La multipolaridad y sus potenciales para la paz

Durante las últimas décadas, como líder de un mundo unipolar, todas las vías diplomáticas para la paz pasaban por Washington. Cualquier pacto tenía que ser un acuerdo  liderado por Estados Unidos. Pero imponer la hegemonía significa no ser imparcial.

Para la Casa Blanca significa recompensar a una parte con armas y apoyo diplomático y coaccionar a la otra con sanciones y amenazas de guerra. Los sueños de ser una potencia hegemónica inmortal han dado como resultado políticas que llevaron a la muerte de la diplomacia. Puede que todas las vías diplomáticas hayan pasado por Washington, pero pocas, si es que alguna, han conducido a la paz.

Pero, a medida que el mundo evoluciona lenta pero inexorablemente de la unipolaridad a la multipolaridad, también están surgiendo múltiples caminos hacia la diplomacia y la paz. Si imponer la hegemonía significa oponerse y aislar a los enemigos, lo que da lugar a bloques que impiden las conversaciones diplomáticas y los acuerdos negociados, la multipolaridad significa rechazar los bloques y el requisito de alinearse ideológicamente y de manera consistente con un hegemón en favor de fomentar las relaciones con múltiples países en función de cuestiones particulares. Y mantener relaciones con países oponentes significa poder hablar con ambas partes y actuar como un mediador honesto en lugar de un intermediario deshonesto y parcial.

El nacimiento de la multipolaridad está revelando signos emergentes de un panorama diplomático en evolución en el que otras potencias, además de Estados Unidos, pueden desempeñar un papel e influir en la diplomacia y en los acuerdos negociados. China y Rusia, los dos países que más fomentan la multipolaridad, son dos potencias que están asumiendo ese papel.

En Ucrania, Estados Unidos no sólo ha intentado y fracasado en su intento de aplicar la diplomacia, sino que la ha bloqueado activamente. China, Brasil (socio de China en el BRICS) y Turquía (aspirante a socio en el BRICS) han sido los que han encabezado el camino para alentar la diplomacia. En Oriente Medio, la diplomacia estadounidense ha sido lo bastante pésima como para haber alejado a gran parte del Sur global, que espera con ansias la multipolaridad.

Pero hay pequeñas señales de que las décadas de monopolio estadounidense en la administración de Oriente Medio se están ajustando a la nueva realidad multipolar. Si bien Estados Unidos todavía domina las negociaciones de alto el fuego entre «Israel» y Hizbullah en el Líbano, las partes involucradas han mostrado interés en involucrar a Rusia, e «Israel» ha pedido a Rusia que participe en las conversaciones.

El interés por incorporar a Moscú a la situación surge de la pérdida de hegemonía estadounidense y de la multipolaridad emergente. Newsweek informa que la iniciativa surge “en un momento en que el liderazgo de Washington en Oriente Medio se ha puesto cada vez más en tela de juicio”, mientras que Rusia es “una potencia mundial con vínculos con casi todos los principales interesados”.

El Kremlin tiene una relación e influencia de las que carece Estados Unidos, porque tiene buenas relaciones con ambas fuerzas opuestas en el conflicto. El presidente ruso, Vladimir Putin, ha establecido fuertes vínculos con «Israel» en el plano diplomático y con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en el plano personal. Aunque esos vínculos han tenido sus desafíos recientes, Richard Kent, profesor de Política rusa y europea en la Universidad de Kent, ha calificado a Putin de “filosemita” que “se ha esforzado por forjar una relación sólida con Israel”.

Al mismo tiempo, Rusia ha mantenido vínculos muy estrechos con Irán, que se han ido consolidando cada vez más. Se trata de un acto de equilibrio que Estados Unidos nunca ha deseado ni intentado hacer.

Sin hacer comentarios sobre el papel de mediador de Rusia, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, afirmó que Moscú “mantiene contactos con todas las partes en conflicto y, por supuesto, si se necesita nuestra ayuda, Rusia está dispuesta a desempeñar su papel”.

La petición de participación rusa ha sido difundida por los medios israelíes y árabes. No es la primera vez que Rusia y China participan en mediaciones en Oriente Medio. El año pasado, Pekín negoció un acuerdo transformador entre Arabia Saudí e Irán, en el que los archirrivales acordaron reanudar las relaciones diplomáticas.

La facilitación por parte de China de las conversaciones entre Arabia Saudita e Irán abrió la puerta para que Rusia facilitara las negocaciones entre  Riad y Damasco.  Dos semanas después del avance entre Arabia Saudita e Irán, la primera nación y Siria  acordaron reabrir sus embajadas. Y esa mejora de las relaciones abrió la puerta para la readmisión  de Siria en la Liga Árabe.

El papel de Rusia ha trascendido el Medio Oriente. Rusia se ha considerado durante mucho tiempo un mediador en la rivalidad entre sus dos amigos, China y la India. Tanto en el BRICS, una organización internacional multipolar de la que son miembros los tres, como en el grupo original RIC que los tres formaron en 1996, Rusia ha visto esa mediación como una importante responsabilidad global. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, ha señalado que parte del papel del RIC es “promover la confianza entre la India y China”.

Cuando el presidente chino, Xi Jinping, y el primer ministro indio, Narendra Modi, se reunieron para su primera reunión bilateral oficial de alto nivel en más de cinco años a fines de octubre, eligieron Rusia y el marco de la cumbre BRICS como sede, destacando la importancia de Rusia y de la multipolaridad en el logro diplomático.

Ambos líderes destacaron la importancia de mejorar las relaciones tanto para sus propios países como para el mundo. La reunión se produjo apenas unos días después de que China y la India  alcanzaran un acuerdo  para reducir las tensiones en su disputada frontera del Himalaya que condujo a la «resolución de los problemas».

Ese acuerdo se mantiene y el 31 de octubre, el ministro de Defensa de la India, Rajnath Singh, expresó que el «proceso de desconexión» está «casi completo», una evaluación corroborada por el Ministerio de Defensa de China, que confirmó que las tropas de primera línea estaban «haciendo progresos en la implementación de las resoluciones de manera ordenada».

La participación de Rusia y China en muchas negociaciones cruciales apunta cautelosamente a la posibilidad de un esperanzador retorno al compromiso diplomático en el cambiante mundo multipolar.

AL MAYADEEN

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