De cara a la cumbre de Río: Brasil y el BRICS bajo ataque
Javier Vadell.
Foto: Cumbre de los Brics en Kazan, 2024. Foto tomada de Tektonicos.
Los vientos de la geopolítica global y la lógica de las disputas regionales parecen ser los que determinarán el rumbo del crecimiento de esta formación política que fue puesta en jaque en el año 2025.
Entre las guerras y la necesidad de un nuevo paradigma de desarrollo.
Los días 6 y 7 de julio, Brasil es sede de la 17.ª Cumbre de los BRICS en Río de Janeiro. Como anfitrión, el gobierno de Luíz Inácio Lula da Silva enfrenta importantes riesgos y desafíos.
Algunos son de índole doméstica y organizativa, mientras que otros derivan del turbulento contexto internacional, especialmente tras la escalada de los conflictos en Asia Occidental.
Esto es particularmente relevante después del ataque de Israel a Irán, ocurrido en medio de las negociaciones diplomáticas entre Estados Unidos y el país persa para resolver una disputa de décadas sobre el programa nuclear de Teherán. Es importante recordar que el viernes 23 de mayo, delegaciones de ambos países habían reanudado las conversaciones iniciales en Roma, Italia.
Por otro lado, como destacó el sinólogo brasileño Evandro Carvalho, Brasil enfrenta un problema de liderazgo y coordinación en relación con la cumbre de los BRICS. Esta debilidad se ha hecho más visible debido a la falta de consenso en las reuniones preparatorias, como se observó en la de cancilleres. Problemas que se ven agravados por factores internos y externos de la política brasileña.
Carvalho subraya que hubo una falta de claridad estratégica por parte de Brasil, que prefirió priorizar una agenda política más acorde con los temas del G20 (celebrado el año pasado) y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), que tendrá lugar en noviembre de este año en Belém do Pará.
Debido a los acontecimientos externos y a las vacilaciones domésticas, la 17ª Cumbre de los BRICS en Río de Janeiro corre el riesgo de perderse en la intrascendencia.
Esto es especialmente preocupante ante la posible amenaza de una tercera Guerra Mundial, donde se superponen guerras localizadas en los límites de las placas tectónicas de la geopolítica mundial con guerras híbridas fragmentadas.
Nuestra lectura de la situación es que la política exterior agresiva de Trump, al apoyar los desmedidos ataques israelíes a zonas ocupadas de Palestina y ahora el ataque «preventivo» contra Irán —como el mismo Donald Trump reconoció—,busca debilitar la formación política de los BRICS+, fragmentar sus componentes y minar las bases de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), elementos fundamentales de la nueva globalización con características chinas.
El rol de Brasil como país anfitrión de la cumbre de 2025 y sus dilemas en política exterior están atravesados por una dinámica geopolítica global muy peligrosa, caracterizada por una gran incertidumbre y polarización. Esta dinámica se basa en la narrativa de Guerra Fría impulsada por Washington y se retroalimenta con las contradicciones de la política doméstica que, a su vez, alimentan aún más a las nuevas derechas radicales.
Un nuevo paradigma inclusivo bajo ataque
El Foro China-CELAC, la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) y los BRICS están configurando una nueva globalización en un panorama geopolítico cambiante y Brasil estará, en julio de 2025, en el epicentro geopolítico regional de la nueva era:
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En primer lugar, por la política externa activa del presidente Lula da Silva que dio un giro más autonomista con una mirada más hacia el Sur Global, hacia el BRICS, Asia y la República Popular de China (RPC), especialmente después de la victoria de Donald Trump en los EEUU.
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En segundo lugar, esto se refuerza porque Brasil, como mencionamos, será el anfitrión de la cumbre de los BRICS en Rio de Janeiro.
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Y, tercero, porque Brasil también pretende reafirmar su liderazgo en las negociaciones sobre el cambio climático en la COP30 que se celebrará en noviembre de 2025 en la ciudad de Belém, en el estado de Pará, Brasil.
En un panorama global caracterizado por la incertidumbre económica y en medio de la guerra arancelaria desencadenada por la administración estadounidense, América Latina y el Caribe (ALC) se encuentra trazando su propio destino. En esta región, Brasil ejerce un liderazgo implícito que conlleva una serie de desafíos.
El regreso de Trump al poder, con una agenda neoconservadora, negacionista del cambio climático y de abierta intimidación comercial a nivel global, parece haber generado incentivos para que la política exterior brasileña reconsidere sus alianzas, focalizándose en sus contrapartes asiáticas y los BRICS.
La gira de Lula
La relevancia del viaje de Lula por Asia en este panorama fue innegable. Su itinerario comenzó con escalas en Japón y Vietnam. Acto seguido, el presidente brasileño se trasladó a Moscú para las conmemoraciones del 80º aniversario de la derrota del nazismo, donde no solo participó en el evento, sino que también sostuvo una reunión bilateral con el presidente Putin y rubricó acuerdos en ciencia y tecnología.
Para culminar su gira, Lula visitó China para la reunión Ministerial del Foro China-CELAC y una cumbre bilateral con el presidente Xi Jinping, encuentros que culminaron con la firma de 16 acuerdos y la realización de importantes comunicados
No obstante, cuando el escenario parecía un poco más estable, la agresión contra Irán, un miembro del BRICS+, de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y pieza crucial de la plataforma de la IFR, nos brindó una señal para recordar que, en el caos sistémico actual, una situación coyuntural que puede parecer estable se puede alterar muy rápidamente.
La guerra a los BRICS, a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de manera simultánea
La cuenta regresiva de la cumbre del BRICS en Rio de Janeiro ya comenzó. Lo que parecía anticipar una jornada de éxito de una formación política contestataria y cada vez más numerosa en plena crisis del orden mundial pinta para ser una reunión poco trascendente. Las ausencias anunciadas de los presidentes Xi Jinping, Vladimir Putin y Abdel Fattah al-Sisi, mandatarios de China, Rusia y Egipto respectivamente, en la cumbre solo refuerzan nuestra percepción.
En este sentido, sugerimos realizar un ejercicio retrospectivo y observar la línea del tiempo con las cronologías recientes desde mayo de 2025 para observar el tablero geopolítico, las negociaciones simuladas y fracasadas y el estallido de un conflicto que salpica a el BRICS+ directa e indirectamente.
El día 23 de mayo, como mencionamos, las delegaciones de Irán y Estados Unidos reanudaron las negociaciones para resolver una vieja disputa de décadas sobre el programa nuclear de Teherán. Parecía haber una luz de esperanza que podría terminar en una reanudación de las relaciones entre EEUU e Irán y sacar del aislamiento al país persa.
Posteriormente, unos días más tarde, hubo un acontecimiento que pasó desapercibido en los grandes medios y que representa una jugada geopolítica fabulosa de China e Irán, que se gesta desde el origen de la IFR y de los acuerdos de 25 años firmados por ambos países en 2021 y ratificados en el año siguiente.
La materialización de este entramado fue la inauguración del primer tren de carga que interconecta China e Irán. A pesar de las sanciones estadounidenses que buscan paralizar el comercio petrolero de Teherán y aislar a Pekín, la línea ferroviaria no solo impulsará el comercio entre ambos países, sino que también debilitaría aún más la influencia de Estados Unidos en la región.

El corredor ferroviario China-Irán ya está en funcionamiento y el primer tren de carga procedente de China llegó a Irán en 15 días, en comparación con los 40 días que tarda el transporte marítimo.
Este proyecto tiene su origen en el acuerdo económico de 400 000 millones de dólares firmado entre China e Irán en 2021 como parte de la iniciativa de la Franja y la Ruta y que fuera anunciado como la asociación sino-iraní en 2016 por Xi Jinping.
Por otro lado, debemos considerar otra pieza del rompecabezas geopolítico global: el proceso de reacomodación económica de Irán hacia el este después de las sanciones de Occidente. Durante el año 2025, la RPC fue prácticamente el único comprador del petróleo iraní, como muestra el gráfico de Kpler y Goldman Sachs abajo.
Esta iniciativa se suma a otras, que ayudarían a Irán a salir del intento de aislamiento internacional al que fue sometido por EEUU, producto de las sanciones del Occidente geopolítico.
¿Cuáles consecuencias observamos como un proceso de contra tendencia?
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En primer lugar y paradojalmente, las sanciones a Irán ayudaron a consolidar aún más al bloque Euroasiático como entidad geopolítica crucial.
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Este espacio geopolítico fue reforzándose a lo largo de los últimos años con el ingreso de Irán como miembro pleno de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en 2023 y como miembro pleno del BRICS+ a partir del 1º de enero de 2024
El profesor y analista de geopolítica, Martín Martinelli evaluó en Tektónikos que el futuro triángulo estratégico entre China, Rusia e Irán consolidaría aún más este bloque euroasiático. Una especie de corolario regional como si se tratase de una “Eurasia para los Euroasiáticos” en cuestiones de seguridad y, al mismo tiempo, el heartland geopolítico de la nueva globalización impulsada desde China.
Brasil 2025: ¿Se desinfla la cumbre de los BRICS?
Nuestra conjetura se basa en que el ataque de Israel a Irán en combinación con los EEUU y la posterior escalada del conflicto en Asia Occidental constituyó simultáneamente una ofensiva contra la IFR y contra el BRICS.
Esta oportunidad fue muy bien aprovechada por Washington en tres jugadas recientes que pretenden reforzar el proceso de periferialización de las regiones que la administración estadunidense considera su zona de influencia: la “Otanistán”, parafraseando al periodista Pepe Escobar y América Latina y el Caribe y, simultáneamente, fragmentar la débil cohesión del BRICS.
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En la Cumbre de la OTAN de junio de 2025 en La Haya, los aliados se comprometieron a invertir el 5% del Producto Interno Bruto (PIB) anualmente en necesidades básicas de defensa y en gastos relacionados con la defensa y la seguridad para 2035. Un gran triunfo para la administración Donald Trump.
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En vísperas de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) un funcionario del Departamento de Estado de EEUU expresó: Los países de América Latina y el Caribe deben elegir “de qué lado estarán” en un conflicto que involucra a Irán.
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Tres presidentes de países miembros plenos del BRICS, Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Cyril Ramaphosa (Sudáfrica) y Narendra Modi (India) participaron en la cumbre del G-7 en Canadá los días 16 y 17 de junio.
En medio de la actual turbulencia mundial, la 17.ª Cumbre de los BRICS se celebrará en Río de Janeiro con perspectivas cada vez más reducidas de lograr posiciones concretas respecto a los conflictos en Asia Occidental o de consensuar acciones propositivas.
En este escenario, la celebración de una cumbre del BRICS+ en “las Américas” es percibida como un acto de hostilidad por el gobierno de Trump, en un contexto de reforzamiento del “neomonroísmo” imperialista y de creciente rivalidad entre Estados Unidos y China.
A medida que la situación en Asia Occidental se vuelve más compleja y la incertidumbre geopolítica se agudiza, la narrativa de Guerra Fría por parte de Estados Unidos hacia los países del Sur Global se recrudece, acompañada de intimidaciones y amenazas, tanto abiertas como veladas. Brasil se encuentra ante un dilema. Frente a un inminente vaciamiento de la cumbre y a las fragmentaciones internas dentro del gobierno de Lula —entre los sectores más afines a los BRICS y aquellos más indiferentes, que de hecho tienden a un acercamiento con el Norte Global—, el liderazgo organizativo y de coordinación de Brasil se verá seriamente desafiado.
El gobierno de Lula se esforzará por una adecuada organización de la cumbre. Sin embargo, la coordinación de agendas delicadas en cuestiones de seguridad internacional podría convertirse en un problema insoluble.
Esto podría llevar a las fuerzas políticas que aglutinan a países emergentes y del Sur Global a enfocar y replicar una agenda política más acorde con: a) los temas del G20, como las preocupaciones en torno al cambio climático; y b) con los tradicionales pedidos de reformas del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y ajustes en el sistema de gobernanza global para una mayor participación de los países emergentes y del Sur Global.
Podemos esperar el anuncio oficial de la inclusión de la República Socialista de Vietnam como miembro asociado de los BRICS+.
No obstante, es poco probable que se anuncien nuevos miembros plenos, y mucho menos se vislumbra la creación de reglas de admisión claras.
Los vientos de la geopolítica global y la lógica de las disputas regionales parecen ser los que determinarán el rumbo del crecimiento de esta formación política que fue puesta en jaque en el año 2025.
*Javier Vadell es especialista en temas internacionales. Profesor del Departamento de Relaciones Internacionales y Coordinador de la especialización en China contemporánea de la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais. Licenciado en Relaciones Internacionales de la UNR y Doctor en Ciencias Sociales en la UNICAMP, Brasil.
Fuente: TEKTÓNICOS