Para entender la discrecionalidad del millonario negocio de la colocación de las pautas publicitarias estatales.
Por Juan Carlos Espinal.
Las señales estatales de Radio y Televisión, las rotatorias y la prensa escrita al servicio del establecimiento corporativo nos merece atención.
Durante décadas los medios de comunicación corporativos han estado controlando a su antojo a la opinión pública nacional manipulando los contenidos.
Bajo la sombrilla del sector financiero nacional, los grupos económicos y políticos de la democracia representativa 1966-2024 han instalado un consenso de clase que a través de la publicidad estatal financia de manera indiscriminada los intereses corporativos.
El uso intensivo de la propaganda política es una táctica mediática que funciona en la medida que confunde a la opinión pública.
Los partidos políticos de la democracia representativa, el entramado comisionista de las comunicaciones de la Presidencia de la República 1966-2024 y las publicitarias del sector privado contratadas para tales fines impulsan campañas de relaciones públicas sin ningún tipo de rigor en el manejo de la información.
Según el libro del populismo mediático mientras más mercadeo más efectiva es la táctica política.
De todos modos, la inmoralidad como instrumento político causa poco efecto aún cuando puede ser utilizada para persuadir al público a través de fuegos artificiales.
El panfleto es un síntoma de corrosión ideológica constituyéndose en un delito.
No obstante, el panfleto es la vía escogida por los ansiosos grupos económicos y políticos en co-habitación.
Para las audiencias nacionales es importante estudiar el fenómeno mediático porque en tiempo real se puede medir su alcance.
No tener un criterio definido para planificar y evaluar el mercado de la información es exponer a la sociedad a riesgos de conmoción social.
Los medios de comunicación no son un contra poder al Estado, al menos en su esencia.
Cuando los gobiernos nacionales o locales deciden instrumentalizar politicamente a la prensa nacional llevando la publicidad estatal a niveles de sumisión de mero intercambio publicitario entonces podemos establecer que los medios de comunicación atraviesan un grave crisis de credibilidad.
En ese sentido, proliferan las falsas noticias, la manipulación ideológica, el uso intensivo del miedo, el odio de clase y la ignorancia.
Los medios de comunicación que se prestan para ese ejercicio político se constituyen en un obstáculo para la sociedad Dominicana en su conjunto.