Onatrate, Banderitas, Omsa y Metro

Por Altagracia Paulino

Es probable que los jóvenes de menos de 50 años no comprendan cómo ha sido el transporte público en la capital y en el interior del país, donde las formas de movilidad han cambiado, además de la presencia de los “motoconchos” que recorren todos los rincones del territorio.

En 1978 se produjo un cambio político importante. Las libertades públicas, menguadas durante los 12 años del gobierno de Balaguer, dieron paso a un nuevo aire: mayor libertad, convivencia democrática y un intento de institucionalidad.

Antes de esa fecha, el sistema de transporte era limitado en la capital. Los carros con capotas blancas y mamey ofrecían servicio interdiario, y las “guaguas de Santanita”, con sus rutas A y B, suplían de manera precaria la demanda de los ciudadanos.

El presidente Balaguer llenó la capital de las principales avenidas que conocemos: Núñez de Cáceres, Luperón, Isabel Aguiar y 27 de febrero. Eran espacios amplios donde, en esa época, hasta se podía jugar béisbol. Hoy, son sinónimo de tapones.

El nuevo gobierno de 1978 también impulsó urbanizaciones, y la migración interna trajo un cambio demográfico importante: entonces la capital tenía menos de un millón de habitantes (997,100, según el censo de 1978), y hoy solo el Distrito Nacional supera esa cifra, mientras el Gran Santo Domingo alcanza los 4,274,651 habitantes.

Lo que era la capital en 1978 equivale hoy al Distrito Nacional de 2025. Si en esa época el transporte era deficiente, ahora, con una densidad poblacional triplicada, el caos está garantizado.

El gobierno de 1978 se preocupó por crear un sistema moderno de transporte y fundó la Oficina Técnica de Transporte Terrestre (Onatrate). Cumplió parcialmente su cometido, pero resultó insuficiente. Sus unidades fueron cambiadas y pintadas con los colores de la bandera nacional; el público las bautizó como “las banderitas”.

En aquellos años, montar en una “banderita” era casi un acto cívico. La gente hacía filas con paciencia, conversaba con el chofer y hasta se conocían por nombre los pasajeros frecuentes. No había aire acondicionado, pero sí cortesía. Era un transporte popular con alma de pueblo, que reflejaba la época: más sencilla, más cercana, menos ruidosa.

En el 2000, el gobierno de Hipólito Mejíacreó la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (Omsa), que aún conecta con otras redes, incluyendo el Metro de Santo Domingo. En 2009 se inauguró este moderno sistema de transporte con 19 trenes de capacidad para 800 personas cada uno. Obra iniciada en 2005 y concluida el 29 de enero de 2009, durante el gobierno de Leonel Fernández: 14.5 kilómetros, 16 estaciones, vía doble, pero hoy insuficiente.

El Metro sigue expandiéndose. Se espera que la línea hacia Los Alcarrizos, junto con las unidades de la Omsa y los teleféricos, mejore la movilidad en una zona donde reside casi la mitad de la población dominicana.

Con el Metro de 2009 se produjo un salto en el desarrollo humano. Mi nieto Daniel Adrián hizo un nuevo amigo, porque un niño de Villa Mella pudo estudiar en el Dominico-Americano. El Metro hizo posible ese sueño. Sin él, nadie de Villa Mella podía llegar a las 8:00 a una escuela bilingüe de ese nivel.

La movilidad no solo mueve personas: mueve sueños, oportunidades y futuro. Si el transporte se concibe como un derecho, el país avanzará hacia una sociedad más justa, organizada y al Estado de derecho

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