre los almacenes, pero ya sabemos que Amazon no es sólo logística y corremos el riesgo de olvidar que alrededor del almacén giran diferentes categorías de trabajadores como los conductores, que se relacionan unos minutos al día con el almacén, pero son una prolongación natural de éste.

Un segundo punto que destacar es que Amazon no produce mercancías. Las mercancías no se crean en sus almacenes, sino que se trasladan de un lugar a otro, por lo que a lo sumo se puede hablar de un servicio producido como mercancía. Hay que abandonar una visión puramente descriptiva de la fábrica porque es demasiado reductora. Sin duda, en el seno de Amazon se utiliza una lógica de «cadena de montaje» y muchas de las formas de organización del trabajo recuerdan a las fábricas fordistas del pasado, pero hoy la forma fábrica tiene una función y un peso diferentes en los circuitos de valorización del capital.

La fábrica ya no está en el centro de los procesos de valorización del capital y este centro ya no puede situarse en un único punto porque la centralidad se encuentra en el flujo, en la cadena de valor global de la que la fábrica o el almacén no son más que un paso o un momento. Por supuesto, esto no relativiza el hecho de que alguien tenga que producir las mercancías. Lo que se cuestiona es que el lugar de producción sea el único lugar crucial.

El paradigma de la fábrica debe reubicarse en un contexto de producción más amplio que abarque la territorialidad ampliada y los espacios-tiempos transnacionales en los que se encuentran múltiples formas de trabajo -pensemos, en el caso de la industria tecnológica, en toda la cadena de suministro desde la extracción de materias primas hasta el almacén de Amazon- y diferentes formas de organización del trabajo. De hecho, en los almacenes de Amazon se combinan el neotaylorismo, el trabajo logístico, el toyotismo y las tecnologías de la Industria 4.0.

Into The Black Box, sin embargo, no rehúye identificar los puntos de aplicación de una contrafuerza dentro de la cadena de valor y la multiplicidad de formas de trabajo. Centrarse en los almacenes, por tanto, podría ser una estrategia política derivada del mayor potencial de conflicto en su interior, pero el colectivo insta a la cautela porque a tales conclusiones sólo se puede llegar mediante el desarrollo de la lucha de clases y, además, hay que tener en cuenta que el almacén no es la fábrica, un espacio cerrado en el que tiene lugar la cooperación entre un número fijo de trabajadores, y sus trabajadores están sujetos a una alta rotación y a una fluctuación continua de la mano de obra.

Otro elemento que pone de manifiesto el análisis de Into The Black Box es la necesidad de una reflexión política capaz de asumir las transformaciones que han surgido con el capitalismo de plataformas y las tecnologías 4.0. Sus reflexiones les llevan a sostener que hoy la relación entre circulación y producción está invertida y que la circulación «manda» sobre la producción.

Esto no significa que el problema de la producción de mercancías haya desaparecido, sino que, en contexto del capitalismo amazónico, las exigencias de la fluidez de la circulación, del just in time y del to the point, dictan los ritmos, las normas y los modelos del aparato de producción.

Todo esto también ha cambiado radicalmente el trabajo mecanizado, ha hecho de Internet el centro como logística de datos para organizar todo el proceso y ha transformado las formas de mando a través de automatización de la gestión, pensemos en el trabajo dirigido algorítmico del que hemos hablado en detalle en otro lugar.

Amazon, por tanto, resulta ser el punto de convergencia de una serie de tendencias a largo plazo que han evolucionado hasta producir una fusión de empresa de Internet, empresa de logística, infraestructura y poder económico. Además de la explotación de la mano de obra viva, Amazon pone sobre la mesa la cuestión de la desposesión de la mano de obra viva a través de la minería de datos. Al igual que una mina arrebata tierras a los agricultores para extraer materias primas del subsuelo, Amazon se instala sobre la cooperación social de miles de usuarios de sus plataformas para extraer datos.

Esta tesis puede comprobarse fácilmente observando el crecimiento de AWS, cada vez más orientado al desarrollo de servicios informáticos implementados principalmente para coordinar y gestionar los servicios logísticos, lo que permite experimentar soluciones tecnológicas cada vez más avanzadas en la recogida, el tratamiento y la venta de datos.

Esta infraestructura mejora constantemente gracias a los datos acumulados a través de las interacciones de los usuarios en el portal de comercio electrónico o en otros servicios de Amazon, pero al mismo tiempo es la existencia de esta infraestructura digital la que permite extracción de datos y la integración de servicios financieros como la posibilidad de pagar a plazos las propias compras en Amazon. Para el colectivo Into The Black Box, se trata de acciones coherentes con la financiarización del consumo y la expansión de las finanzas en la reproducción social que produce un sujeto endeudado sobre el que ejercer un poder gubernamental respecto a su conducta futura.

Lo que ocurre en la práctica es que las actividades individuales y colectivas de los trabajadores, consumidores y usuarios de Amazon se codifican continuamente para ser desposeídas con el objetivo de interpretar, financiarizar, perfilar, anticipar y dirigir el comportamiento social, las preferencias de consumo e incluso los estilos de vida. En empresas como Amazon, la cooperación social y la organización empresarial acaban condicionándose mutuamente. Estas empresas no podrían existir sin procesos de captura de la cooperación social compuestos por una miríada de interacciones individuales y colectivas que cobran vida cada día y se amplifican mediante plataformas.

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Almacén de Amazon

Into The Black Box argumenta que Amazon, sin embargo, no se limita a encontrar las mejores herramientas para captar esta información, sino que trata de dirigir las formas y los objetivos de las interacciones a medida que intenta asimilar cada vez más patrones de comportamiento, simbólicos y de valores heterodirigidos. La desposesión ya no se detiene fuera de los procesos de producción, sino que acaba penetrando en los pensamientos y deseos productores de formas de vida. De ello se deduce que no podemos pensar en la dinámica de la desposesión como externa a la de la explotación del trabajo vivo.

La explotación y la desposesión son estrategias diferentes que actúan conjuntamente para acumular valor, pero también para producir subjetividad. Una última pregunta que surge en esta introducción es una invitación a reflexionar sobre qué tipos de conflicto pueden surgir en un régimen de producción en el que la extracción de datos es la principal fuente de acumulación y, en consecuencia, qué reivindicaciones podemos hacer en un escenario así. Una respuesta a estas preguntas implica sin duda una reconsideración del conflicto entre capital y trabajo dentro de unas formas de producción que integran cada vez más la automatización, las finanzas, el extractivismo y la explotación.

2. Nunca olvide la investigación

2.1 Amazon Web Services: la mina de oro de Amazon

Amazon Web Services (AWS) es una plataforma de computación y almacenamiento en la nube fundada en 2006 en Seattle. Junto con otras cuatro empresas del planeta, a saber, Microsoft Azure, Google Cloud Platform y Alibaba, controla la infraestructura digital que ofrece el 71% de la oferta mundial de servicios en la nube.

AWS es la primera empresa de este tipo en orden cronológico y constituye el mayor ecosistema de nube de la historia. Sus conexiones conectan continentes de todo el planeta y sus soportes, denominados zonas y regiones, han llegado a determinar la tipología específica de todas las grandes infraestructuras creadas posteriormente por todas las demás empresas similares. Amazon, por tanto, es un elemento central de una economía basada en la gestión y el almacenamiento de datos.

El 60% de los datos en red del mundo residen en nubes, pero éstas tienen articulaciones materiales compuestas por arquitecturas y sistemas físicos con hasta 7 niveles de acceso, además de protección armada 24 horas al día, 7 días a la semana. Los datos producidos por los usuarios son procesados por servidores sostenidos por fuentes de alimentación ininterrumpida, sistemas de ventilación y refrigeración, sistemas contra incendios, generadores y conexiones de red externas.

AWS se divide en regiones, es decir, agrupaciones compuestas por varios centros de datos situados a una distancia no superior a 100 km. Los centros de datos que componen la región se denominan zonas de disponibilidad. De este modo se crea una red de zonas que permite a la empresa ofrecer flexibilidad, seguridad y escalabilidad a los clientes que deseen ejecutar aplicaciones y bases de datos en la computación en nube.

Las zonas permiten dividir las aplicaciones en varias arquitecturas para responder eficazmente a cualquier problema eléctrico, geológico y medioambiental que pueda dañar los sistemas.

Cada región dispone de su propia fuente de alimentación, refrigeración y capacidad de seguridad física. Las múltiples zonas de almacenamiento y procesamiento de datos se apoyan en una distribución que aprovecha al máximo la tolerancia a fallos, garantizando una arquitectura de red redundante y una latencia mínima, autosuficiente y siempre conectada. Esta estrategia de despliegue ha sido copiada por todos los demás competidores y está avalada por la certificación más desarrollada en el campo de la seguridad de almacenamiento y gestión de datos, a saber, Tier4.

Uno de los puntos fuertes de AWS reside en su propiedad de redes de escala invariable. Se trata de despliegues con nodos capaces de crecer gracias a su capacidad para responder a muchos tipos de ataques, desde sucesos aleatorios hasta intentos de pirateo y huelgas. Esta propiedad, como señalamos al analizar el libro Conflicto de clase y sindicatos en Amazon. De Nueva York a Passo Corese, también se aplica a la distribución de los almacenes de Amazon. Otro tipo de almacenamiento y gestión de datos es el área local.

Son un nuevo orden de infraestructuras que proporcionan servicios específicos en función de la distancia al usuario o de las instalaciones físicas del cliente. Son las arquitecturas on premise. Las zonas locales están situadas cerca del usuario final y pueden gestionar cargas de trabajo muy sensibles a la latencia.

Piense en todos aquellos sectores protegidos por un estricto cumplimiento de la ubicación física de los datos, como la sanidad pública o los servicios financieros y gubernamentales. Por todo ello, AWS ha conseguido penetrar en la economía, la sociedad y las instituciones. Gestiona las cargas de trabajo de empresas tan diversas como Siemens, Volkswagen, Netflix, la Nasa o el Ministerio del Interior francés.

En Italia, AWS colabora tanto con empresas privadas como con organismos públicos. En la primera categoría, encontramos a Ferrari, Enel y Musixmatch. En la administración pública italiana, AWS presta sus servicios a la SIAE, al Departamento de Protección Civil, al CNR, a la Corte dei Conti, a municipios como el de Turín, a DanteLabs, que se ocupa de la secuenciación del genoma humano, e incluso al INAF. En el sector energético trabaja con Alperia, A2A, Ansaldo Energia, AMIU e Iren. AWS también ha penetrado en la educación y la investigación.

Ofrece servicios esenciales a muchas universidades italianas como la Politécnica de Turín o Milán o las Universidades de Trento y Padua. Amazon también ha conseguido ir más allá de la digitalización de las bases de datos de investigación entrando en el negocio de la enseñanza a distancia. AWS proporciona la infraestructura para retransmitir reuniones Zoom y en Italia, a través de colaboraciones con Argo Software y Madisoft, participa en el funcionamiento de registros electrónicos en escuelas primarias y secundarias con su software Nuvola.

Un caso llamativo mencionado en Into The Black Box es la elección del Tribunal de Cuentas en 2015 de trasladar sus servicios a una nube híbrida propiedad de AWS. El Tribunal optó por realizar un recorte de costes fijos de 40.000 euros en hardware al elegir pagar una suscripción AWS para gestionar sus recursos. De este modo, AWS dispone de las herramientas que permiten al Tribunal acceder a sus datos relativos a las cuentas de todos los organismos públicos italianos.

Esta información muestra hasta qué punto la presencia de una empresa privada está omnipresente en la vida de millones de personas a través de la creación de un paisaje de conexiones, archivos y vigilancia dentro del sector público y privado, produciendo finalmente lo que Into The Black Box denomina las carreteras en las que se desarrollarán los retos del futuro.

Nos enfrentamos a una empresa que acaba estando tan implicada en la entrega de mercancías a nuestros hogares como en el almacenamiento de datos sobre el genoma de los seres humanos, y aún no sabemos muy bien cómo enfrentarnos a ella. ¿Cómo podemos forjar instrumentos de control y limitaciones contra Amazon? ¿Son suficientes las actuales leyes nacionales e internacionales? ¿Cómo podemos salvaguardar los intereses y derechos públicos cuando nos enfrentamos a arquitecturas que quieren convertirse en absolutas?

2.2 Trabajadores

En unos veinte años, Amazon ha multiplicado tanto su capitalización bursátil como el número de sus trabajadores. En 2001, la empresa valía 4.000 millones de dólares en bolsa, mientras que, en 2021, también a raíz de la pandemia de 2020, el valor de las ventas aumentó un 38% interanual hasta alcanzar los 1.680.000 millones de dólares. En agosto de 2022, Amazon es la quinta mayor empresa del mundo con una capitalización total de 1430.000 millones.

Los ingresos netos, generados en gran parte por AWS, aumentaron un 84% de 2019 a 2020, de 11588 mil millones a 21331 mil millones, y un 56% de 2020 a 2021, a 33364 mil millones.

También se observa un aumento similar en el número de trabajadores contratados por Amazon, que comienza con 17.000 empleados en 2007 y aumenta hasta 1.600.000 trabajadores en 2021. Los mayores aumentos se producen durante la pandemia.

De 2019 a 2020 aumentaron un 62%, pasando de 800.000 a 1300000 empleados. Estas cifras están infravaloradas porque no tienen en cuenta a los trabajadores temporales ni a los indirectos, es decir, los que están empleados en empresas relacionadas con Amazon. Incluso en términos de empleados totales, Amazon será la quinta empresa mundial en 2020.

La mayoría de estos trabajadores están empleados en los EE.UU., alrededor de un millón de trabajadores en 2021, principalmente en California, 170.000 en el último trimestre de 2021. La expansión global de la plantilla de Amazon también tiene repercusiones en Italia. Hace unos diez años, abrió su primer almacén en Castel San Giovanni, cerca de Piacenza, con sus 150 trabajadores.

Hoy, Amazon emplea a 14.000 trabajadores fijos en más de 50 centros en nuestro país. En la década 2011-2020, es la empresa privada que más ha contratado en Italia, una media de 24 trabajadores fijos a la semana. Sólo en 2021, contrató a 4500 personas y duplicó sus trabajadores fijos en tres años. Según Keystone Strategy, en 2021 Amazon creó 85000 empleos con sus inversiones, 50000 de ellos en la red de vendedores terceros que tratan con Amazon y 34000 en empresas que ofrecen servicios a Amazon.

Sus ingresos en Italia pasan de 4.500 millones de euros en 2019 a 7.250 millones en 2020, mientras que los impuestos pagados ascienden a 345 millones en 2020, es decir, menos del 5% de la facturación.

En 2021, los ingresos alcanzan los 8.750 millones, mientras que los impuestos pagados ascienden a 751 millones. La tendencia positiva se detiene en 2022 con un descenso del volumen de negocios y de la mano de obra empleada. La excepción es AWS, que crece un 28%. La desaceleración afecta a todas las empresas de capitalismo de plataforma que han basado su desarrollo en previsiones optimistas sobre el futuro a partir del periodo pandémico.

El comienzo de los despidos masivos en Amazon supone una fractura en su reputación de Top Employer forjada a lo largo de los años con contratos de entrada de 1680 euros brutos al mes para un operario de almacén, es decir, un 8% más que en la CCNL de logística y transporte.

A esto se añaden ventajas como descuentos en Amazon, un seguro de accidentes complementario o el programa de formación Career Choice. Esta retórica de salarios elevados y beneficios se desarrolló en paralelo a las primeras movilizaciones contra Amazon.

En este punto, Into The Black Box se pregunta qué significa trabajar para Amazon. El trabajo en esta empresa está fuertemente condicionado por la presencia de tecnologías que organizan las actividades de los trabajadores en colaboración con la inteligencia artificial. La coordinación entre la actividad humana y la de las máquinas permite un control temporal y espacialmente extendido de los cuerpos.

La vigilancia extensiva, constante y automatizada de los movimientos de los trabajadores se produce a través del uso frecuente por parte de los gerentes de dispositivos de medición de la productividad que generan una evaluación algorítmica.

La vigilancia extensiva, incluso fuera de los almacenes, conduce a una intensificación de los ritmos y las cargas de trabajo. Por eso se habla de taylorismo digital, que se traduce en un rendimiento laboral sin margen de autonomía para el trabajador mientras se delega en la empresa la gestión de los turnos y del tiempo, con pausas cortas y turnos muy largos.

Esta forma de trabajar conduce a un aumento constante de los objetivos de producción. La retórica patronal sobre las buenas condiciones de trabajo en Amazon choca con una realidad de trabajo acelerado y controlado.

Todo esto está produciendo grietas cada vez mayores que están tomando la forma de las primeras protestas de trabajadores contra Amazon en todo el mundo. En EE.UU. el sindicato de trabajadores de Amazon logró un primer éxito histórico en abril de 2022. Hay que señalar que en estas luchas se produjo una soldadura entre los trabajadores de logística y los de tecnología. En Europa, se ha producido la sindicalización de los trabajadores de Amazon en Alemania y Polonia.

Se han producido importantes movilizaciones contra Amazon por parte de trabajadores textiles de Camboya y Bangladesh que participaron en la campaña #MakeAmazonPay contra el Black Friday 2021 porque fueron despedidos de forma fulminante por la empresa durante la pandemia, en el primer caso, porque decidieron luchar contra la competencia desleal en la venta de productos frescos, en el segundo.

Estos datos, dice Into The Black Box, muestran cómo Amazon se basa en la explotación a gran escala de la mano de obra marginada, con un chantaje que aumenta en función del género, la raza y la clase de cada uno. Un segundo elemento es la centralidad del trabajo vivo en Amazon a pesar de toda la retórica sobre la automatización total de los almacenes y la robótica. Esto es fundamental para explicar las nuevas formas de movilización y resistencia.

También en Italia ha habido muchas movilizaciones, empezando por la primera huelga nacional contra Amazon el 22 de marzo de 2021 convocada por los sindicatos confederales durante la tercera oleada de la pandemia para apoyar la negociación colectiva de segundo nivel en la última parte de la cadena de suministro de Amazon, es decir, el segmento relativo a los conductores. Otras movilizaciones fueron promovidas por los sindicatos de base y todas adoptaron la forma de manifestaciones, piquetes, huelgas, bloqueos, actividades de denuncia y difusión de material informativo.

El enfrentamiento entre sindicatos y Amazon produjo un primer acuerdo en Piacenza en 2018 que no generó mejoras efectivas en las condiciones laborales, y en septiembre de 2021 la firma por parte de Amazon Logistics del Protocolo para la definición de un sistema compartido de relaciones laborales con el apoyo de los sindicatos confederales en el Ministerio de Trabajo y Políticas Sociales, que fue ratificado en febrero de 2022 con un acuerdo entre Assoespresso y Confetra con los sindicatos confederales.

Into The Black Box concluye su razonamiento sobre Italia afirmando que su análisis muestra cómo la empresa entró en nuestro país acomodándose a la legislación laboral ya existente. Se ha encontrado con una nación que ha renunciado a la planificación industrial y a la intervención pública en la economía en favor de una economía basada en la pobreza de los pobres y en la flexibilidad de la mano de obra administrada. La acción hegemónica de Amazon se ha desplegado así a través de acreditación como el mejor empleador posible en el peor de los escenarios y a medio plazo.

3. La clase obrera ciborg

Podemos empezar a sacar conclusiones. Las indagaciones sobre el trabajo en Amazon sacan a la luz el hecho de que el trabajo en los almacenes y el trabajo en las calles asociado al mismo es difícil de automatizar, ya que requiere reflexión, capacidad de resolución de problemas y el transporte de cajas y paquetes de diversos tamaños imposibles de estandarizar por una máquina.

Un argumento similar se aplica a otras ramas del trabajo de Amazon, como el crowdworking de Amazon Mechanical Turk.

El objetivo de Amazon, argumenta Into The Black Box, no es por tanto automatizar completamente el trabajo, sino fusionar la tecnología con el trabajo humano para convertir a los trabajadores en robots industriales. El ciborg se convierte en una realidad cotidiana en el mundo laboral, donde el uso de las tecnologías digitales se ha fusionado estrechamente con la explotación de la mano de obra.

Esto implica diversas técnicas, desde formas de gamificación que convierten los almacenes en enormes Tetris de alta velocidad hasta el equipamiento de los trabajadores con armaduras robóticas que no sólo guían al trabajador sino que también se convierten en su supervisor.

Las nuevas formas de mando de la mano de obra, como la vigilancia mediante cámaras de inteligencia artificial o el uso de big data para sustituir a la dirección, se fusionan con las estrategias clásicas de racialización, precarización, política antisindical y utilización de mano de obra empobrecida para obtener el máximo control posible.

Este modelo de organización del trabajo se hace progresivamente hegemónico en la logística y se extiende a otros sectores y lugares de trabajo. Sin embargo, este proceso no niega la multiplicidad de formas que adopta y no conduce necesariamente a una homogeneización progresiva.

Esta tendencia se aplica a toda la economía de plataformas y no es exclusiva del trabajo organizado únicamente por la plataforma, sino que es algo que se extiende al proceso más amplio de plataformización desencadenado. De hecho, las plataformas deben entenderse como ensamblajes de ecosistemas que no sólo reorganizan el trabajo y sus procesos, sino que también los transforman.

Con esta clave de lectura podemos entender Amazon como un espacio político capaz de integrar principios del fordismo-taylorismo, del toyotismo, del just in time y produce segmentación de la fuerza laboral, genera mando y orden, recolecta datos y crea un nuevo campo de experiencia del trabajo vivo y nuevas formas de subjetivación. Sobre este tema, Into the Black Box interviene para sostener una tesis muy fuerte: Amazon no es una profundización de la tecnologización laboral.

Partiendo del hecho de que el trabajo humano no es tan fácilmente distinguible del de las máquinas concretas y abstractas, se lee como la extensión del trabajo y del cuerpo en las arquitecturas de la inteligencia artificial y el aprendizaje automático. El cuerpo del trabajador no termina con la piel porque los dispositivos amplían el trabajo en una configuración tecno-mediática que sólo existe en relación. Estamos ante el devenir-cyborg que invierte prácticas económicas, somáticas y políticas pero también aspectos muy humanos como el lenguaje.

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Trabajadores de Amazon en huelga en Martorelles, febrero 2023. ACN

Pensemos, partiendo de la tesis de la centralidad del lenguaje en la obra moderna de Marazzi, en el desarrollo por parte de Amazon de la aplicación Say I, es decir, una aplicación de traducción vocal que mejora su rendimiento gracias a su gratuidad y a los miles de usuarios que la utilizan.

Todo ello le permite evolucionar y perfeccionarse, y como resultado, la inteligencia artificial que se encarga de las traducciones se vuelve más performativa. El trabajo gratuito de multitud de personas permite a Amazon mejorar su herramienta en un contexto en el que trabajo y consumo tienden a solaparse en detrimento del primero.

Otro ejemplo de ello es Alexa, un sistema de inteligencia artificial basado en la nube que se utiliza como asistente de voz. Se trata de un software al que podemos acceder a través de smartphones o dispositivos domóticos como los altavoces inteligentes Amazon Echo. Su enorme difusión en nuestros hogares contribuye a reducir el habla a una serie de códigos y, en consecuencia, industrializa el habla tanto en el trabajo como en la vida cotidiana.

Para Into The Black Box, Alexa conduce a la difusión de una actuación tecnificada coherente con la necesidad de claridad y brevedad del mensaje. De este modo, el lenguaje se empobrece a través de su mecanización acelerada por los sistemas informáticos. Estos procesos también son funcionales a la lógica del justo a tiempo. La palabra, en efecto, necesita tiempo y es heterogénea mientras que Amazon necesita ahorrar tiempo y rebanar la complejidad. La reducción mecánica del mensaje mediante el uso de centralitas automatizadas minimiza la palabra y el contacto físico, pero al hacerlo abre una ambivalencia radical.

Por un lado, Alexa nos adentra en un mundo de órdenes y comandos, que en el lugar de trabajo se traduce en una maquinización de los conocimientos del trabajo vivo y en una mano de obra con un discurso tenue y aislado. Por otro lado, abre una simplificación del universo sociotécnico al superar la dicotomía humano-técnico. Esto significa favorecer una democratización del acceso a las nuevas tecnologías.

Llegados a este punto, es necesario volver a la dinámica antagónica inherente al desarrollo que produce todo esto, a saber, el conflicto entre el empuje continuo hacia la autonomía del trabajo vivo con respecto al capital y el que se da por su expropiación.

Este discurso impulsa a Into The Black Box a investigar más a fondo la economía de plataformas desde el Marx de los Grundrisse. Para el colectivo existe una doble cara inherente a las tecnologías que contienen tanto una estratificación del trabajo muerto como elementos de intelecto general. Las tecnologías son a la vez instrumentos de opresión en su uso capitalista y potencialmente instrumentos de liberación a través de posibles contra-usos.

Tenemos que preguntarnos cuál podría ser un uso alternativo de una máquina como Amazon que no esté orientado al beneficio. Para ello, tenemos que ir más allá del imaginario que cree que podemos alcanzar tales objetivos cambiando el signo al timón de estas herramientas.

En resumen, no basta con apoderarse de las herramientas tecnológicas convirtiéndose en sus controladores y no en sus mandos para transformar el capitalismo de plataformas en tecnologías de liberación.

Profundizando en el tema, para Into The Black Box debemos abandonar la idea de un sujeto que controla la herramienta porque la relación con el objeto técnico ya no se produce a la manera del mundo industrial y se está definiendo como una ecología compleja y estratificada.

Nuestro esfuerzo debe orientarse a aprender a conocer la máquina en su realidad reticular sin pensarnos como posibles dueños de las máquinas sino como co-agentes de un mundo co-evolutivo.

Este discurso no excluye la necesidad de organizar a los cibertrabajadores para crear aglomeraciones de contrafuerza que incidan en los procesos.

Lo que el colectivo necesita es profundizar en un movimiento en el que el devenir-poder del trabajo vivo sea capaz de moverse en un continuo entre la reapropiación y la abolición estructural de una forma de vivir y producir.

Amazon es un modelo de sobreproducción de bienes y objetos que acaba restando recursos a la reproducción social, y por ello debe ser combatido, pero sin renunciar al elemento de abundancia de Amazon, que debe, sin embargo, salir de la perspectiva del crecimiento infinito orientado al beneficio para integrarse en una economía ya no basada en la escasez sino en la abundancia.

El análisis del capitalismo de Amazon no puede estar completo sin hablar de cómo cambian las subjetividades de los trabajadores. La hipótesis de Into The Black Box es que hoy tenemos que hablar de subjetividades circulantes cuando nos referimos a la mano de obra de Amazon. La idea se refiere a la circulación continua de sujetos y mano de obra.

Es una respuesta a la existencia de una clase trabajadora móvil y distribuida que vive en simbiosis con una fuerte dimensión tecnológica. Además, concepto sirve para complejizar la idea de Joshua Clover, que se profundizará en el futuro, de las luchas por la circulación. Estas luchas se refieren al bloqueo metropolitano o de infraestructuras promovido por movimientos como Black Lives Matter o el No TAV, pero también deberían extenderse al sector logístico y a las plataformas digitales en general.

Se puede identificar así una producción de subjetividad en la cadena de suministro que acaba entrecruzando muchos aspectos y enredos dentro de la esfera de la circulación definida en sentido amplio. El sujeto circulante pone sobre la mesa dos cuestiones, la organización sistémica y la de los bienes comunes. En lo que respecta al capitalismo de plataforma, dice Into The Black Box, estamos ante un modelo que se ha convertido en un ecosistema en el que el cerebro son las finanzas, la superficie es la del intercambio de mercancías y lo de abajo es el código, de los algoritmos, la web y la producción de datos.

Respecto a este último nivel, podemos decir que trabaja sobre una materia prima inmediatamente social porque los datos no existen sin interacción, los datos son una relación y no una propiedad. La manipulación de los datos da lugar a patrones de cooperación que acaban organizando las relaciones sociales.

Por lo tanto, para ir más allá de la dicotomía público versus privado, es necesario comprender que realidades como Amazon se convierten en sociedades. En este proceso, Amazon debe dirigir, confinar y verticalizar continuamente la producción y circulación de datos para sus propios fines.

Para conseguirlo, Amazon debe empobrecer las capacidades humanas vivas mediante la destrucción de los otros potenciales e imaginarios. Nos enfrentamos a una batalla por la sociedad que va más allá del enfrentamiento entre lo público y lo privado.

El elemento circulatorio de la subjetividad también debe remontarse a las características técnicas de la composición de clase contemporánea. Las plataformas presionan para reforzar aspecto fluctuante de la fuerza, la rotación continua, la inversión en mano de obra potencial a la que pueden recurrir a partir de las reservas metropolitanas de mano de obra. En cuanto a los aspectos políticos, el cambio continuo de mano de obra también expresa un deseo de flexibilidad y autonomía que exige imaginar una capacidad de articulación continua en múltiples niveles.

No se trata de encontrar el punto central, sino de interconectar, ampliar y consolidar tramas e infraestructuras de conflicto en plataformas políticas. La subjetividad circulante también debe pensarse como un vasto conjunto de comportamientos subjetivos ya en marcha.

Pensemos en el espacio de tensión dentro de la idea de rotación donde surge el interés del trabajo vivo por no permanecer tanto como sea posible donde trabaja sino por circular en más áreas. Aquí se abren amplios espacios para nuevas experimentaciones más allá de las formas tradicionales de lucha sindical.

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