Nuestro pueblo y su Constitución
Ramón Antonio Veras.
1.- Enaltecer, prestigiar la Carta Magna de cualquier país, es reverenciarla en el contenido de sus disposiciones. Lo contrario sería deshonrarla con el descrédito.
2.- Una Constitución cae en mala reputación y peor fama, cuando se convierte en leyenda degradada, desprestigiada, ausente de credibilidad.
3.- Tener respeto, honrar la Constitución política dominicana, no es homenajearla el 6 de noviembre de cada año, con desfiles, discursos, coronas de flores y la presencia de burócratas con rostros decorados.
4.- Cada artículo de una Constitución es la expresión teórica de los derechos y libertades de los súbditos de un país y deben ser acatados por los gobernantes, sin ninguna interpretación antojadiza.
5.- Nuestro pueblo, en procura de tener una Constitución respetada, ha accionado desde el voto en las urnas, hasta la lucha armada en ciudades y montañas, pero todo ha sido inútil.
6.- A la gente humilde de aquí se le dice que respete la Constitución, pero desde las alturas del poder estatal la desconocen e irrespetan.
7.- Una comunidad de personas civilizadas no debe permanecer de manera sumisa viviendo a la voluntad de grupos que se creen con derecho a mirar de arriba a abajo, a menospreciar a los que son los más, al pueblo.
8.- La desigualdad que caracteriza a la sociedad dominicana se manifiesta en la desemejanza en los derechos, que para los poderosos son efectivos, mientras carecen de utilidad para la mayoría de la población pobre.
9.- La presente coyuntura de la cual somos testigos conviene ser analizada tomando en cuenta sus diferentes vertientes, y luego de bien sopesarla sacar las reflexivas conclusiones de que no debemos continuar como hasta ahora.
10.- Nadie está animado para estar viviendo como una calamidad, al rigor de las desdichas, golpeado en su dignidad, consideración y honor; y entregado a lo que sea el deseo de un malvado con influencia en centros de poder oficial.
11.- Lo ideal sería que nuestros conciudadanos cada mañana se levanten de sus camas, llenos de alegría y alborozados, y no como está ocurriendo ahora, que amanecen amargados, lancinantes, tristes, en estado desgarrador.
12.- En el medio social dominicano no hay concordancia entre lo que recoge y dice la Constitución, y la realidad material y cultural que en su modo de existencia lleva la mayoría de las ciudadanas y los ciudadanos.
13.- La forma como está redactada la actual Constitución dominicana, es delicia, fascinación, agrado, encanto, algo celestial, pero en el fondo, para la gente del pueblo es estar jodido.
14.- Aquí, no existe correspondencia constitucional al consagrar que la autoridad descansa en el pueblo, que son los más, pero el verdadero dominio lo tiene un puñado del conglomerado social.
15.- Quienes desde siempre han permanecido al frente del Estado dominicano, no cuadran con el espíritu de representatividad a que se refiere la democracia como forma de gobierno del pueblo, porque solo ha estado como distintivo de autoridad la minoría.
16.- Nuestro pueblo va a tener su Constitución cuando la misma sea la expresión real de sus derechos y aspiraciones, lo que solamente es posible con la existencia de un régimen económico y social que procure el desarrollo humano.