Máximo Gómez
Biografías Patrias para Escolares
Por Juan Carlos Espinal
(1836-1905). Nació en Baní, Peravia. Sus padres Andrés Gómez Guerrero y Clemencia Báez Pérez, disfrutaron de una posición económica desahogada. Se destacó como militar.
Fue educado en su casa. El cura de Baní, Andrés Rosón, su padrino y maestro, quiso orientarlo hacia la carrera eclesiástica. Vivió su niñez y parte de su juventud contemplando a la patria bajo el yugo haitiano.
Proclamada la República Dominicana en 1844, sobrevino una etapa de guerras periódicas con Haití, cuyos ejércitos luchaban por subyugar de nuevo al país.
En 1855, el emperador haitiano, Faustino Soulouque, invadió con unos 30,000 hombres a Santo Domingo. Santana, general del ejército libertador, llamó al reclutamiento a todos los que estuvieran decididos a defender la independencia. Gómez respondió a este llamado alistándose como soldado. Su primera participación en combate fue el 22 de diciembre de 1856, en la batalla de Santomé, donde los haitianos sufrieron una derrota tan sangrienta como definitiva..
Gómez figuraba como alférez en la caballería de Baní, formada por jinetes de lanza y machetes de cabo. Su participación en la guerra independentista dominicana pasó inadvertida, pero en ella se templó su carácter guerrero, que más tarde ayudaría a Cuba a ganar su independencia.
En 1861 se firmó la anexión de la República Dominicana a España. Máximo Gómez, oficial a las órdenes de Santana, aceptó el hecho, al igual que muchos soldados dominicanos, como algo natural.
En 1863 comenzó la Guerra Restauradora. Máximo Gómez vestía el uniforme de capitán de caballería del ejército español y prestaba servicio en las proximidades de Baní.
El general Pedro Florentino, caudillo de las fuerzas revolucionarias sureñas, entró en Baní a sangre y fuego, incendiando y fusilando sin contem- plación a los notables. Esta labor devastadora fue detenida por Máximo Gómez, quien era ya capitán y, que, al ver el incendio, acudió en ayuda de su madre y hermanas. Gómez, al mando de sus soldados y vecinos, dispersó a tiros y a machetazos a las tropas de Florentino. Esta acción le mereció el ascenso a comandante, pero también le ganó la malquerencia de los revolucionarios dominicanos.
En el gobierno anexionista tuvo a su caro la administración comunal de San José de Ocoa. Restaurada la República Dominicana, como fuera oficial del ejército español, debió emi- grar con su familia a Santiago de Cuba, en 1865. En la Guerra de Independencia cubana fue general del Ejército revolucionario.