¿Por qué la reelección del Presidente Abinader divide al PRM?

Por Juan Carlos Espinal.

Por lo general, la división del poder político varía en proporción inversa al poder efectivo del poder Legislativo en su conjunto.

En el presidencialismo, el Poder Legislativo es una dependencia del Poder Ejecutivo.

La división política del PLD proporciona un notable carácter histórico para comprender la desaparición del PRSC y del PRD, como partidos hegemónicos.

La probabilidad de que haya división en el PRM aumenta en la medida que desciende de la jerarquía política a la burocrática.

Las bases de sustentación social del PRM son más propensos a la dispersión política que los dirigentes regionales y los líderes de su dirección política, aunque es más probable que los intereses económicos los unifiquen en los municipios.

En la era pos COVID-19, existe una relación inversa entre la escala de planificación pos pandemia y la incidencia de la desestabilización social.

El factor crucial de la reelección en este tipo de partido político es la existencia de un obvio relajamiento de las instituciones, que excluyen a los dirigentes políticos locales inculcandoles un código de valores con un firme acento grupal.

Usualmente, los dirigentes políticos locales son líderes comunitarios bastante autónomos y más comprometidos con sus fuerzas sociales.

Los líderes políticos locales permanecen leales al partido en la medida en que las normas establecidas se van cumpliendo y las municipalidades aceptan el poder político y la virtud moral como sustitutos del beneficio económico.

A los funcionarios públicos de bajo nivel se les compensa su falta de influencia política mediante una mayor oportunidad en la nómina pública, se les reparte pensiones solidarias en plena edad laboral y se les consuela con un propio peculado.

Es posible que esta relación política se haya convertido en una manera de crecimiento económico.

La división política del PLD, por ejemplo, comenzó en expansión geográfica hasta convertirse en un sentimiento nacional.

En estos momentos, si no fuera por la flexibilidad que otorga el presupuesto nacional, la alta tasa de desempleo y el rígido sistema administrativo registraría un colapso sistémico.

La división de los grupos económicos del PRM, por supuesto, tiende a debilitar aún más la democracia representativa y perpetúa la debilidad institucional.

En tal sentido, se expresa la ingobernabilidad.

La división política del PRM expresa el surgimiento de un nuevo reordenamiento político.

De modo semejante, la mayoría de los 27 partidos políticos del presidencialismo se encuentra en franca descomposición.

Mientras la nómina pública se encuentra corrompida por los interés de los grupos económicos en conflicto la democracia representativa continuará deslegitimandose.

Las organizaciones partidarias de pos guerra fueron creadas desde abajo por una revolución popular o construidos desde arriba por un golpe de estado o patrocinio foráneo.

La repetición de un esquema de división de los grupos económicos en el PRM borrará las estructuras políticas tradicionales del sistema.

En estas sociedades en vías de desarrollo, las fuentes de distribución de las riquezas son escasas y demasiado reducidas como para gobernar todo el tiempo con el Ejército en las calles.

La razón para entender la división política del PRM no deriva de las simples preferencias por una organización respecto de otra.

La división del PRD, como vimos entre 1978-1986 y 2000-2004, es un proceso histórico político en movimiento.

Y, en particular es fruto de la expansión de la conciencia ciudadana y la participación políticas.

La división del PRM prevalece entre los grupos económicos y los grupos sociales quienes reducen las oportunidades de acceso del partido.

La experiencia histórica del PRD refleja ese modelo.

El PRM se convertirá en camarillas partidistas con principios económicos antagónicos.

Esos grupos económicos antagónicos tienden a representar intereses privados e individuales que se ocultan detrás de la debilidad institucional del gobierno.

En ese escenario, la debilidad institucional de la organización política es ideal para la división.

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