Cipayos del Caribe (4)
Por Eíades Acosta
El caso de las Reservas Dominicanas al servicio de España en la Guerra de la Restauración (1863-1865) es el precedente inmediato de la constitución de unidades contraguerrilleras cubanas en la Guerra de los Diez Años. Curiosamente, en el campo de los patriotas, lo mismo ocurriría con las tácticas de guerra de guerrilla, uso del machete y de la tea incendiaria por parte de los cubanos, siguiendo las enseñanzas de los restauradores, resumidas en la “Instrucción para la guerra de guerrilla”, del general dominicano Matías Ramón Mella, contenida en el oficio 212 del Gobierno Provisorio de Santiago, del 26 de enero de 1864.
Las experiencias contrainsurgente en las condiciones del trópico del comandante Valeriano Weyler y Nicolau, extraídas de esa contienda , son las que dieron origen a la fundación del batallón Cazadores de Valmaseda, de triste recordación por su ferocidad e innumerables crímenes, formado con cubanos blancos y negros y algunos extranjeros mercenarios, reclutados con la promesa de la paga y el botín, olvidando sus antecedentes penales o deserciones, y en muchos casos, cambiándoles la cárcel por un puesto en aquella tropa.
Las instrucciones de capitán general de Cuba, Francisco Serrano y Domínguez, al general Pedro Santana, principal promotor de la anexión de Santo Domingo a la Corona española y de la disolución de la República Dominicana, para completar este proceso incluían órdenes expresas de qué hacer con el anterior ejército republicano, que tanto había luchado por el mantenimiento de la independencia, manteniendo a raya al invasor haitiano.
El primer paso fue depurar a las tropas y al cuerpo de oficiales, dejando fuera a los menos aptos, pero sobre todo, a los menos confiables. Mientras este humillante proceder era aplicado, se llevaron tropas regulares de Cuba y Puerto Rico para mantener el orden. Después que concluyó su trabajo la Junta Depuradora, se crearon los cuerpos de la Reserva Dominicana, a semejanza de las Milicias Disciplinadas de Puerto Rico, creadas en 1765. Los dominicanos no formaban parte del Ejército español, por lo tanto sus oficiales no podían recibir la misma paga o beneficios que los de los peninsulares de igual grado o cargo. No eran pocos y si personas conocidas e influyentes en el país, en total, 1213 desde generales a subtenientes. El trato de los oficiales españoles, incluso, de menor rango, fue de desprecio y humillación en lo que jugó un importante papel el tema de los prejuicios raciales. Debe recordarse que en esa fecha, en Cuba y Puerto Rico aun perduraba la esclavitud, con todas sus secuelas.
Cuando comenzaron los estallidos revolucionarios, en febrero de 1863, y especialmente después del Grito de Capotillo, el 16 de agosto de ese mismo año, los principales promotores fueron ex soldados y oficiales del antiguo ejército dominicano, depurados antes. El capitán general español, Felipe Rivero y Lemoine, uno de los oficiales derrotados en Ayacucho, solicitó refuerzos de tropas regulares a Cuba y Puerto Rico, pero también pidió el auxilio del grupo de militares dominicanos de las Reservas, que se agrupaban alrededor del general Santana, entre ellos algunos que desempeñarán igual papel contra los cubanos, llegados a la isla, donde fijaron residencia, tras ser evacuados junto a las tropas españolas en 1865.
Según el prócer Gregorio Luperón, los generales dominicanos de las Reservas al servicio de España eran superiores como militares y mucho más eficaces que los españoles de igual rango. “En esta guerra-señaló- los generales Santana, Puello, Suero y Contreras demostraron una superioridad incuestionable, no solo por su arrojo en los combates, sino por la energía imponderable en la lucha, por la rapidez de los movimientos y la impetuosidad en los ataques…”
Con la evacuación española de Santo Domingo , parte también un importante grupo de oficiales de las Reservas Dominicanas, a los que se reubicó en la Península, Cuba y Puerto Rico, dejándose expresamente indicado, aunque no fue cumplido, que los negros no serían autorizados a permanecer en las Antillas, donde pervivía la esclavitud, debiendo escoger destino entre Canarias, Baleares, África o Filipinas. El mariscal de campo Eusebio Puello y Castro, a quien se permitió fijar residencia en La Habana, antes de ser nombrado gobernador militar del Departamento Central, fue una notable excepción debido a su prestigio y eficacia en los combates contra los restauradores, primero, y los mambises, después.
En el caso de los principales oficiales de las Reservas Dominicana, como el mismo Puello, Heredia o Ravelo, no se les puede aplicar en justicia el calificativo de cipayos. No pelearon en su país, ni en Cuba, por dinero, sino para honrar la palabra empeñada ante la Corona. Un equívoco concepto de lealtad al opresor colonialista les hizo situarse en dirección contraria a los ideales y aspiraciones de los dos pueblos insurrectos que combatieron, entre ellas, la erradicación de la esclavitud y la instauración de repúblicas soberanas.
De acuerdo al documento del Ministerio de la Guerra sobre la reubicación de los mismos, a Cuba se enviaron cuatro mariscales de campo (Modesto Díaz Álvarez, Juan Cherry y Victoria , Román Francisco Bidó y Eusebio Puello y Castro); 7 coroneles; 5 tenientes coroneles; 3 comandantes (entre ellos, Máximo Gómez) 12 capitanes; 4 subtenientes ; 3 sargentos y 2 cabos.
De los 26 oficiales dominicanos asentados en el Departamento Oriental, donde continuaron las humillaciones y reproches de oficiales y funcionarios españoles culpándolos de la derrota, desatendiendo sus pagos y necesidades, en las que tuvieron que ser auxiliados por los cubanos, 14 de unieron al Ejército Libertador. Los que se mantuvieron leales a España fueron eficaces en el combate a los incipientes guerrilleros, entre ellos, el mariscal de campo Eusebio Puello Castro, el coronel José Vicente Valera y Álvarez, el coronel y luego general Francisco Javier Heredia y Solá, y el coronel Juan Nepomuceno Ravelo Reyes, quien fuese jefe de las contraguerrillas de Oriente, muriendo en Santiago de Cuba en 1885.
IMÁGENES:
1) Mariscal de campo Modesto Días Álvarez.
2) Coronel Juan Nepomuceno Ravelo Reyes.
3) Mariscal de campo Eusebio Puello y Castro.