Chile: José Antonio Kast, peor que Augusto Pinochet
Por Atilio A. Boron. La estrecha victoria de José Antonio Kast (foto) en la primera vuelta de la elección presidencial (apenas unos 150.000 votos de diferencia con Gabriel Boric sobre 7 millones) coloca a Chile país al borde de un siniestro desenlace. Detrás de este Führer de opereta, orgulloso de sus ancestros nazis y admirador confeso de un tirano –y también ladrón- como Augusto Pinochet, hoy se agrupan en tropel los restos en descomposición de la derecha chilena tradicional. Sus pérfidos personeros, anidados en varios partidos, que al principio lo despreciaban y se mofaban de sus ridiculeces ahora lo exaltan como el mesías destinado a salvar a Chile de las garras de los vándalos de la izquierda, o de los alienígenas que la esposa del presidente Sebastián Piñera creyó ver en las grandes jornadas de octubre del 2019.
Kast, como Jair Bolsonaro, Donald Trump y Santiago Abascal (el líder de Vox, de ardiente nostalgia por los buenos tiempos de Francisco Franco y la Santa Inquisición en España) son las excrecencias que segrega la sociedad capitalista una vez comenzado su irreversible ocaso. Las buenas maneras y las hipócritas invocaciones a la democracia y los derechos humanos ceden su lugar a los vómitos de estos esperpentos que aceleran la marcha de la humanidad hacia su destrucción. Desde allende los Andes llegó el saludo exultante de Javier Milei, otro demagogo de la misma estirpe, que en un tuit enviaba sus “felicitaciones por lograr plasmar en votos una propuesta superadora para Chile y que al mismo tiempo lo aleje del socialismo empobrecedor. VIVA LA LIBERTAD CARAJO.” En plena sintonía con la estupidez del argentino, Kast respondió diciendo “Muchas gracias querido Javier. ¡Viva la libertad en Chile y Argentina carajo!”
Más allá de estas manifestaciones lo que importa es lo que este sujeto y la caterva reaccionaria que lo rodea y aúpa (y que celebró su triunfo el día lunes con una significativa suba en la Bolsa de Comercio de Santiago) es el proyecto concreto que se propone imponer en caso de ser electo presidente de Chile.
El “Programa de Gobierno” de Kast está expuesto en un extenso documento de 204 páginas que lleva por título «Atrévete Chile» y que se abre con un “Manifiesto Republicano” en el que se exponen los males que aquejan a ese país: “el castigo progresivo a la propiedad; el fomento de un estado interventor; la identificación de enemigos irreductibles como la empresa privada y el sistema de mercado; la protesta violenta y el vandalismo como justificación a la trasgresión de normas e irrespeto a la autoridad; resurgimiento de un discurso falaz de corte neo-marxista de lucha de sexos, razas, orientaciones sexuales, visiones corruptas de derechos humanos, de interpretación de la ciencia (y el) hostigamiento a la fe cristiana.” (pg. 3) A continuación viene una extensa enumeración de los 829 (¡Sic!) correctivos exigidos para remediar tan lacerante situación. No viene al caso reproducirlos aquí, pero invito a mis lectores que hagan un esfuerzo y se animen a hurgar en ese maloliente basural de propuestas reaccionarias para caracterizar con precisión lo que le espera a Chile si este Führer de cantinas de mala muerte llegara a La Moneda.
Como muestra, algunos botones:
# 72 “reforzar la vinculación de Chile con Estados Unidos, Reino Unido, Japón y Alemania, como cabeza de la Unión Europea, como socios políticos estratégicos. También propiciamos estrechar vínculos con países del Asia Pacífico, por su creciente importancia económica.” Por supuesto, para Kast y sus sesudos consejeros China no existe.
# 74 “un aspecto importante en el tema de la seguridad es evitar que actores políticos nacionales busquen alianzas transnacionales con el objeto de aumentar sus probabilidades de llegar al poder en Chile, e incluso hacerlo de manera irreversible. Un grave peligro es la tendencia histórica de regímenes subversivos como Cuba y Venezuela de apoyar por medios ilegales y ocultos a grupos y partidos políticos de la extrema izquierda chilena, frente a lo cual nuestros gobiernos electos han mostrado extrema debilidad y tolerancia.” La vieja teoría que dice que los conflictos y las luchas sociales llegan al idílico Chile desde el exterior; antes desde la Unión Soviética, hoy desde Cuba y Venezuela.
Y a continuación otro dislate propio de un cavernícola y que yo como orgulloso graduado de la FLACSO no puedo dejar de mencionar. La recomendación número 77 de su programa advierte que “caso especial merece la situación de la FLACSO, entidad de pretendido carácter académico, que desde hace décadas ha derivado en el activismo político y en el refugio laboral de ex políticos nacionales y extranjeros. Esta entidad será notificada del fin de sus operaciones en nuestro país.” La verdad es que hacía años que no encontraba a personas tan ignaras y primitivas como los redactores de este adefesio, incapaces de valorar las credenciales académicas internacionales de la FLACSO. El programa continúa afirmando en su numeral 82 que “Retiraremos a Chile del Consejo de Derechos Humanos de la ONU”, algo que ya se presentía en el numeral 30 donde se anunciaba la “Clausura del actual Instituto Nacional de Derechos Humanos y su reemplazo por una institución transversal dedicada a la defensa efectiva de los DDHH de todos los ciudadanos.” El acápite siguiente, el 31, promete “más cárceles para Chile y más protección y beneficio a Gendarmes…. Se acabó el Garantismo”.
El remate de este proyecto fascista y grotesco a la vez es una re-edición del lúgubre Plan Cóndor, que en tiempos de Pinochet, Videla y compañía cegara la vida de miles de latinoamericanos y condenara al exilio a otros tantos. El # 33 declara, sin ambages, que se avanzará en la “Coordinación Internacional Anti-Radicales de Izquierda. (¡Sic!) Lo que está pasando en Colombia no es casualidad. Se repite modelo del estallido antisocial en Chile. Nos coordinaremos con otros gobiernos latinoamericanos para identificar, detener y juzgar agitadores radicalizados.” Pinochet ejecutó el Plan Cóndor, pero jamás confesó su existencia. Kast, en cambio, lo anuncia con el pecho inflado de prepotencia y buscando el guiño cómplice de Washington.
En resumen: un programa pautado según el grito de guerra del franquismo: “¡Viva la Muerte!” y combinado con un programa económico ultraneoliberal. En pocas palabras: este energúmeno ha logrado lo que hasta ahora parecía imposible: que apareciera en Chile un político más reaccionario, despótico y violento que Pinochet. Kast lo hizo. Ojalá que el electorado despierte a tiempo y evite que este monstruo acceda a la presidencia y hunda a la tierra de Salvador Allende, Victor Jara, Pablo Neruda, Gladys Marín, Violeta Parra y tantas otras y otros en la barbarie.