Díganme si no hay que ser un gladiador espartano para no desfallecer ante la traición altera de tus supuestos amigos, y la lejanía hasta de tu propia esposa, quien prefirió construir su propio proyecto que el de apoyar a su compañero de vida, cosa que hoy es un derecho de igualdad que debemos de entender, pero que la conservadora sociedad por tradición familiar no acepta.
Decidí acompañarle en la aventura del 2020, a sabiendas que no teníamos posibilidad alguna, Luis Abinader era el dueño del espacio de la oposición y Danilo Medina con el Gobierno se alzó con la franquicia PLD, hicimos lo que nos tocaba y no nos arrepentimos, porque el síndrome de hubris se había apoderado de los funcionarios del Palacio y no teníamos opción que colaborar a bajarlos del poder.
Hoy Leonel cabalga en medio de sinuosas adversidades, pero con la frente erguida, separado de sus viejos compañeros, soltero sorprendentemente por razones políticas, sin los cuantiosos recursos a su lado que si tienen los que hoy son sus contrarios, pero con una fe que mueve montañas y con un deseo inmenso de servirle de nuevo y muchísimo mejor al país si es escogido por cuarta vez por el soberano a terciarse la banda tricolor en su pecho.
No veo interés personal alguno en su propósito de volver a subir las escalinatas del Palacio Nacional, lo veo desprovisto de las bajezas humanas y de interés económico alguno, mi resiliente amigo lo veo más apegado a sus libros, a sus ideas, a sus quimeras, pero, sobre todo, y más que nada a un deseo de reivindicarse por lo que pudo no haber hecho bien cuando le tocó dirigir los destinos nacionales, gracias en parte a la arrogancia de algunos de la cúpula de su viejo partido, que en ese periodo de las vacas gordas de manera oportunista le acompañaron.
Sin que nadie se moleste, esa no es la intención, pero nadie de lo que están en política actualmente está más preparado, tiene más experiencia y está más comprometido con ideas reformadoras que el resistente Leonel Fernández, nadie está más claro que él de lo que hay que hacer para sacar al país de la situación en que nos dejará colocados la pandemia, definitivamente Leonel es la mejor apuesta que tiene el país para la era pos-COVID.
Mi resiliente amigo le toca nueva vez enfrentarse a sus adversarios en franca desventaja: a los del poder, que están decididos a armar el proyecto de la reelección, y también frente a sus viejos compañeros de partido, que se prepararon muy bien con sus alforjas llenas, producto de lo acumulado en los últimos ocho años de gobierno peledeísta, para echar posteriormente su pleito por la clasificación en un país clientelar, donde el dinero es casi decisivo. La diferencia es que el mundo cambió, y muchos no se han dado cuenta, la COVOD ha puesto en jaque al capitalismo salvaje, solo el factor económico por sí solo no garantiza apoyos electorales al día de hoy, por eso es que las propuestas menos favorecidas por el gran capital oligárquico son las que están ganando las elecciones desde hace un tiempo en Latinoamérica.
La resiliencia psicológica y emocional del expresidente Fernández ya está probada, lo que le falta por probarnos a todos es si él puede adaptarse a los cambios, los que demanda la ciudadanía digital, los críticos sociales que no quieren más de lo mismo, ni volver a un pasado corrupto; a mi parecer, mi amigo Leonel le toca reinventarse para conectarse con una gran parte del electorado joven, que le ve con admiración por sus grandes dotes intelectuales, pero que todavía le entienden como parte del cuestionado pasado.
El PLD si fuese más inteligente trataría de buscar un acuerdo con Leonel para apoyarle y con ello reivindicar sus incorrectas acciones del pasado, tratando de renovar lazos de amistad y credibilidad, pero los veo, sobre todo a los de la cúpula, muy entusiasmados en la idea de sacar un candidato propio, en solitario, al margen de la construcción de una gran coalición opositora, para con ello demostrar que permanece en una parte de su alta dirección contradicciones cuasiestúpidas con Leonel, que lo único que le podrían hacer ganar con esta actitud, es que vuelvan a perder las elecciones y se les alargue el calvario.
Por otra parte, el presidente Luis Abinader si no busca un acuerdo del TÚ o YO con Leonel ante la comprobada decisión de una parte de la cúpula peledeísta de seguir de manera obtusa cerrándole el paso a Leonel, cometería también un grave error estratégico, porque si la ola opositora se fortalece, como vemos está pasando en América Latina, lo que le convendría al Gobierno del Cambio es que fuese Leonel el que clasificara en el balotaje, ya que el que no prepara su salida tendrá posteriormente muchos problemas. Además, si no pasase el expresidente Fernández a la segunda vuelta, es él que precisamente pudiese tener los votos para en un acuerdo dejar en el poder a Luis Abinader, porque nadie con criterio realista puede aspirar a obtener votos producto de un acto de magia salido de un sombrero.
Las intrincadas secuelas que dejará la COVID serán tan mortíferas que solo un estadista de la experiencia de Leonel nos puede sacar airoso de esta tormenta. Gobernar se aprende gobernando y la maestría de Leonel a nadie le debe caber dudas.
Mientras, acompañado de la confianza, este resiliente líder camina con pasos firmes a construir una opción política triunfadora, rompiendo los mismos moldes y parámetros que en el ayer eran sus obstáculos. Su profundo conocimiento de los fenómenos sociales, más su compromiso con las causas en la que cree, lo mantendrán impertérrito buscando la meta, convencido de que se ha preparado como nadie para servir a su pueblo, ahora sin las ataduras de un voraz e insaciable Comité Político.
Cosas de la vida me han enfrentado a situaciones muy lastimosas en el último año, que creo gracias a Dios haber superado, pero mi ejemplo para lograrlo fue la pertinaz resiliencia de este hombre, que con 68 años a cuestas no ha tenido miedo en comenzar de nuevo, cambiando de partido, de estado civil y de la manera en que desea lo perciba el pueblo, pero orgulloso de que, aunque su proyecto no cuenta con cuantiosos recursos económicos, su moral personal y familiar no se ha atrevido nadie a ponerla en entredicho, hecho que debe darle satisfacción a él como poseedor de un claro sentido histórico.
Caminamos hacia el 2024 con grandes retos y desafíos, a sabiendas que nueva vez nos toca enfrentar hasta la propia naturaleza, porque Leonel tendrá 70 años para las elecciones y lógico es que se piense que esta sea, tal vez, su última oportunidad, pero con la misma resistencia del acero competirá contra todo pronóstico y contra los abultados recursos con los que sí contarán los contrarios. En esa capacidad única de enfrentarse a las adversidades, le creo merecedor de que la mayoría de los ciudadanos le demos una nueva oportunidad en las elecciones venideras.
Hace poco leí una frase que debiera ser un lema para los resilientes, como lo es el doctor Leonel Fernández y para aquellos otros valientes que no temen caer mil veces, porque se levantarán mil veces más: “Algo muy bonito le pasa a la gente cuando su mundo se ha venido abajo: una humanidad, una nobleza, una inteligencia superior surge justo en el momento en que nuestras rodillas golpearon el suelo”.