Leonel Fernández: un titán político con destino histórico
En medio de la incertidumbre que nubla el horizonte político nacional, surgen nuevamente las figuras con estatura de Estado. Entre ellas, una resplandece con la fuerza acumulada de su legado, su visión de futuro y su conexión viva con el pueblo dominicano. Nos referimos, sin ambages, a la del Dr. Leonel Fernández.
Una carrera de Grandes Ligas
Si en el ámbito político existiera algo equivalente al Salón de la Fama de Cooperstown, el nombre de Leonel Fernández estaría inscrito con letras de oro. Su trayectoria lo consagra como uno de los más brillantes estrategas que ha dado la República Dominicana: un intelectual de mirada global, un arquitecto de instituciones modernas y un actor clave del desarrollo económico y democrático del país en las últimas décadas.
A diferencia del deporte, la política no impone retiro obligatorio. No hay edad que invalide el talento, ni calendario que cancele la visión. La experiencia no se convierte en lastre, sino en capital. Por eso, ni la Constitución de la República ni el paso del tiempo impiden que Fernández pueda, con pleno derecho, optar por la presidencia en 2028. Y por más que se esfuercen sus eternos adversarios, movidos más por el ego que por el juicio, no lograrán impedir su eventual retorno al poder.
Heredero de tres titanes
El Dr. Fernández no es un improvisado. Su formación política y moral proviene de tres fuentes magistrales que marcaron generaciones: Juan Bosch, Joaquín Balaguer y Marino Vinicio Castillo. De Bosch heredó su integridad moral, el respeto a la institucionalidad y esa afinidad natural con el pueblo llano. De Balaguer, su dominio del arte político, la lectura magistral del tiempo histórico y la habilidad para convertir símbolos en fuerza de movilización. Y de Vincho Castillo aprendió a navegar entre tempestades: la astucia, la firmeza y la capacidad de resistir con inteligencia estratégica las circunstancias más adversas.
Todo ese legado —ético, intelectual y táctico— lo conserva Fernández, no como un trofeo del pasado, sino como un arsenal vivo, reservado con sabiduría para cuando la historia vuelva a tocar a su puerta.
Una hora que se aproxima
Hoy, con el respaldo mayoritario de la opinión pública y consolidado en la primera posición entre los candidatos presidenciales, al Dr. Fernández solo le resta abrir ese cofre de herramientas políticas que heredó de sus maestros. El país no solo necesita un presidente; necesita un estadista. Alguien con la serenidad para gobernar, la visión para transformar y la estatura moral para inspirar.
El camino hacia el 2028 está trazado. No será fácil, pero está abierto. La victoria no está garantizada, pero es posible. Y si Dios —como tantas veces en nuestra historia— vuelve a extender su mano sobre este pueblo, entonces veremos retornar a Leonel Fernández, no como un simple candidato, sino como el líder que viene a concluir una obra inconclusa: la reconstrucción institucional de la República y el relanzamiento de su proyecto de nación.
Porque cuando la historia llama, los grandes no se esconden. Responden.