Por qué en el déficit de atención de la ciudadanía hacia la política

Rafael Grullón

Una vez estábamos retirando un efectivo en un cajero del Banco de Reservas y mientras hacíamos la operación en tiempo real, escuchamos la voz del whatçhiman: Sacala ahora, la tarjeta.

Los whatçhiman que se pasan el día paseándose alrededor de los cajeros de los bancos por el ruido que escuchan durante el día sin cesar, saben a la altura que está una operación que realiza un ciudadano.

Cuando nos paso eso en el cajero, nos vino a la mente un artículo que escribió Miguel Solano, entonces muy lucido, sobre una empresa que lanzó un producto para los perros.

Los inversionistas hicieron una campaña costosísima promoviendo el nuevo producto, pero las ventas no cuajaban.

Bajo la presión de los inversionistas, se convocó al Consejo de la empresa para buscarle una explicación al problema.

Sucedió entonces un acontecimiento, el mozo que servía a los miembros del Consejo al escuchar la dificultad de que el producto no haya sido aceptado en el mercado, lanzó la que no se devuelve » Puede ser que a los perros no le guste»

Esto trajo el recuerdo, los especialistas de déficit de atención en las escuelas. Los especialistas les atribuían el problemas a los niños.

Todo esto cambio hasta que un niño gritó: No es que yo tengo déficit de atención, es que lo que me están diciendo no me interesa».

Entonces, no es que los ciudadanos tengan un déficit de atención a los problemas políticos, es que el discurso no les interesa

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