Una mirada a la guerra informática en la geopolítica del petróleo

Por Juan Carlos Espinal. La globalización de los mercados y el espectacular cambio tecnológico que vuelva cada día de otro más obsoleto obliga a ponerse constantemente al día a los teóricos en información sobre los procesos histórico políticos y sobre los productos sociales y económicos. En semejante contexto, la colaboración no es solo un medio de compartir impresiones y recursos sino también una póliza de seguros contra una decisión socio política desacertada. Las consecuencias de tal decisión también serán sufridas por los competidores ya que las redes sociales son ubicas y están entrelazadas.

Resulta interesante que para que una red social pueda mantener la audiencia del mercado deberá plantear una nueva ideología de mercado. Y es que los efectos organizativos de este mercado de información y opinión son exactamente opuestos a la teoría economica neo clásica del liberalismo político y se sugiere el uso intensivo de la tecnología. La globalización de la información es una especie de telaraña del tamaño del mercado que induce hacia un alcance de redes multi direccionales que se convierten en una unidad operativa real.

El aumento de la audiencia, debido a la complejidad neurológica del fenómeno y su incorporación geométrica exterioriza y distribuye los intereses a su efecto de una manera geográfica, con lo que sin duda se aumenta la certidumbre de la noticia y posibilita que se extienda global y localmente y se comparta. Así pues, o bien la explicación corriente de los teóricos convencionales, basada en los fundamentos de las teorías neo clásicas de pos guerra, es errónea, o los datos disponibles sobre el surgimiento de las redes sociales en política, por ejemplo, son incompletos.

Por lo tanto, el nuevo fenomeno de las redes sociales , sus formas de organización, parecen estar floreciendo en varios segmentos poblacionales y en diversos contextos socio económicos en torno a líneas horizontales de mando que parecen relacionarse estructuralmente con el funcionamiento de la economía informacional global. Esa tendencia no significa que estemos reemplazando el modelo socio político de organización sino que las nuevas culturas están definiendo la inter acción desde un modelo a otro.

Es previsible el enorme crecimiento exponencial respecto de las antiguas formas de organización.  Y es que sus bases tecnológicas están cambiando radicalmente los rasgos institucionales de los viejos partidos de pos guerra. La arquitectura organizativa de la plataformas de redes sociales y su composición social, que se está formando por todos los municipios del país, resultan influidas por las características regionales de las sociedades urbano rurales en las que se insertan. Por ejemplo, el contenido de las redes sociales y su simultaneidad global y local no dependen de una matriz informacional ni de sus elites culturales y educativas lo que reduce la tendencia hacia la dependencia de los monopolios y su estrategia esta dictada por sus referentes múltiples de producción. Las redes sociales se está incorporando gradualmente a la industria del capitalismo de la información en torno a ideas en plataformas de redes de alta tecnología y conocimiento acercándose a la construcción de ciencia, que tiende a convertirse en una matriz de información privilegiada. Y eso es poder.

La incorporación gradual de este movimiento social de características ciudadanas se ha visto favorecida por una universalidad heterogénea dominada por ideas progresistas, conservadoras o no, democráticas y de izquierdas. En otras palabras, la construcción de nuevas alianzas sociales es cada vez más internacional que no transaccional y sus intereses regionales son el resultado de una conducta de interacción local y ya no puede decirse que se caracteriza por centrarse en el control ideológico o político sobre la mayoría de sus competidores, si es que los hay.

Y es así porque la competencia no existe como tal en tanto y tanto este movimiento social se ha transformado en múltiples redes diseminadas en múltiples entornos sociales. Sigue existiendo el poder como vieja forma de control pero este se ejerce fortuitamente. Los teóricos convencionales siguen especulando sobre el crecimiento de las redes sociales, pero sus cálculos puramente económicos quedan obstaculizados por la dependencia de ecuaciones insolubles sobre determinadas por demasiadas variables sociológicas.

La mano del mercado,  de los economistas, y el férreo control de parte de las elites de los partidos políticos se está derrumbando cuando cada día se hace más visible la invisibilidad. Pero esta vez su lógica estructural no solo la gobierna la oferta y la demanda, sino que también las redes sociales están influidas por estrategias y descubrimientos indecibles,  interpretados en la opinion publica  de la información. No digamos más, las redes sociales están interpretando el ensayo de Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, publicado originalmente entre 1904 y 1905.  Es decir, superando la piedra angular metodológica de todo intento teórico de captar la esencia de las transformaciones culturales e institucionales que en la historia son el preludio de un nuevo paradigma revolucionario de organización social, político y economía. Las redes sociales han ensenado que se puede comprender el análisis sociológico desde una perspectiva universal.

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