Compra y venta de personas y/o partidos

 

 

 

César Pérez

Urge una reforma política, moral e intelectual, como dice Gramsci, un ejercicio del liderazgo para lograr un real acuerdo político para la regeneración nacional.

La compra y venta de personas y/o partidos constituye una de las tantas taras de nuestros sistemas político y de partidos. La sistematicidad de esa mala práctica de nuestra clase política se acentúa durante e inmediatamente después de los procesos electorales, envileciendo a quienes se venden como a quienes compran, lastrando todo intento de institucionalizar el país y cualquier intento de gobernabilidad democrática en las principales instancias del sistema. Sin rubor ni pudor, singulares individuos y representantes en las instancias de los poderes locales y congresuales cambian de casaca y, sin rubor ni pudor, antiguos compradores estigmatizan a los nuevos.

 

Es el caso del entonces PLD de Leonel y Danilo, que compró el partido más enraizado en la sociedad dominicana: el entonces PRD, en breve, compró prácticamente toda la oposición organizada, una insólita práctica de corrupción política, quizás única en el mundo. Hoy, los partidos que lideran ambos personajes se quejan de que les “compran” militantes, diputados, senadores, alcaldes y concejales. Acusan al actual partido de gobierno de incurrir en una práctica que, más que nadie, ellos expandieron y fortalecieron hasta la náusea en la cultura política dominicana. Esa compra del PRD fue el inicio de la disolución de esa colectividad y de la presente crisis de partidos del sistema político dominicano.

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