¿ Qué está pasando en Gaza?
Enrico Tomaselli.
Foto: Enrico´s Substack
…según fuentes de inteligencia de Tel Aviv, ahora se reconoce que Hamás y las demás formaciones han sido capaces de cubrir completamente las pérdidas alistando a miles de nuevos combatientes; y, como se desprende de las noticias, el nivel de eficacia de las formaciones de combate está aumentando.
Según los últimos rumores procedentes de los mediadores egipcios y qataríes, el acuerdo de alto el fuego en Gaza se encuentra ahora realmente en la recta final; una noticia que debe tomarse con una pizca de sal, puesto que ya había parecido cerca en varias ocasiones, sólo para verse arruinado por nuevas peticiones israelíes.
Sin embargo, hay un par de factores que pueden inducir a un cauto optimismo: por un lado, la ya inminente toma de posesión de Trump (que ha dejado claro lo mucho que le importa), y por otro una significativa reanudación ofensiva de la Resistencia. Evidentemente, aún quedan algunos aspectos por resolver, pero en este momento pertenecen a las últimas escaramuzas entre las partes.
El principal obstáculo, a saber, la hostilidad de la extrema derecha israelí parece haber sido superado, también porque la amenaza de una crisis de gobierno es un arma un tanto contundente, dado que en caso de nuevas elecciones correría el riesgo de encontrarse fuera del gobierno.
La cuestión fundamental es, por supuesto, la fiabilidad israelí. La Resistencia intenta obtener un acuerdo que abra el camino, en un plazo razonable, no simplemente a un intercambio de prisioneros y a una retirada de las FDI de la Franja, sino a un cese de las hostilidades, que permita, en primer lugar, restablecer unas condiciones de vida mínimas para la población palestina(alimentos, agua, atención sanitaria, viviendas provisionales adecuadas a las condiciones climáticas) y, posteriormente, sentar las bases de la reconstrucción.
Pero, como es previsible, aunque el acuerdo prevea un alto el fuego sin límite de tiempo, está claro que Israel seguirá reservándose el derecho a reanudar el conflicto cuando más le convenga. Un ejemplo es el alto el fuego libanés, violado ya cientos de veces por las FDI, y cada vez con mayor arrogancia, hasta el punto de inducir a Hezbolá a amenazar con una respuesta militar, si no cesan.
La primera cuestión crucial es, por supuesto, quién debe ejercer la autoridad político-administrativa sobre la Franja.
A Estados Unidos, y con ellos a la mayoría de los países árabes, les gustaría confiarla a una gestión mixta entre la Autoridad Nacional Palestina y algunos gobiernos árabes, pero Tel Aviv -a pesar de que la ANP es un claro instrumento en manos de Estados Unidos, y un activo colaborador de las FDI en Cisjordania- está decididamente en contra, porque cualquier atisbo de autogobierno palestino es visto como humo en los ojos, y potencialmente capaz de representar la amenaza de un futuro Estado.
La posición de la Resistencia al respecto es en cambio más pragmática; la hipótesis oficial es la de un gobierno palestino unitario (Resistencia + ANP), o alternativamente un gobierno técnico, pero fundamentalmente es consciente de que en este momento es más apropiado dejar la carga de la gestión de la posguerra a quienes estén dispuestos a asumirla, sabiendo muy bien que en cualquier caso su propia fuerza militar y el amplísimo consenso con el que cuenta son una garantía de seguridad.
En cualquier caso, todo lleva a pensar que Netanyahu se está planteando realmente poner fin al conflicto de Gaza.
Aparte de que, tras quince meses de guerra, la sociedad israelí parece cada vez más estresada -y no sólo económicamente-, ahora parece claro que sería difícil conseguir más, militarmente hablando, mientras las viejas y nuevas necesidades estratégicas pasan a primer plano: el creciente conflicto en Cisjordania, que adquiere cada vez más las características de una verdadera guerra, y que representa una zona en la que las ambiciones territoriales israelíes son muy fuertes; la ocupación del suroeste de Siria, que amplía el compromiso de las FDI y amenaza con desembocar en un enfrentamiento -también militar- con Turquía (sus apoderados); la esperanza de implicar a la administración Trump en un enfrentamiento final con Irán, quizá utilizando como pretexto la hipótesis de que Teherán se está dotando de armas nucleares.
Como telón de fondo de todo esto, la capacidad de combate cada vez más evidente de la Resistencia, que ahora también se desprende extraoficialmente de fuentes israelíes.
De hecho, según fuentes de inteligencia de Tel Aviv, ahora se reconoce que Hamás y las demás formaciones han sido capaces de cubrir completamente las pérdidas [1], alistando a miles de nuevos combatientes; y, como se desprende de las noticias, el nivel de eficacia de las formaciones de combate está aumentando.
Si, por ejemplo, se observa la zona norte de la Franja y, en particular, Beit Lahia y el campamento de Jabalia (donde las FDI llevan a cabo una operación desde hace más de 100 días), se comprenderá fácilmente de qué estamos hablando.
Aunque estas zonas están ahora sustancialmente despobladas, la Resistencia lleva a cabo emboscadas complejas casi a diario, utiliza microcámaras colocadas estratégicamente para vigilar los movimientos militares y recupera explosivos de bombas israelíes sin detonar, reutilizándolos para socavar edificios y construir artefactos explosivos improvisados para utilizarlos contra los tanques.
Sólo en los últimos tres días, los ataques llevados a cabo por la Resistencia han causado quince muertos (admitidos oficialmente) y unos cincuenta heridos.
El hecho de que se haya hecho oficial el nombramiento de Mohammed Sinwar, hermano menor de Yahya, como comandante de las Brigadas Izz al-Din al-Qassam también es señal de que se ha restablecido el nivel de seguridad.
En resumen, hay varios elementos que llevan a esperar un punto de inflexión a corto plazo, especialmente para la atormentada población de Gaza.
Sin perjuicio de lo que ambas partes saben bien, y es que la guerra de liberación de Palestina sólo se suspenderá.