¿Cómo hacer hoy oposición?

Por Franklin Almeyda Rancier. Varios factores mundiales han creado variaciones sustanciales en la actividad política, los cuales han de considerarse para el diseño de estrategias de los partidos políticos en regímenes democráticos.

Se puede entender como de relevancia el predominio de una situación política mundial más distendida y menos polarizada, lo que ha creado mayor gobernabilidad y prevalecía de los sistemas democráticos.

Efectivamente, ha habido un desplazamiento de las acciones bélicas y amenazas de guerras nucleares, hacia luchas por los mercados mundiales. Es decir, de haber vivido por décadas la guerra fría y bipolar de los Estados Unidos y el bloque capitalista contra la Unión Soviética y el bloque socialista, hemos pasado a la competencia económica entre Estados Unidos y la China.

En medio de la lucha actual por los mercados económicos, surge la pandemia del COVID-19, dejando abierta discretamente la sospecha de que se podría tratar de un intento de una guerra sin balas, o sea de una guerra biológica.

Es obvio que la guerra económica es más silenciosa que la bélica, pero más desestabilizadora de gobiernos, aún sin ser parte; los efectos políticos son a cuidar por aquello que afirmaba el profesor Bosch de que las crisis económicas crean crisis políticas, que provocan la salida del Poder del partido gobernante.

Se empieza a ver cómo asoma la situación en Latinoamérica, a propósito de habérsele sumado a la lucha por los mercados la Pandemia del COVID-19. Esta ha desarticulado la economía mundial, reflejándose en la debilidad de los gobiernos. En Honduras gana las elecciones Xiomara Zelaya, fuerza progresista desde la oposición, pero en Argentina pierde las elecciones al Congreso el partido de gobierno que manifiesta posiciones progresistas.

Sin dudas, la pandemia ha sido un factor que afecta los mercados mundiales y locales, provocando crisis políticas que se llevan de paro a partidos gobernantes conservadores o progresistas.
En este contexto mundial ha irrumpido, desde las últimas dos décadas, la revolución digital, que ha tenido como base los medios tecnológicos de la conectividad y la cibernética. Estamos en un tiempo excepcional de la historia universal, vivir este proceso es un privilegio excepcional. Se trata de la comunicación y uso de la inteligencia artificial para el desarrollo humano y productivo.

Recordemos aquel principio de la dialéctica, muy pregonado por Juan Bosch, de que lo único permanente en la sociedad y la naturaleza es el cambio permanente. Vivir es vivir los cambios, asumiéndolos como un proceso natural. El ser humano se resiste al cambio, por una condición de acomodarse a la rutina. Es de ahí que figuras mundiales importantes han afirmado que las crisis son oportunidades para avanzar, porque nos obligan a hacer las cosas de forma diferente.

Se puede afirmar, sin dudas, que la revolución de la inteligencia artificial nos lleva de un mundo análogo y de artesanía mecánica, a un mundo de la creatividad, la inteligencia artificial y de la comunicación digital. Este proceso ha sido acentuado por los mercados económicos, pero lo ha acelerado la pandemia del COVID-19, la cual ha obligado a su uso por el distanciamiento social.

Estos factores deben valorarse para una estrategia partidaria de oposición. El punto de inflexión, a su vez, del proceso mundial, implica superar los medios análogos y asumir la referida revolución de la inteligencia artificial.

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