Las narrativas tóxicas de un modelo en crisis

Por Geraldina Colotti

Si lleváramos a una tabla los artículos promovidos en el extranjero por la oposición venezolana, tendríamos un gráfico que se dispara de forma directamente proporcional a cualquier noticia positiva que concierna al proceso bolivariano. Esas falsedades, lanzadas como una piedra en un estanque, suscitan polémicas alimentadas artificialmente sobre los temas que muestran los avances de la revolución. Es lucha de clases, no hay que sorprenderse, hay que mirarla de frente.

En el Global Economic Outlook de abril de 2025, dado a conocer la semana pasada en Washington, el Fondo Monetario Internacional revisó a la baja el crecimiento del continente latinoamericano, otorgando calificaciones negativas a las economías no subalternas, comenzando por Venezuela. Y obviamente, silenciando el origen y la responsabilidad de los problemas encontrados.

Según el informe, el PIB de la República Bolivariana sufrirá una contracción del 4% durante 2025, mientras que la inflación llegará al 180%. Sin embargo, Venezuela ha experimentado 16 trimestres consecutivos de crecimiento económico. Así lo reiteró el presidente venezolano durante su programa “Con Maduro+”, n.º 77, y subrayó el dinamismo de todos los motores productivos, no solo del sector petrolero.

Maduro saludó los excelentes resultados obtenidos por el encuentro mundial de empresarios, al que Venezuela presentó sus propuestas, y afirmó, además, que el empresariado nacional creció un 59% durante 2024. Un dato que calificó de histórico y que reafirma la independencia económica de Venezuela de organizaciones como el FMI. En el sector agroalimentario, el presidente anunció que el estado de Guárico alcanzó un récord histórico de producción, garantizando así el suministro completo al 100% del mercado nacional con alimentos producidos en el país.

También habló de la consolidación de la alianza estratégica entre Venezuela y la China National Petroleum Corporation. Informó que la vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, completó un intenso programa de trabajo en China, supervisando los detalles del proceso de coordinación económica bilateral. Luego destacó que las relaciones con China se han fortalecido y han alcanzado un nivel de “confianza absoluta”, listas para superar “cualquier prueba y circunstancia”.

Datos que explican la histeria de la oposición golpista, capitaneada por María Corina Machado, y el énfasis con que los medios internacionales han difundido sus delirios, pronunciados durante su intervención en las “reuniones de primavera” del FMI y del Banco Mundial: un encuentro que convoca a ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales de todo el mundo para discutir los “desafíos económicos internacionales”, y que acaba de concluir en Washington.

Venezuela – dijo Machado – “representa la mayor oportunidad de inversión del hemisferio para las próximas décadas”. No solo en los sectores del petróleo y el gas, sino en 11 sectores estratégicos con alto potencial de valor añadido. Entre estos mencionó infraestructuras, agroindustria, extracción minera, energías renovables y turismo. A condición, obviamente, de entregar el país a los amos de siempre.

Por eso, como golpista inveterada, invitó a imponer más sufrimientos al pueblo venezolano: mediante el aumento de las “sanciones” que – dijo, contradiciéndose cuando afirma que las sanciones son “una invención del rrégimen” – están “fracturando un régimen criminal que desestabiliza a los Estados Unidos y América Latina”.

A qué título esta señora y su “equipo económico” han mantenido “diversos encuentros con los principales actores del sector financiero internacional, entre ellos Barclays y JP Morgan” no se sabe, si no es observando con las lentes adecuadas la estafa de la democracia burguesa, y la necesidad de las clases dominantes de minimizar los resultados alcanzados por un modelo antagónico al suyo.

Por eso, deben inventarse falsos dirigentes nacionales que, a pesar de no haber sido elegidos por el pueblo, presenten el sistema capitalista como el único posible, y los datos de la economía burguesa como verdades incontestables, que sirven para demostrar el fracaso del socialismo en todas sus formas.

Recordar la crítica marxista a la economía burguesa, evidenciando el choque de intereses que la subyace – el conflicto de clase entre quien produce la riqueza y quien se apropia de ella, extorsionándole plusvalía y alienándolo de la vida verdadera – no es, por lo tanto, un ejercicio de pedantería ideológica, sino una brújula para no perder la orientación: para no confundir luciérnagas con linternas frente a los datos económicos exhibidos por los organismos internacionales, y agitados como un arma por la oposición venezolana y sus poderosos think-tanks.

“El Fondo Monetario Internacional es una organización que ha perdido su razón de ser, y que se presta a la agresión económica global – afirmó por ello la vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez –. No solo – añadió – conduce una guerra económica contra Venezuela, sino que adopta también una política criminal de secuestro de los recursos del pueblo venezolano, incluso en los peores momentos de la pandemia de Covid-19”. Proyecciones económicas que Rodríguez calificó de “infames”, ya que revelan la parcialidad del FMI y sus previsiones “piratas” contra Venezuela, y desenmascaran su papel de instrumento “de la decadente hegemonía del Norte del mundo”.

El sábado pasado, el FMI suspendió a Colombia el acceso a una línea de crédito flexible de 8.100 millones de dólares: debido – dijo Kristalina Georgieva, Directora General del Fondo – a un significativo deterioro de las finanzas públicas colombianas. Por ello, el FMI subordinó la línea de crédito a la finalización de una consulta en curso en virtud del Artículo IV y de una revisión intermedia.

“Los vampiros llegan, pero luego los vampiros desaparecen cuando sale el sol, Georgieva”, escribió el presidente colombiano, Gustavo Petro, en X. Petro también vinculó la suspensión a un préstamo obtenido por su predecesor, Iván Duque, que – afirmó – fue desviado para subvencionar a ricos empresarios.

También con respecto a Bolivia y México, el informe del FMI da un boletín de calificaciones que contradice los datos oficiales de los gobiernos progresistas de ambos países. No ocurre así, sin embargo, con respecto a la desastrosa política económica de Milei en Argentina, ya que es desastrosa para la vida de los sectores populares, pero muy lucrativa para patrones y banqueros. ¿Cómo no alabar, entonces, a un siervo fiel, cómo no apoyarlo, a pesar de todas las normas electorales?

“El país irá a votar en octubre. Es muy importante que la voluntad de cambio no decaiga. Le pediría a Argentina que mantenga el rumbo”. Así, sin rodeos, declaró Kristalina Georgieva, refiriéndose a las elecciones legislativas de medio término previstas para octubre. Una injerencia sin precedentes, comentaron muchos, comenzando por la oposición peronista, capitaneada por la expresidenta argentina, Cristina Kirchner.

Con su habitual estilo directo y coloquial, en sus redes sociales Cristina interpretó el mensaje del FMI en el marco del nuevo préstamo de 20.000 millones de dólares que la organización internacional firmó con la administración de Javier Milei: “otro préstamo político, similar al concedido a Mauricio Macri en 2018”, que endeudó al país por generaciones. De muy otro alcance – dijo Kirchner – fue la relación mantenida con el FMI durante su presidencia: las deudas fueron honradas – afirmó – pero bajo el signo de la soberanía.

La expresidenta atacó luego la hipocresía de Milei hacia el papa Bergoglio, al que primero definió como “la representación de Satanás en la tierra”, luego como “el más ilustre de los argentinos”, pero al que Milei reservó una visita aderezada con actitudes fuera de contexto y fuera de protocolo.

La relación que existe hoy entre el FMI y Milei también se evidencia en el pin con forma de motosierra, símbolo del hacha caída sobre los derechos, regalado a Georgieva por el ministro argentino Federico Sturzenegger, y exhibido por esta en su chaqueta durante las “reuniones de primavera” del FMI y del Banco Mundial.

Por cuenta del FMI, Milei está apretando al país en una tenaza de privatizaciones y despidos, y un drástico recorte de subsidios: en 9 meses, se los ha quitado a más de 2,1 millones de familias, ahora presa de la desregulación del sistema eléctrico. Y, para finales de año, el gobierno cuenta con eliminar la división por franjas de renta, que actualmente prevé tres niveles, para imponer un modelo único de asistencia directa y discrecional a los sectores considerados más vulnerables: una vez más, según los planes del FMI, que le dispensa boletines estadísticos favorables, contestados por los economistas no alineados.

Se puede matar de hambre al pueblo, se le puede quitar el trabajo y la dignidad, pero si intenta reaccionar con la lucha ante la desproporción de los medios, se le tacha de “terrorista”, acusándolo de no haber respetado las reglas del juego democrático: esas mismas reglas que la burguesía está dispuesta a pisotear cuando no le convienen. Así, con descarada arrogancia, las clases dominantes imponen de nuevo su visión del mundo, obligando a los oprimidos a ver la realidad con los ojos del opresor.

El genocidio en curso en Palestina da una demostración flagrante de ello. Cuando son asesinados periodistas, médicos, maestros y niños, los medios occidentales siempre precisan “según fuentes de Hamás”: y, antes de dar alguna noticia de masacres, ya cotidianas, siempre deben anteponer una declaración del ejército ocupante, que asegura que se trata de “terroristas” determinados a destruir el baluarte de la democracia en Oriente Medio.

A la gran concentración monopolística a nivel económico, corresponde la gran concentración mediática en pocas manos. Moviéndose en constante dialéctica entre “guerra de movimiento” para mantener el poder estatal, y “guerra de posición” para desplazar los valores culturales y construir el apoyo popular a las políticas socialistas, el gobierno bolivariano tiene muy presente la lección gramsciana y las estrategias de conquista de los “subalternos” puestas en marcha por el imperialismo de forma cada vez más sofisticada.

Confundir y “balcanizar” territorios y cerebros, destruyendo su identidad colectiva es el objetivo al que apunta un sistema capitalista en crisis estructural, que necesita reconvertir en sentido bélico las economías y las conciencias, porque teme la fuerza organizada del poder popular.

El 27 de abril, durante la Gran Consulta Popular que se celebró a nivel nacional, se registró un récord de participación, y el presidente Maduro ya ha encargado a su equipo económico que proceda sin demora al depósito de los fondos necesarios para financiar los proyectos aprobados por las comunidades. Un “mal ejemplo” para los sectores populares de los países capitalistas, que podrían pedir elegir si destinar el dinero de los impuestos a la construcción de un hospital o a comprar armas para el payaso Zelenski.

Para la campaña electoral del 25 de mayo, iniciada el 29 de abril por el chavismo de forma “alegre y combativa”, el pueblo elegirá a los próximos gobernadores, los miembros de los Consejos legislativos y los diputados de la Asamblea Nacional. Una cita con la que el socialismo bolivariano pretende consolidar su modelo alternativo.

Cuanto más, sin embargo, se fortalece la capacidad de decisión de los sectores populares, cuanto más cae el hacha de la desinformación, aumenta la opacidad de las “fuentes” llamadas imparciales: tan diligentes en denunciar presuntas ilegalidades del gobierno Maduro como atentas a ocultar el origen de sus financiaciones y sus verdaderos propósitos.

¿Cómo hacen, en un país que estaría muriendo de hambre, para tener una presencia tan ramificada en los territorios que les permita recoger información tan “reservada”? ¿Cómo hacen para mantener huestes de “periodistas” e informadores, y un número igualmente elevado de empleados en sus plataformas? ¿Y por qué, si disponen de tantos medios, y si se sienten tan convencidamente “mayoría”, no se esfuerzan por dar al menos algunas migajas del dinero que se embolsan a esas categorías que dicen querer defender contra las presuntas vejaciones del “rrégimen”?

Entre lo subrepticio y lo ridículo, estos megáfonos de la oligarquía inducen a sus seguidores a creer en una realidad virtual, ignorando pertinazmente los datos concretos. Y también echan humo en los ojos de quienes no tendrían razón para estar del lado del verdugo. Así, mientras Maduro anunció la gran manifestación del 1° de mayo, convocando a los trabajadores a marchar también contra las deportaciones de migrantes decididas por Trump y por Bukele, la derecha anuncia fantasmagóricas campañas mundiales e igualmente improbables “coaliciones sindicales”, con números de prefijos telefónicos.

La mayoría de las veces, se trata de noticias inexistentes, que desmienten los anuncios del titular, pero sirven igualmente para crear alarmas y dudas en la población, señalando también a los sindicalistas verdaderos como los blancos a golpear. En general, las llamadas fuentes imparciales se sostienen y se confirman entre sí, en un círculo perverso de números imposibles de verificar.

Se da por sentado, de hecho, que solo los datos provenientes de quienes se oponen a un gobierno socialista son fiables y, más aún, deben tomarse al pie de la letra. Lástima que esta olímpica “imparcialidad” no se aplique en los países capitalistas, donde a las oposiciones, cuando existen y pueden expresarse, no se les da crédito si oponen cifras y análisis que contradicen los dominantes. Por ejemplo, en el énfasis mediático por defender “los derechos de Guyana” contra la “dictadura” venezolana sobre la zona en disputa del Esequibo (y la explotación petrolífera ilegal que el gobierno guyanés ha permitido a las grandes multinacionales estadounidenses), se silencia este dato significativo: Guyana registró el porcentaje de crecimiento anual más alto del mundo en términos armamentísticos, equivalente al 78%, con un gasto de 202 millones de dólares.

Por eso, el ataque es frontal también contra la Universidad Internacional de la Comunicación (Lauicom), dirigida por la rectora Tania Díaz. Un lugar de cultura, reflexión y formación que no sirve a la especulación abstracta, sino a construir mapas para transformar la realidad. Y que ha comenzado por transformar un lugar de violencia y desinformación, como era la sede del diario El Nacional, en un centro que desenmascara las “narrativas” tóxicas sobre la naturaleza del conflicto que atraviesa el mundo.

Es un choque de civilizaciones, nos han dicho durante años, dando por sentado que la “civilización” era obviamente la del Norte rico y de las “sociedades opulentas”, para exportar con bombas, haciendo aparecer como nuevo un mecanismo de dominación colonial viejo de siglos. Hoy podemos darles la razón, a condición de invertir la perspectiva, desenmascarando la ficción.

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