La relatividad de la propaganda mediática como instrumento de manipulación política.

Por Juan Carlos Espinal. 2/3.

En los últimos años, ansiosos grupos económicos y políticos financian campañas mercadológicas qué desde los medios de comunicación corporativos vienen impulsando agendas particulares en una guerra de encuestas que pretende mantener el cerco informático contra la población.

Holdings de empresas buscan instrumentalizar las narrativas informativas para expandir la desestabilización política violentando las disposiciones emanadas por la Junta Central Electoral.

La guerra de contra información que impulsa el Bipartidismo adquiere importancia porque Internet como herramienta de distribución de contenidos imprime un sello de novedad.

Proscritos los derechos fundamentales en los partidos políticos de la democracia representativa 1966-2024, la democracia directa se ha sustituido por el concepto abstracto de competencia de los dominios del algoritmo.

En ese sentido, la estrategia de desinformación masiva busca difuminar los conflictos internos desviando la atención del fenómeno del ausentismo político, la falta de garantías constitucionales en el objetivo de evadir el crecimiento exponencial de la insatisfacción ciudadana.

Desde los grupos económicos en conflicto con la Constitución se pretende reconfigurar el concepto del Bipartidismo como arma de control social.

La metodología seguida por estos grupos económicos y políticos ha sido profundizar la estrategia de la desinformación montando una guerra psicológica tratando de presentar todos los contenidos periodísticos como irrefutables incorporando al ejercicio la manipulación de la realidad social, política y económica.

En los resultados de esas encuestas publicadas se exponen los mecanismos fraudulentos que están implicados en la desinformación.

Algunos de los empleados de esos grupos económicos fomentan la polarización ideológica a partir de respuestas preventivas de agencias específicas que intentan contrarrestar a los desafectos.

El uso intensivo de los algoritmos, la manipulación de sitios web de usuarios con contenidos diseñados por el subversor, la diseminación masiva de noticias falsas y narrativas propagandisticas usando programas de ordenadores (bots) o equipos de redes sociales, manejados por dirigentes políticos se desarrollan como usuarios (trols) generando un conjunto multiplicador de fuerza que no solo se consigue con la militancia orgánica.

Este proceso de desinformación se ha establecido como mecanismo de guerra informática.

En la actualidad, la inversión millonaria qué se realiza en la digitalización del padrón electoral de los partidos políticos de la democracia representativa 1966-2024 es un fenómeno inherente de la guerra política que se presenta de una forma aséptica, esterilizada, deshumanizada y cibernética.

Tras el resultado final de las elecciones congresionales, municipales y presidenciales del año 2024, la división politica a lo interno de los partidos, la descomposición del sistema presidencialista y las amplias fisuras de segmentos de la sociedad plantearon la necesidad del inicio del proselitismo electoral como forma de resolución de conflictos sociales que persisten.

Uno de los factores que posiblemente más hayan influido en la desilusión de los electores ha sido el mal uso propagandistico de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

Las redes sociales han hecho posible edificar bloques enteros de militantes de WhatsApp fanatizados que circulan las infinitas relaciones sociales políticas y económicas que conforman un sistema de difusión de información en el que sus miembros son profunda y peligrosamente dependientes de la pos verdad.

Sin embargo, el sistema de divulgación es asimétrico, puesto que en esa relación de interdependencia unos miembros resultan ser más dependientes que otros.

Sin embargo, con el uso intensivo de la evidencia algunos núcleos sociopolíticos más actualizados están desplazando el centro de gravedad oficialismo-oposición.

En los distintos grupos de WhatsApp del Observatorio político redsocialcodi.com se ha venido asumiendo que en las relaciones partidarias internas seguirán creciendo las fricciones.

Por tanto, frente al discurso neoliberal del conservadurismo, oficializado entre los grupos económicos durante las dos últimas décadas, lo cierto es que el sistema electoral se mueve actualmente hacia un marco menos realista, que sospechamos qué desde la suspensión de las elecciones municipales del año 2020 nunca abandonó.

La actual guerra informática contra las militancias es el fenómeno político más doloroso al que se puede ver sometida una sociedad democrática.

Puede que, como transición hacia su inevitable desaparición, en los partidos políticos de la democracia representativa 1966-2024 se piense que al menos sus manifestaciones secundarias tienden inexorablemente hacia formas asépticas, y no orgánicas, lo que, de alguna forma, debería hacerla más intolerable.

En estos momentos, esos grupos económicos y políticos han lanzado una ofensiva mediática sobre la población desde cuatro direcciones distintas; 1) la publicación de encuestas; 2) la difusión de falsas noticias; 3) la guerra de polarización bipartidista y 4) la conculcación de derechos fundamentales, que no es más que la continuación de la campaña electoral por otros medios.

El delito cibernetico ha reaparecido con toda su crudeza en algo que para el ciudadano medio parecía impensable: La credibilidad del propio sistema de elecciones internas.

Desde una perspectiva política, no pocos analistas han subrayado que la actual guerra informática ha perdido su valor como instrumento de poder y que, por tanto, su finalidad seguiría siendo la de la decadente política a la que obedece.

Por otra parte, lo que ha sucedido es que los mismos factores de los que en 2020 se esperaba que polarizar año en 2024 sin quererlo han abierto nuevos campos al conflicto partidario.

En estas condiciones, los dominios en los que se desenvolverá la desinformación en un futuro próximo mani festarán una clara ampliación desde los ámbitos tradicionales hacia otros que parecen adquirir incluso mayor importancia, como el hecho de que la simultaneidad del conflicto se hará híbrido tras la aparición de internet.

Uno de estos últimos ámbitos es el informativo, que contempla una amplia gama de capacidades con las que ampliar el control sociopolítico más allá de los entornos físicos para, sin solución de continuidad con estos, pasar a explotar las posibilidades de los sistemas de información y conocimiento.

Debido a la constante innovación tecnológica, actualmente, la tasa de posibilidades en el dominio informativo crece exponencialmente.

Sin embargo, debido a la imprecisión de muchos de estos contenidos y a su dificultad de conceptualización, en las audiencias nacionales se ha aceptado la idea de englobarlos bajo el vago término de dirigentes inorgánicos.

En el marco del constructo tan artificioso como mediáticamente efectivo que es la guerra informática, la desinformación qué producen las falsas encuestas emerge sin duda como uno de sus componentes esenciales.

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