Radhamés Polanco, la resistencia hecha teatro

Por Esteban Tiburcio Gómez

«Radhamés Polanco es, en toda la extensión de la palabra, la encarnación de lo que un filósofo español llamó una resistencia íntima. Es la resistencia en su dimensión más compleja; política, ante las estructuras de poder que nos dominan y nos enajenan; social, por su activa militancia; y cultural, desde su permanente compromiso con el teatro y con la identidad dominicana».

Hay creadores cuya existencia supera los límites de su obra y cuya trayectoria se convierte, por sí misma, en una forma de pensamiento. Radhamés Polanco (Arístides Radhamés Polanco Tobal) es uno de esos creadores indispensables para comprender el teatro dominicano contemporáneo. Nacido el 27 de agosto de 1953 en La Piña de Jaya, San Francisco de Macorís, su vida es la historia de una obstinada búsqueda, la del sentido del teatro como memoria, como conciencia y como resistencia. En él confluyen el actor, el dramaturgo, el narrador, el director, el profesor, el investigador y el militante cultural. Pero, más allá de todas estas dimensiones, Polanco es una ética, un modo vertical y correcto de habitar en este mundo en donde se siente el eco de las máscaras caídas.

 Radhamés Polanco.
Radhamés Polanco.

«Radhamés Polanco es, en toda la extensión de la palabra, la encarnación de lo que un filósofo español llamó una resistencia íntima. Es la resistencia en su dimensión más compleja; política, ante las estructuras de poder que nos dominan y nos enajenan; social, por su activa militancia; y cultural, desde su permanente compromiso con el teatro y con la identidad dominicana. Su paso por el movimiento popular marcó profundamente su trayectoria, convirtiéndolo en un símbolo vivo de resistencia. Desde entonces, su presencia en la escena, como actor, director y dramaturgo, ha sido una afirmación constante de lo contra-sistémico, de la búsqueda de un teatro que cuestione, que remueva, que desestabilice los moldes establecidos sobre «cómo debe hacerse teatro». Su experiencia en España enriqueció aún más su mirada y su escritura. En su dramaturgia se percibe un profundo interés por las raíces auténticas de la dominicanidad, no como un simple repertorio folclórico, sino como una exploración de lo que somos en nuestros gestos cotidianos, en la música que nos atraviesa, en la manera de hablar, de caminar, de comer, de amar, de existir. Radhamés escribe con oficio depurado, con un dominio admirable de las estructuras dramáticas y con una comprensión lúcida del fenómeno teatral. Pero, más allá de su talento creativo, para mí Radhamés Polanco es la materialización ética de esa resistencia íntima tan necesaria en un país que tantas veces se pierde entre tontos útiles y esclavos del poder. Él es la prueba viviente de que la resistencia puede y debe hacerse carne»

Ángel Concepción (Yeyé),
Escritor, teatrista y crítico de arte.
 

 Radhamés Polanco (con gafas oscuras), cuando ganó el Premio de Teatro del Ministerio de Cultura 2022.
Radhamés Polanco (con gafas oscuras), cuando ganó el Premio de Teatro del Ministerio de Cultura 2022.

Polanco se formó en el cruce intenso entre las ciencias sociales y la creación teatral. Maestro en Ciencias Sociales, mención Historia, y licenciado en Pedagogía con mención en Filosofía y Letras por la universidad Autónoma de Santo Domingo UASD, entendió desde temprano que el teatro no podía desvincularse del conocimiento profundo de la sociedad. Completó especializaciones en dramaturgia y dirección escénica en la RESAD de Madrid; cursó un doctorado en Ciencias del Espectáculo en la Universidad Carlos III; y realizó estudios predoctorales en Antropología Teatral en la Universidad de Bolonia. Su formación no ha sido una acumulación de títulos, sino un proceso de cultivo interior donde lo histórico, lo filosófico, lo antropológico y lo estético convergen para forjar una visión amplia y rigurosa del teatro como lenguaje civilizatorio.

Su concepción del teatro, profundamente humanista, lo lleva a afirmar que toda cosa viva o muerta posee un drama peculiarísimo, la teatralidad es, en su visión, una condición ontológica del mundo.

«Mira, si hay una virtud que define a Radhamés Polanco por encima de todas, es su absoluta integridad, la coherencia inquebrantable entre lo que piensa y lo que hace. Radhamés ha sido siempre un hombre rebelde, firme en sus convicciones, capaz de sostener una posición con la misma dignidad, ya sea ganando o perdiendo. Esa es, sin duda, la primera cualidad que siempre he admirado en él. Además, Radhamés es uno de los grandes creadores del teatro dominicano contemporáneo. Estoy convencido de que, con el tiempo, sus aportes serán valorados en toda su dimensión. En la Escuela de Teatro, por ejemplo, su influencia fue decisiva para renovar y ampliar la visión del teatro académico. Los estudiantes que pasaron por sus manos salían con herramientas nuevas, con una concepción más profunda y crítica del oficio actoral, algo que hasta entonces no se les había brindado. Su contribución a la dramaturgia es igualmente significativa, especialmente en lo relativo a la dominicanidad. Radhamés ha sabido rescatar memorias esenciales de nuestra historia y de nuestra identidad cultural, integrándolas con sensibilidad y rigor en sus obras. Gracias a su pluma, muchas de esas memorias, a veces dispersas, silenciadas o relegadas, encontraron una nueva vida sobre el escenario».

Noe Zayas,
Escritor, director teatral, activista cultural y editor.

Su labor docente ha sido decisiva. Polanco enseñó en Bellas Artes de San Francisco de Macorís, el Liceo Ercilia Pepín, la Universidad Católica Nordestana y, sobre todo, en la Escuela Nacional de Arte Dramático (ENAD), institución que dirigió con la mezcla de rigor y lucidez que siempre lo ha caracterizado. Quienes pasaron por sus aulas destacan su excepcional capacidad para abrir la visión del teatro más allá de la simple técnica. Bajo su guía, los estudiantes aprendían que actuar es pensar, que la escena no es imitación sino conciencia, y que el artista debe ser, ante todo, un ser ético.

Radhamés Polanco, la resistencia hecha teatro

La influencia del maestro Radhamés, ha impactado positivamente en la formación actoral en República Dominicana con carácter de ruptura, actualizó métodos, estimuló la investigación, promovió el análisis crítico y desmontó límites tradicionales entre actuación, dramaturgia y la filosofía del arte. Polanco enseñó a pensar el teatro como un acto de ciudadanía.

«Radhamés Polanco, como profesor, es una figura profundamente disciplinada y exigente, pero también excepcionalmente sabia. Conoce el teatro, domina su enseñanza y valora la atención plena de sus estudiantes. Su entrega a la pedagogía es evidente; pone todo su empeño en asegurarse de que el alumno comprenda verdaderamente lo que está aprendiendo. Si necesita dedicar varias sesiones a un mismo tema, lo hace sin dudar, no para cumplir con el programa, sino para garantizar una enseñanza real y significativa. Como persona, Radhamés Polanco es igualmente admirable. Es un hombre dinámico, abierto, amigable y muy accesible; se da a querer fácilmente entre los teatristas y sabe comunicarse con claridad y cercanía. Un ejemplo de su objetividad y enfoque holístico de la enseñanza ocurrió cuando realizamos la titulación en Bellas Artes de Santiago. En un examen práctico que él impartió, yo no pude presentarme por problemas familiares. Sin embargo, dos de mis alumnas, Tattiani y Angélica, sí tomaron la prueba. Cuando me acerqué la semana siguiente para solicitarle que me permitiera hacer el examen, él me respondió: «No, ya yo lo examiné a usted. Si sus alumnas demostraron las cualidades que tienen, es porque usted se las enseñó. Por tanto, usted está aprobado.» Esa respuesta evidencia su capacidad para valorar el verdadero mérito y reconocer la enseñanza efectiva»

José Rafael Cruz. Director Teatral, actor y ex presidente de Acción Teatral del Cibao.

 

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