Retos presentes y futuros de la República Dominicana

Por Juan Carlos Espinal

Las élites políticas y empresariales y su estatus quo del siglo 21 descubrieron tardíamente la senda del progreso colectivo del equilibrio social a través de la  inequidad distributiva del presupuesto. Tal vez eso se debe a  que- históricamente hablando- los pensadores convencionales de la democracia representativa se agruparon con los movimientos de ideología nacionalistas – agrarios, que los observadores urbanos del siglo 21 confunden fácilmente con el desarrollo humano e incluso tecnológico de la época; con la reacción y la contra revolución capitalista de entre  1930-1978, por ejemplo.

Después de todo, todas las grandes batallas sociales  del país, en el período revolucionario 1948-1959 primero, y posteriormente entre 1963 y 1965 se habían hecho siempre contra los intereses de República Dominicana y nunca a favor de su causa revolucionaria. De hecho el término democracia representativa no paso a formar parte del vocabulario  populista de los partidos políticos de elite hasta después del golpe de estado de 1963. Las elites capitalistas– que durante la dictadura imperial de los EE.UU en Santo Domingo, 1930-1961, habían intervenido tanto en operaciones de guerras regulares como irregulares – utilizaban el término “progreso”-, que durante la dictadura constitucional del Dr. Joaquín Balaguer Ricardo se impuso entre los movimientos de resistencia de inspiración fascista.  La elite -el sector financiero-¿En los anos 90´s? realizo una intensa actividad de lobby político- al interior  de los partidos políticos- al terminar la segunda fase del borrador neoliberal. Con anterioridad a la primera ola de privatización del estado, la democracia constitucional no figuraba entre las tácticas de los gobiernos.  

Excepto, quizá, en la elite de la iglesia católica, donde algunos obispos  fueron actores directos de    la nueva estrategia neoliberal. Después que los resultados socio económicos del  “diálogo tripartito”,- bajo la dirección de Agripino Núñez Collado y sus economistas neo liberales- se volviera contra sus antiguos aliados el sindicalismo populista, (tras el espectacular fracaso de las propuestas e iniciativas de la elite empresarial) , José Francisco Peña Gómez (PRD) principal estratega de la nueva estrategia de la elite terminaría por  reconocer que después de medio siglo de presencia norteamericana en Santo Domingo había extensas zonas del estado- nación que escapaban  al control institucional de la administración central, sino que, como devoto de “Desde Cristóbal Colon hasta Fidel Castro”,- la gran obra clásica del profesor Juan Bosch-, creía que la táctica  de la paz social era tan solo un componente tradicional de los conflictos sociales en Rep. Dom. (1984).

Desde luego, a ningún dominicano con una cierta formación clásica se le escaparía la similitud existente entre el establecimiento por parte de Washington en el Caribe de la primera zona libre de “comunistas”. En 1973, el jovenFrancisco Alberto Caamaño Deno había sido incitado por sus aliados revolucionarios de  Santo Domingo lo que llevo a  sus antiguos compañeros de aventura a imitar a los antiguos héroes. La estrategia de las elites del país parecía inadecuada en el siglo 21, para las municipalidades con unas comunicaciones internas modernas y para una población habituada  a ser controlada  por los impuestos directos y la especulacion de precios no importando que tan asocial esta estrategia se constituyera . Lo cierto es que desde un principio 1916-1924 la estrategia de  de los EE.UU. en  República Dominicana ni siquiera tuvo éxito en la dictadura trujillista, 1930-1961, donde el Estado Nación  -después de varias campañas militares- obligo en 1959 a los “comunistas” a abandonar para siempre sus intenciones en las principales regiones del país y, luego años mas tarde, a retirarse al exilio involuntario primero, a la sociedad civil, segundo y a las recién creadas organizaciones privadas de los partidos políticos del sistema de elite empresarial. Los antiguos jóvenes que se revolucionaron , como Antonio Isa Conde, por ejemplo, abrazaron el capitalismo salvaje a finales de los años noventa,  y tiempo después, ningún grupo sindical de importancia volvió a poner en práctica la táctica de la huelga ,en parte alguna,- ahora pienso en Pepe Abreu-, a no ser FALPO, en el noroeste, en su “inspiradora” lucha contra la desigualdad, medio siglo después.  Sin embargo la democracia  representativa pareció una ocasión más inmediata y general al camino del capitalismo salvaje.

 Las instituciones democráticas empezaron a desestabilizarse y los líderes  políticos y empresariales de elite  intentaban controlar la inestabilidad democrática donde la resistencia social había sido más eficaz.  Probablemente, Leonel Fernández, pudo haber conservado un consenso mayor con inclusión – en las capas medias y bajas de la población- aunque no sabemos si por mucho tiempo. Pero, por las razones que fuera, todavía en el año 2011 la institucionalidad democrática es objeto de debate en lo que queda de la izquierda democrática, o lo que hoy se supone que es ser progresista. La segunda fase de las privatizaciones fondomonetaristas (1986-1996) surgió del impacto de la guerra fría, aunque entre 1907-2007, de una forma totalmente distinta.    

En la tercera ocasión, la democracia sucumbió al capitalismo salvaje y el rechazo de la población a este tipo de pensamiento político y empresarial de elite llevo a la tensión de la sociedad con el poder. La naturaleza y la acción política de los partidos emergentes se analizaran en otro momento.  Lo que nos interesa ahora es el fenómeno de  la transformación social-desde abajo-, en sí mismo. Todavía hoy el poder es ejercido por el grupo (o grupos) oligárquicos aliados a las fuerzas históricas conservadoras, pues el PRSC, el PQDC, la FNP, por ejemplo –en el contexto histórico-, no habrían podido ser demócratas solamente por el hecho de que un tercio de las fuerzas populares   otorgaran una legitimidad constitucional, ni siquiera aliados al PLD.  Naturalmente los intermediarios de ala liberal de la derecha se opusieron a los regímenes dominados por los democráticos revolucionarios. En los partidos políticos del sistema no existió nunca un vacío de poder.  Para un sector de la elite dominicana , un movimiento de unidad social fuerte jamás lograría  alzarse con el poder más allá del clásico hundimiento de la institucionalidad democrática del siglo 21.Para un sector de la opinión publica nacional la institucionalidad democrática se da solo y únicamente en las fuerzas externas desde la optica de sus interlocutores validos.  

Las fuerzas sistémicas de oposición  al oficialismo   estaban dividas como lo  asegura los vaivenes de su convención.  . En este país, la dirigencia media y de base de los partidos políticos de elite luchan de manera desigual con el poder factico, enfrentándose a una democracia mediatizada y cada vez más débil, pero que también habían luchado en la guerra colonial del 1965.  Naturalmente, la dirigencia media y de base, necesitaba contar con el apoyo de una gran parte de la población, entre otras razones porque en conflictos políticos internos al prolongar el centralismo democrático pues se controla la situación.  

El problema del sistema de partidos políticos de elite radica en que al no existir garantías constitucionales para dirimir  la participación- en “democracia”- se ha creado indirectamente un sistema de desigualdades y privilegios. ¿Acaso no dicen los estudios de opinión pública y las encuestas de investigación socio demográfica que la mayor parte de la militancia media y de base del sistema de partidos de elite estaba en una inercia tal que estaba a punto de caer -en cualquier momento – en el abismo sociopolítico, y que muchos otros movimientos sociales y políticos estaban amenazados por la incertidumbre? pero, ¿Podía algún observador  serio asegurar que la democracia había dado un decisivo giro hacia la participación popular? Si los gobernantes y los empresarios de esta sociedad dominicana del siglo 21 tenían alguna duda de ese tipo de transformación social, no era fruto del equilibrio social y económico del modelo.  

Lo que les debería preocupar a las elites políticas y empresariales del status quo era como reconstruir unos barrios empobrecidos, repletos de hombres y mujeres exhaustas y envejecientes arruinados por el capitalismo salvaje, en medio de unas riquezas inexplicables y en algunos casos  signos hostiles a la convivencia humana. . Estuvieran o no justificados, los temores que existían en las elites del país formaban parte de la era de la volatilidad y las crisis socio económicas de la revolución social y tecnológica mundial nacida en los años 90. En suma, la historia de la primera década del siglo 21 no puede comprenderse sin la revolución anticolonial de los países árabes y latinoamericanos sus repercusiones directas e indirectas.

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