¿Estados Unidos quiere la guerra en Ucrania?

Al Mayadeen. En las últimas semanas se calentó en extremo la crisis alrededor de Ucrania, donde confluyen intereses geopolíticos de Estados Unidos y de seguridad nacional de Rusia. Un análisis publicado en el sitio John Helmer señaló que el secretario de Estado, Antony Blinken quiere la guerra con Rusia; no le importa ninguna alternativa. Al respecto, la publicación digital Indian Punchline valora la situación y señala que las perspectivas son sombrías.

El análisis aborda la crisis desde distintas aristas que brindan una aproximación bastante real del problema y concluye que de seguir los acontecimientos como van las operaciones militares rusas serán decisivas, con una enorme potencia de fuego y armamento avanzado en múltiples frentes, con la intención de realizar el objetivo político en el menor tiempo posible.

Rusia ve en términos existenciales el avance de la OTAN en su vecindad occidental inmediata. Pero para Washington, ¡es geopolítica, estúpido!, señala la publicación.

La incorporación de Ucrania al sistema de alianzas occidentales significaría que los misiles estadounidenses podrían alcanzar Moscú en 5 minutos, haciendo que los sistemas de defensa aérea rusos fueran ineficaces y obsoletos.

Los despliegues de la OTAN en las regiones del Báltico y del Negro privan aún más a Rusia de un amortiguador en el oeste. Teniendo en cuenta que todas las decisiones importantes y la mayoría de las menores de la OTAN se toman en Washington, Moscú percibe todo esto como una estrategia estadounidense para cercarla, erosionar su autonomía estratégica y sus políticas exteriores independientes, aseveró el informe.

Washington, por el contrario, se niega a aceptar cualquier retroceso de la OTAN. Insiste en que Rusia no tiene nada que decir en las decisiones de la alianza. En el mejor de los casos, Washington discutiría ciertas medidas de confianza, mientras que la ampliación de la OTAN desde 1997 -en contra de las garantías dadas a Mijaíl Gorbachov por los líderes occidentales en 1990 durante la reunificación de Alemania- es un hecho consumado con el que Rusia debe vivir.

Desde el punto de vista de Washington, se trata de una plantilla clave de la lucha geopolítica que se desarrolla en torno al nuevo orden mundial tras el ascenso de China y el cambio de la dinámica de poder de Occidente a Oriente. Reducir a Rusia a su tamaño y ser capaz de intimidarla es un requisito previo a la situación antes de que EE.UU. aborde a China de forma integral, indica la valoración.

Basta decir que Ucrania se ha convertido en un campo de batalla en el que se está desarrollando una titánica prueba de voluntad.

Ucrania es en todo sentido práctico un sustituto de EE.UU. y su transformación como Estado antirruso que comenzó tras el cambio de régimen en Kiev en 2014 ya está en una fase avanzada. Aunque Ucrania todavía no es miembro de la OTAN, la alianza ha establecido una presencia significativa en el país militar y políticamente, valora Indian Punchline.

En la guerra de la información, Estados Unidos presenta a Rusia como agresor contra un vecino débil. En realidad, sin embargo, se trata de una situación de «cara o cruz». Si Rusia no hace nada, bien podría resignarse a la inevitabilidad de que Ucrania se incorpore a la OTAN y que Rusia tenga que vivir con el enemigo a las puertas. Por supuesto, eso cambiaría el equilibrio estratégico mundial por primera vez en la historia a favor de Estados Unidos.

Evidentemente, Washington llegará a cualquier extremo para crear disensiones entre la élite rusa y socavar la estabilidad política del país.

¿Qué nos espera?, preguntó la publicación en internet.

Moscú espera algo concreto por parte de Estados Unidos, ya que sus intereses vitales de seguridad están en peligro. Los dirigentes del Kremlin, incluido Putin, han esbozado con crudeza las «líneas rojas» de Rusia. Washington, por su parte, se limita a dar una patada a la lata en el camino. Estima que el tiempo está de su lado de todos modos. Desde el punto de vista ruso, esto no es aceptable, ya que se está llegando a un punto de no retorno en lo que respecta a la pertenencia de Ucrania a la OTAN.

Podría decirse, señala, que el presidente Biden no quiere avanzar en la dirección de acomodar los legítimos intereses de Rusia, dados los tirones y empujones de la escena interna en Estados Unidos y las opiniones divergentes entre los aliados europeos, pero sobre todo porque el cerco de Rusia con los Estados prooccidentales ha sido un objetivo estratégico de las políticas de Washington hacia Rusia bajo las sucesivas administraciones desde Bill Clinton, y hoy resulta que también es conveniente, siendo una «causa» que goza de un raro apoyo bipartidista en el Beltway en una coyuntura en la que la opinión estadounidense está profundamente dividida.

En la situación actual, consciente o inconscientemente, Washington también se ha atado las manos al comprometerse a no negociar sobre la cabeza de Ucrania. Por lo tanto, teniendo en cuenta todos los factores, la probabilidad de que Rusia intervenga en el este de Ucrania con el fin de crear nuevos hechos sobre el terreno para garantizar sus intereses de seguridad nacional, al mismo tiempo que busca un acuerdo político a medio y largo plazo, es muy alta, estima el análisis.

¿Qué implica esto?
Está claro que Rusia no busca la anexión del territorio ucraniano. Su preferencia será restringir su intervención en el este de Ucrania en gran medida a las regiones pobladas por rusos y crear una zona de amortiguación. Algunos analistas estadounidenses han estimado que, en líneas generales, cualquier intervención rusa se limitará al territorio hasta el río Dnepr, que fluye a través de Bielorrusia y Ucrania hasta el Mar Negro. Esto parece plausible, indicó.

Subrayó que Rusia reaccionará con firmeza ante cualquier forma de intervención occidental en Ucrania, aunque Washington lo haya descartado. (En cualquier caso, la capacidad de Estados Unidos para librar una guerra continental masiva con tan poco tiempo de antelación es cuestionable). Las operaciones militares rusas serán decisivas, con una enorme potencia de fuego y armamento avanzado en múltiples frentes, con la intención de realizar el objetivo político en el menor tiempo posible.

Al considerar como basura supuestos intentos de resistencia apoyados por la Casa Blanca, Indianpunchline afirma que la operación rusa será corta y decisiva. En todo esto, lo que hay que recordar es que, a pesar de las grandes dosis de adoctrinamiento estadounidense, el pueblo ucraniano tiene profundas afinidades de civilización con los rusos que se encuentran sumergidas justo debajo de la superficie.

La consiguiente agitación política dentro de Ucrania es el factor «X» de la intervención rusa. Los analistas estadounidenses lo eluden deliberadamente. Sencillamente, los rusos tienen un profundo conocimiento de los remolinos de la política ucraniana y de los agentes de poder del país debido a la historia, la cultura, la política y los vínculos sociales que comparten.

El objetivo final de Rusia, puntualiza el texto, será una Ucrania federada a través de una reforma constitucional con la soberanía, la unidad nacional y la integridad territorial del país intactas mientras las regiones disfrutan de autonomía. Es posible que Europa acoja esto como la mejor manera de estabilizar la situación y eliminar la posibilidad de un futuro conflicto.

De hecho, afirmó, Rusia espera que una Ucrania así no pueda formar parte de la OTAN una vez que se establezcan los fundamentos constitucionales que garanticen que todas las políticas importantes que se lleven a cabo en Kiev se basen en el consenso nacional.

La conclusión es que, tal y como lo ve Rusia, la única manera de salir de esta crisis es que Ucrania recupere su soberanía nacional y deje de mirar a Washington para navegar por su destino. Para ello es necesario que los operativos estadounidenses en Kiev que toman las decisiones por Ucrania se vayan a casa y que los ucranianos vuelvan a ser los dueños de su casa, lo que dejó de ser el caso una vez que la inteligencia estadounidense usurpó el poder en febrero de 2014 haciendo caso omiso de la promesa dada por el entonces presidente (electo) Viktor Yanukovich de celebrar nuevas elecciones antes de decidir sobre la adhesión de Ucrania a la UE.

Pero la parte buena es que ya hay indicios de que Europa es escéptica a la hora de seguir ciegamente junto a Estados Unidos en lo que respecta a Ucrania.

EE.UU. cometió un error estratégico al haber fomentado una huella más profunda de la OTAN en Ucrania. Hacer así medias promesas a un país no perteneciente a la OTAN va a dañar la credibilidad de EE.UU. en el caso de una intervención rusa. Pero es imposible que Washington dé marcha atrás ahora, ya que la pérdida de credibilidad será aún mayor.

Sobre las amenazas de sanciones de la Casa Blanca, la publicación señaló que Rusia es una gran potencia. Tiene enormes reservas, que actualmente alcanzan la cifra récord de 638.200 millones de dólares, la cuarta mayor del mundo. La posición crediticia de Rusia es buena y es propietaria de gran parte de sus deudas. No tiene una necesidad crítica de inversores estadounidenses. Rusia no necesita desesperadamente vender su moneda.

En cualquier caso, explicó, está por ver hasta dónde querrán llegar los europeos en el camino de las sanciones. Alemania ha expresado sus reservas sobre la famosa «opción nuclear» de Washington, es decir, la expulsión de Rusia del sistema de pagos Swift. Sin duda, cualquier interrupción del suministro energético ruso perjudicará a las economías europeas.

Un hecho poco conocido es que Rusia vende gas a precios muy bajos a Europa, mientras que cualquier suministro de GNL desde Estados Unidos para compensar los suministros rusos supondrá precios exorbitantes que elevarán el coste de la producción industrial. Los países de Europa Central dependen de Rusia para el 100% de sus necesidades energéticas. Alemania tiene una dependencia del 40%.

Por otra parte, un conflicto y sanciones pueden llevar a un mayor acercamiento de Rusia y China. El panorama general es que China tampoco puede permitirse el lujo de que Rusia se hunda bajo la presión de Estados Unidos.

En este escenario, funcionarios del Pentágono han admitido que Rusia ha tomado la delantera en la tecnología de punta, como los misiles hipersónicos, y ponerse al día puede tomar de tres a cinco años, es decir, suponiendo que la industria de defensa rusa descanse sus remos.

No obstante los peligros, Blinken y su país insisten en una guerra cuyas consecuencias afectaran al mundo, y en especial a las naciones europeas, cuyas economías se resentirán.

 

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