Meta de inflación y crecimiento de los precios
Por Daris Javier Cuevas
Cuando los agregados monetarios ya resultaban incapaces para frenar la inflación, varios países del hemisferio decidieron buscar nuevas herramientas de gran poder de efectividad para controlar los niveles de precios, en consecuencia, impulsar la estabilidad macroeconómica. En efecto, múltiples bancos centrales a escala global adoptaron la estrategia del régimen de meta de inflación de manera pragmática para alcanzar la estabilidad de precios.
Se trata de que la inestabilidad de la demanda de dinero generaba dificultad para la implementación de un régimen de metas de agregados monetarios por lo que la alternativa más efectiva que se encontró fue migrar hacia la meta de inflación.
El primer país del mundo que asumió la meta de inflación fue Nueva Zelandia en 1989, seguido por Canadá en 1991, Israel en 1992, al igual que Reino Unido, en 1993 Australia, y Suecia, pero en América latina les correspondió a Chile en 1991, Perú en 1994, Brasil y Colombia en 1999.
Se trata de que las metas de inflación tratan de un régimen de política monetaria donde queda consignado la instauración de que la prioridad del banco central es desarticular el flagelo de la inflación y sus causales. Es por tal razón que las metas inflacionarias viabilizan que la política monetaria pueda orientarse de tal manera que ante cualquier adversidad endógenas o exógenas que provoque shock en la economia se pueda enfrentar sin que necesariamente se produzca estabilidad del dinero.
Es en tal contexto que las metas de inflación se han convertido en una poderosa herramienta de política monetaria en las aspiraciones de controlar la inflación y de mitigar la incertidumbre que se deriva de este fenómeno. Ciertamente se sabe que la meta de inflación no es una panacea que garantiza cero crecimiento de los precios, sin embargo, el hecho de que la política monetaria se diseñe y ejecute con cierto grado de autonomía y orientada a objetivos internos específicos es donde reside su ventaja, al tiempo que coloca a los bancos centrales en la ruta de los avances de política monetaria.
La estrategia de meta de inflación es una herramienta de la cual dispone la autoridad monetaria para definir su inflación meta utilizando como pivote la tasa de política como referencia para incidir en el nivel de precios, lo cual se alcanza a través de los canales de transmisión de la política monetaria. Obviamente, al definir y establecer una tasa de interés de política, se disipa el control de los agregados monetarios y, por tanto, la credibilidad de la política monetaria con meta de inflación queda subordinada a la capacidad comunicativa del banco central.
Dentro de las principales características de las metas de inflación es relevante resaltar el establecer la meta u objetivo de inflación, la transparencia y una perspectiva de inflación donde el banco central le imprima confianza a los agentes económicos. Es por tal razón que resulta oportuno la difusión de los informes y resultados de inflación, las proyecciones de esta, así como la discrepancia entre el vaticino de inflación y la meta, de igual manera están las decisiones de política monetaria que forjarán que a mediano plazo la inflación se oriente hacia la meta.
Desde una perspectiva macroeconómica, hay que resaltar que en el régimen de meta de inflación, un recalentamiento o enfriamiento de la economia puede interpretarse como una causal de inflación. Es por ello que la reacción de la política monetaria cuando se presenta un choque de demanda tiende a contribuir con una contracción de la demanda y de la inflación, pero a su vez, un choque de oferta puede reducir la inflación, pero el costo de esta indudablemente que es una reducción de la actividad económica.
Bajo el enfoque planteado, procede señalar que cuando no se logra controlar la inflación con la ejecución de la herramienta de meta de inflación, esto puede derivar en múltiples adversidades cuyas consecuencias impactan de manera negativa sobre los consumidores, con efectos y conflictos sociales. Por igual, la economia en su conjunto entra en una fase de incertidumbres y distorsiones capaces de alterar el animo de las autoridades económicas que se expresan en graves problemas incontrolables, razón por la cual se impone la prudencia y la frialdad cuando hay que decidir sobre la tasa de política en el actual contexto de crisis.