Este libro consta de 26 poemas, caracterizados por un tratamiento sentenciado, donde la brevedad del verso y un saber filosófico, marcan el tratamiento dado aquí al verso, por parte del sujeto-autor.
No puedo dejarme llevar de lo emotivo y anecdótico, para evitar cometer el imperdonable error de ponerme hablar del «camarada», en vez de referirme a la obra, por varias razones: a)-Motivos hay demás para establecer un contar de historias junto al autor de este libro, dentro y fuera de la UASD.
b)-No puedo seguir la negativa tradición de convertir este espacio crítico, en una farándula personal y de clanes, como muchos y muchas han convertido a la crítica literaria dominicana.
Los dos construimos sueños y utopías juveniles dentro de los ideales de la izquierda dominicana, como antiguos dirigentes de la Unión patriótica anti-imperialista (UPA), de lo cual sentimos patriótico orgullo y, ya a esta edad, no me arrepiento.
Ambos sabíamos del «bárbaro… Barbarín Mojica y la vieja «Línea Roja» (PTD), convertido hoy en Fuerza del Pueblo. Esa es la verdad de una vieja historia que, terminarla, no es punto de este espacio.
Pero no, no puedo asumir esa línea tan personal y descontextualizada, que tanto le crítico a algunos críticos literarios dominicanos. Debo asumir mi compromiso crítico y ponerme a dialogar con el texto que he elegido para este tratamiento analítico, el cual debe estar ausente de cualquier enfoque personal, para centrarme en en el universo discursivo y estético de la obra.
Este libro consta de 26 poemas, caracterizados por un tratamiento sentenciado, donde la brevedad del verso y un saber filosófico, marcan el tratamiento dado aquí al verso, por parte del sujeto-autor.
La memoria, los recuerdos y el sentimiento romántico del amantes redimido, es la imagen que envuelve a la mayoría de sus metáforas.
Decidí leer el texto varias veces, mejor dicho, para ser más sincero con ustedes, amigos lectores, me vi obligado a leer este libro, varias veces, para comprobar su trasfondo poético, porque el tiempo, la soledad y el pasado, forman parte de los ejes temáticos presentes en esta obra.
Entiendo que la mayoría de los poemas ameritan de un trabajo más detenido, en lo referente al ritmo en la organización de las palabras, dentro del verso, esto así, porque, para el poeta, no es suficiente decir, sino, saber decir.
Y fíjese usted que, aquí, los decires son desde el trasfondo de los conceptos expresados. El sujeto autor asume la posición de quien, de manera indirecta o soterrada, prefiere comunicar lo que siente, desde la lengua. Veamos:
«La lluvia empapa mis recuerdos/
con imágenes de esperanza»//.
«¿Estos deseos de explorar tu cuerpo persisten e insisten? ¿Cómo me hago para no mojarme con la lluvia que justifica tu ausencia?
No sé si la lluvia eres tú/Comenzó a llover y estoy invadido de tus recuerdos //.
Me curo en los amaneceres lluviosos, en esos que con su melodía masajea mis oídos»//.
(Ver pags. 5-6-7 y 8, obra citada).
La lluvia y los recuerdos son asumidos como dos motivos, para las evocaciones líricas y melancólicas, a la vez, en estos decires del amante a la amada.
«Imágenes de esperanzas» funciona aquí como una simbología de la promesa, la espera o el idolio del poeta por lo soñado.
En otro poema, con versos tan breves como los otros, en una línea, el sujeto-autor, contrario al título del libro, no se queda en el olvido, no, por el contrario, acude a los «recuerdos». Veamos:
«Me voy de la ciudad y la dejo habitada de tus recuerdos…/A veces me enamoro de los recuerdos/En silencio escucho tus recuerdos// Con la fortaleza de tus recuerdos logro los ensueños que provocan los deseos de dibujarte en un beso//
Confieso que he sido feliz con el recuerdo de tu sonrisa tierna//Tu mirada me ha dado la luz del día/por eso me resisto a vivir en la oscura distancia»//. Recuerdo que existo en el azul de tu mirada…»//. Intento dormir/pero tus recuerdos entretienen mi insomnio// Y amanecer con deseo de ti es mi sol//Ayer el día fue tan rápido que se me olvidó firmar la autoría de los versos…/Si los encuentras solo dile que eran míos//.
(Ver Págs. 17/26, obra citada).
Está el sujeto-autor situado en la remembranza de su existir. La memoria es la base de su escritura, para llevar al lector su angustia de enamorado del pasado, como motivo de su canto y de su insomnio.
Como si se tratara de un absurdo en su vida, este «Olvido existencial», está poblado de recuerdos.
Antes de cerrar estas palabras, debo reiterar que, estos versos ameritan de un trabajo más pausado en construcción de su musicalidad interna, no hablo aquí de rima, sino de trabajar el ritmo, la palabra, hasta convertirla en música sobre el tiempo.
«Olvido existencial», es la expresión de los recuerdos del vivir de sujeto-autor y su traginar en el tiempo, como presencia y como memoria de lo vivido, nunca como camino hacia el olvido.