¿Clase Media o Clase Trabajadora? Rompiendo el Espejismo Neoliberal
Por Sergio Terrero Bello
El filósofo y economista Karl Marx nos legó una herramienta poderosa para entender las sociedades: la lucha de clases. Para él, la sociedad no era una masa homogénea, sino una estructura dividida en clases sociales antagónicas, definidas por su relación con los medios de producción (fábricas, tierra, maquinaria, capital). Bajo el capitalismo, esta división se simplifica en dos polos: la burguesía (los propietarios del capital) y el proletariado (la clase trabajadora que, al no poseer medios de producción, debe vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario).
La esencia de esta relación es la explotación. Marx argumentaba que la riqueza del capitalista —la plusvalía— proviene del valor excedente creado por el trabajador y no remunerado. Esta dinámica, predecía, llevaría a una lucha inevitable que culminaría en una revolución hacia una sociedad sin clases.
La Trampa del Imaginario Colectivo: El Mito de la “Clase Media” Si tomamos esta conceptualización y la confrontamos con la realidad dominicana y latinoamericana, encontramos una paradoja crucial. La clase trabajadora se ha quedado atrapada en una definición arcaica: para el imaginario popular, “obrero” es solo quien suda en el campo o en una línea de producción fabril.
¿Y el empleado de call center, el profesor, la enfermera, el cajero de banco, el desarrollador de software o el representante de ventas? La narrativa neoliberal los ha clasificado bajo la etiqueta engañosa de “clase media”. Esta categoría, más sociológica que económica, funciona como un espejismo que oculta una realidad material: la de ser trabajadores asalariados que dependen de vender su fuerza de trabajo para sobrevivir.
Al identificarse como “clase media”, este amplísimo sector pierde su conciencia de clase. Se siente superior al “obrero tradicional”, aspira a los valores individualistas de la sociedad de consumo y se desvincula de la lucha colectiva por los derechos laborales. Esta fragmentación no es accidental; es una estrategia de división sumamente eficaz.
La Estrategia Neoliberal: Dividir para Vencer
El proyecto neoliberal ha promovido con éxito esta construcción. Al incentivar la identificación con un estatus (“clase media”) en lugar de con una condición económica común (ser parte de la clase trabajadora explotada), debilita cualquier frente organizado de resistencia.
En un régimen que apuesta por las leyes del “libre mercado”, la supuesta clase media:
Se individualiza: Piensa en términos de ascenso personal, no de progreso colectivo.
Se identifica con el opresor: Aspira a los estilos de vida de la burguesía, en lugar de solidarizarse con quienes están por debajo.
Despolitiza su malestar: Atribuye sus problemas económicos a su esfuerzo personal, no a un sistema que se ha apropiado sistemáticamente de derechos y plusvalía.
El resultado es una clase trabajadora dividida, desorganizada y fácil de controlar.
El Camino Hacia la Liberación: Conciencia, Organización y Poder Frente a este panorama, ¿qué debemos hacer como sociedad civil?
La respuesta, como sugirió el teórico marxista Antonio Gramsci, radica en que la sociedad civil se convierta en un actor político capaz de ejercer presión y disputar la hegemonía cultural. El camino tiene varios pasos inextricablemente unidos:
Recuperar la Conciencia de Clase: El primer paso es un acto de claridad conceptual. Debemos difundir que todo aquel que vive de un salario, sin importar el color de su camisa o si trabaja en una oficina, es parte de la clase trabajadora. Su seguridad depende de un empleo, no de la propiedad de los medios de producción. Reconocer la explotación común (la pérdida de derechos, la congelación salarial, la apropiación de la plusvalía) es el germen de la conciencia.
Organizarse desde la Nueva Realidad: La organización sindical y popular debe modernizarse y ampliar su mirada. Los sindicatos deben ser tan diversos como la clase trabajadora del siglo XXI, incorporando a profesionales, técnicos y empleados del sector servicios. La lucha por derechos como un internet digno, el teletrabajo regulado o la capacitación continua son hoy tan cruciales como lo fue el salario mínimo.
Ejercer Presión Política para Recuperar lo Robado: La organización no es un fin en sí mismo. Es el instrumento para ejercer una presión política constante sobre el Estado, que suele actuar en complicidad con los intereses del capital. La meta es clara: recuperar los derechos laborales erosionados, garantizar salarios justos que reflejen el valor real del trabajo y redistribuir la riqueza que genera colectivamente la clase trabajadora.
La Unidad es el Futuro y la Garantía de una Vida Digna
El mito de la clase media es un corsé que nos ahoga y divide. Romperlo es el acto de liberación política más importante de nuestro tiempo. Al entender que la empleada de oficina, el maestro y el operario de zona franca comparten la misma condición de asalariados, podemos comenzar a construir un frente común.
Solo una clase trabajadora unida, consciente de su poder y organizada puede desafiar al capitalismo neoliberal y reclamar con fuerza lo que siempre le ha pertenecido: el fruto íntegro de su trabajo y el derecho a una vida digna. La lucha ya no es solo por los de overol; es por todos los que reciben una nómina. La emancipación, como bien lo vislumbró Marx, será de la clase trabajadora en su conjunto, o no será.