El resiliente Leonel Fernández

Por José Francisco Peña Guaba. La resiliencia psicológica y emocional del expresidente Fernández ya está probada, lo que le falta por probarnos a todos es si él puede adaptarse a los cambios, los que demanda la ciudadanía digital, los críticos sociales que no quieren más de lo mismo, ni volver a un pasado corrupto.

Hace más de 30 años que conozco al doctor Leonel Fernández, me lo presentó el doctor Radhamés Jiménez Peña, a instancia del buen amigo el Lcdo. Tomas Méndez Urbaez, ellos peledeístas, nosotros perredeístas desde nacimiento, eran tiempos muy diferentes a los de hoy, porque los niveles de conflictividad entre miembros de partidos divergentes eran más notoria, muy distinto a lo que era usual en la época, construimos una amistad interesante que se basaba en la admiración y el respeto mutuo a nuestros compromisos políticos-ideológicos.

Leonel me expresaba su inmensa admiración por papá, pese a que es hasta el día de hoy un bochista convicto y confeso, reconocía el entonces nobel abogado que el doctor Peña Gómez era, empero a las profundas diferencias partidarias, el alumno más aventajado del líder histórico de los peledeístas.

Siendo sincero, el trato afectuoso se produjo de inicio por de quién yo era hijo, y en mi caso, por el entusiasmo que me despertaba la agudeza e inteligencia del que ni me imaginaba que estaría signado a ser Presidente de la República, esa relación me permitió conocer a otros vinculados a los morados e inclusive a los de grupos de izquierda, como el caso del buen amigo Miguel Mejía, a quien conocí en la oficina de abogados del doctor Abel Rodríguez del Orbe ubicada en esos tiempos en la calle El Conde, de la cual formaban parte el propio Leonel y el ex Procurador General Radhamés Jiménez.

Leonel era ya muy conocido y querido en su partido, pero, sobre todo, muy cercano en los afectos al profesor Bosch, sin embargo la verdad es que parecían tener una incidencia mayor en su partido Norge Botello, Euclides Gutiérrez Feliz, Lidio Cadet y repuntaba Danilo Medina, entre otros, que se veían como las cabezas visibles de la tolda morada y la estrella amarilla.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.