Yo sí acepto a Jesusa Rodríguez como embajadora de México en Panamá
Por Jorge González. A raíz de la escogencia del representante diplomático de México en Panamá, se han desatado una serie de intercambios entre los ejecutivos de ambos países, lo que ha generado a su vez ondas ideológicas, sociales y políticas de repercusión en la opinión pública y sectores sociales de nuestras naciones hermanas.
La designación inicial del académico universitario Pedro Salmerón, como embajador de México en Panamá, señalado por supuestos actos de acoso sexual de diversas mujeres, levantó una marejada de indignación entre personalidades progresistas, grupos feministas y activistas de derechos humanos, tanto en Panamá como México. Este rechazo, que se hizo beligerante en redes sociales, desembocó en la negativa del estado panameño a reconocer la designación del señor Salmerón como representante diplomático de México.
En reemplazo de Salmerón, el gobierno mexicano designó a la exsenadora Jesusa Rodríguez, como nueva embajadora de México en Panamá. Jesusa, es una política no tradicional y emblemática activista mexicana de derechos y reivindicaciones sociales. La escogencia de Rodríguez como embajadora de México en Panamá es, de acuerdo a nuestra opinión y la de muchos y muchas, más pertinente para el cargo, por varias razones. Mencionamos algunas.
Primero, la decisión del perfil es una facultad del Estado acreditante, es decir, de México. Panamá, no está obligado a aceptar toda designación y a dar explicaciones según la Convención de Viena, pero rechazar a la exsenadora Jesusa como embajadora, tras lo ya ocurrido con la designación de Salmerón, sería un hecho sumamente anómalo en las relaciones internacionales e impropio, máxime si entramos a considerar los argumentos discriminatorios esgrimidos por sus detractores en tierras panameñas.
Segundo, Jesusa es una persona honorable, ha sido integrante del Senado de México contando con experiencia política y un nivel de consecuente aceptación popular que no han logrado muchos de sus críticos tanto en México como en Panamá.
Tercero, dadas las circunstancias socio políticas e ideológicas que han rodeado su nombramiento, la figura de Jesusa y su reconocimiento del estado panameño se erigen hoy como símbolo de lucha por la democracia, contra la desigualdad social, contra el oscurantismo ideológico, un rechazo a la opresión patriarcal y racista a las mujeres e indígenas; convirtiéndose más allá de un nombramiento diplomático en una denuncia contra toda forma de discriminación.
No es necesario compartir en su totalidad con las ideas que ha expuesto y sostiene la exsenadora Jesusa Rodríguez, no es imprescindible que los panameños y panameñas compartamos las ideas de los representantes diplomáticos que en primera o última instancia representa a otro estado, no al nuestro. Pero el hecho de no aceptar las cartas credenciales de Jesusa sería un exabrupto diplomático de la canciller de Panamá, Erika Mouynes y del presidente Nito Cortizo, quienes hoy por hoy lucen atrapados en la contradicción de su discurso contra Salmerón, pero timoratos en defender a Jesusa de la misoginia por su militancia progresista y las presiones de la derecha binacional
Tras conocerse la noticia de la designación de Jesusa y hacerse pública la trayectoria de la exsenadora Rodríguez, inmediatamente se activaron los resortes de la propaganda de la derecha conservadora en redes sociales y medios de comunicación convencionales, atacándola a mansalva y argumentando que Jesusa no cumple con lo que dichos sectores denominan “los cánones del servicio exterior”, vociferando además que la designación de Jesusa es un atentado a la moral.
¿Pueden estas expresiones adjudicarse la representación moral de ambos países? ¿A quién consultaron para semejante entuerto? En esa línea de opinión se enmarcaron en Panamá figuras como el expresidente neoliberal Ernesto Balladares, la periodista de derecha de TVN, Sabrina Bacal, Rupert Neblett de la auto denominada Alianza Panameña por la Familia y por la Vida, entre otros. Como corolario de la vorágine neo supremacista contra la ex senadora Jesusa, tenemos a la comentarista de opinión Flor Mizrachi, otra derechista, ícono del consorcio multi millonario panameño de medios de comunicación, Medcom, quien llegó a decir en su cuenta de twitter que el perfil de Jesusa era peor que el de la anterior designación, en clara referencia alusión al señor Salmerón pese a los señalamientos contra este.
Como vemos, se trata de todo un coctel reaccionario, misógino y más que anti progresista completamente contrarrevolucionario. Entes absolutamente desarraigados y desinteresados de la lucha del pueblo panameño por la liberación nacional, contra el hambre, el desempleo, la injusticia social, la opresión a mujeres e indígenas y la desigualdad estructural. Con sus desfasados cantos de sirena pretenden constituirse a propósito de Jesusa en portavoces espirituales de la sociedad.
Las declaraciones contra Jesusa no representan a la sociedad panameña en este punto; es la opinión de dichos sectores y personas en particular, no representan a los movimientos sociales panameños, agrupaciones y tendencias sindicales, profesionales, feministas, estudiantiles, ecologistas y, en fin, los militantes de los derechos sociales.
Gran parte de la derecha mexicana y panameña que ahora se da golpes de pecho contra la exsenadora Rodríguez, en su momento se mantuvo silenciosa o en bajo perfil ante la designación de un supuesto acosador como embajador. El rechazo a Jesusa, por parte de la derecha panameña y su par mexicana, se basa en que ella con sus propuestas y acciones pone en crisis el concepto privilegiado del mundo de las burguesías mexicana, panameña y latinoamericana en general.
Jesusa Rodríguez es mestiza, militante de diversas causas sociales y políticas de México. Es defensora de los animales, luchadora por los pueblos indígenas, es una figura crítica de la oligarquía mexicana, es lesbiana, defiende la libertad sexual de las personas incluyendo el derecho de la mujer de decidir sobre su cuerpo. Jesusa es por tanto una referencia de rebeldía e irreverencia.
Como es de esperar, estas posiciones en torno a problemáticas sociales, culturales, realidades de género y hasta su condición biológica con raíces originarias indígenas, le granjean a Jesusa el odio de la derecha de matriz colonial, caucasoide y patriarcal, a la postre pro yanqui y que algunos se han dado en llamar los “whitexicans”. Etiqueta no exenta de polémica que busca evidenciar a la minoría acomodada que ignora la desigualdad de Méjico y que vive en una burbuja social aristocrática. Esos que llaman “naco” o “prieto” a quienes se parecen a Jesusa.
Jesusa cuenta con el respaldo del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, la principal figura del progresismo institucional mexicano desde tiempos de Lázaro Cárdenas, figura emblema de la Revolución Mexicana y más recientemente, desde Cuauhtémoc Cárdenas, quien en 1988 al frente de un movimiento democrático sentó las bases para el cambio político del México contemporáneo. Pero Jesusa cuenta con algo más: el apoyo de las fuerzas progresistas de Panamá. Por todas las razones antes mencionadas y en apego a las ideas progresistas, justicialistas y revolucionarias, declaro que sí acepto a Jesusa Rodríguez y lo más importante “No soy el único”.