Otra retirada de Trump
Por Deisy Francis Mexidor
El enfoque nacionalista y la percepción de que no cumplen con el interés de ‘América Primero’, quizás son los principales incentivos del presidente Donald Trump para tratar de separar a Estados Unidos de varias organizaciones internacionales.
Tales decisiones -advierten los observadores- reflejan un cambio significativo en la política exterior de Estados Unidos bajo este segundo mandato del republicano. El más reciente capítulo lo confirma.
El pasado 22 de julio el Gobierno de Trump anunció la salida de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) -efectiva a finales de diciembre de 2026-, porque “no redunda en el interés nacional”, dijo en un comunicado la portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce.
La administración Trump acusó a la Unesco de trabajar en función de “promover causas sociales y culturales divisivas y mantiene un enfoque desproporcionado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, una agenda globalista e ideológica para el desarrollo internacional que contradice nuestra política exterior de ‘América Primero’”.
La participación continua de Estados Unidos en organizaciones internacionales -subrayó Bruce- se centrará “en promover los intereses estadounidenses con claridad y convicción”.
El anuncio se produjo luego de la orden del presidente Trump de hacer una revisión de los estatutos de la Unesco al alegar que muestra una posición antiestadounidense y contra Israel, y promueve una agenda ‘woke’, un término que, en los últimos años, ha servido para referirse a la conciencia social y una agenda progresista.
Estados Unidos aportó este año aproximadamente 156,7 millones de dólares a la Unesco -150,8 millones en contribuciones obligatorias y 5,9 millones voluntarias-, lo que representa cerca del ocho por ciento de su presupuesto total. Una cantidad inferior al 22 por ciento que solía tributar antes de cancelar su financiamiento en 2011, después de la admisión de Palestina.
“La vocación de la Unesco es acoger a todas las naciones del mundo, y los Estados Unidos de América tienen todo su lugar en ella, hoy y mañana”, advirtió la directora general del organismo, la francesa Audrey Azoulay. Los motivos esgrimidos esta vez para “justificar su retirada son los mismos que hace siete años”, recordó.
“Aunque lamentable, este anuncio era previsible y la Unesco se ha preparado para ello”, señaló Azoulay, quien destacó que el organismo está “protegido” contra el abandono de su contribuyente más importante, cuyo reingreso se había producido en 2023.
De acuerdo con estimados, Estados Unidos no representaba más del ocho por ciento del presupuesto total del organismo, pues con el antecedente anterior el resto de los países miembros y entidades sociales que tributan a esta entidad de la ONU para la ciencia y la cultura, duplicaron sus aportes.
Como era de esperar, solo Israel celebró la postura de Washington, que calificó de “un paso necesario”, mientras el secretario general de la ONU, António Guterres, lamentó “profundamente la decisión de Estados Unidos de retirarse una vez más de la Unesco”.
HISTORIA REPETIDA
Como si fuera un déjà vu. Estados Unidos abandonó la Unesco en tres ocasiones. En 1984, durante la presidencia de Ronald Reagan y se reincorporó en 2003, cuando la administración de George W. Bush; en 2017, en el primer mandato de Trump y ahora, en el segundo.
Lo mismo ocurrió con al menos cinco agencias o grandes acuerdos multilaterales desde su retorno a la Casa Blanca el 20 de enero.
Un día después de asumir el cargo, el entonces presidente de estreno hizo pública su intención de dejar la Organización Mundial de la Salud (OMS), agencia de la que financiaba un 18 por ciento de su presupuesto total con lo cual era el principal contribuyente, con argumentos que atacaban a China.
En su primer periodo en la mansión ejecutiva, el republicano hizo lo mismo con la OMS, pero esto lo revocó Joe Biden tras ganar las elecciones de noviembre de 2020 y volver al cargo en 2021.
También el 21 de enero de 2025, el gobernante dio el paso a un lado con los Acuerdos climáticos de París, un movimiento que adoptó igualmente en su primer mandato y que fue revertido por Biden.
Para Trump, que ha mostrado ser un escéptico del cambio climático, formar parte del acuerdo representa una carga injusta para la economía de Estados Unidos.
Así sucedió con el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, del que formalizó su partida el 4 de febrero de 2025 a través de una orden ejecutiva en la que criticó el presunto sesgo contra Israel del organismo con sede en Ginebra.
Además, la Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina (Unrwa) sufrió el efecto Trump. Ese propio 4 de febrero el mandatario suspendió la financiación de Estados Unidos a esa entidad de la que fue principal contribuyente previo a escalar el conflicto entre Israel y el grupo palestino Hamas, y estallara la guerra en Gaza en octubre de 2023.
Pero en este caso, Trump lo que hizo fue oficializar una medida adoptada en enero de 2024 por la administración Biden.
El listado de las arremetidas del republicano incluyó a su vez el desmantelamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid).
El pasado 24 de enero, Trump ordenó una congelación casi total de la ayuda exterior y luego suspendió las actividades de Usaid, como parte del interés por reducir gastos federales y reorganizar la asistencia exterior.
Elon Musk, entonces director del Departamento de Eficiencia Gubernamental, dijo que tanto él como Trump estaban en proceso de cerrar Usaid, por ser una “organización criminal”.
A juicio de expertos, pese a que esa agencia se asocia con historias de golpes de Estado y ha servido para fomentar oposición ficticia, para fabricar disidencia y para estimular actos de protesta en algunas naciones, los grandes recortes habrían impactado importantes programas sanitarios y educativos en más de 120 países.