El gasto público de capital a la deriva
Por Haivanjoe NG Cortiñas
La literatura económica parece estar en general de acuerdo con el papel e Importancia que tiene el gasto público de capital para los países subdesarrollados que presentan rezagos en su infraestructura física y en determinadas áreas. Tal es el caso de la versión keynesiana, que promueve su uso como palanca para activar a la economía, ante insuficiencia de la inversión privada o en tiempo de decadencia económica, en la que la reactivación de la demanda puede jugar un rol destacado.
En contraste, la teoría clásica y neoclásica pone énfasis en la eficiencia y la restricción presupuestaria. Desde esta óptica, un gasto público excesivo puede resultar contraproducente, pues podría desplazar la inversión privada; sin embargo, apréciese que el escenario es de la eficiencia y restricción presupuestaria, característica que queda salvada con la inversión pública productiva, que eleva la competitividad a la economía, al tiempo de que si la proporción del gasto público de capital respecto al gasto público total, se mantiene en niveles deseados, opera como un gasto de calidad, por generar también, empleo y ensanchar el mercado interno que promueve crecimiento económico.
Un enfoque con contenido político del gasto público, es el que ofrece la teoría del ciclo político, que sugiere que el comportamiento del gasto, puede estar influenciado por incentivos electorales. Este fenómeno, al menos el correspondiente al gasto de capital durante las últimas tres elecciones presidenciales en la República Dominicana, no encuentra evidencia que la respalde, por el contrario, ese tipo de gasto ha sido menor, por lo que ofrece razones para construir la verdad de que existe espacio para que el gasto de capital no continue presentando el declive que ha venido mostrando en el presupuesto. .En la línea de destacar la importancia del gasto público de capital, la teoría del crecimiento endógeno resalta la importancia del gasto público de capital como motor del crecimiento económico sostenible a largo plazo. Invertir en infraestructura, educación e innovación puede aumentar la productividad y la competitividad de un país. Sin embargo, no basta con gastar, sino que es vital orientar estas inversiones hacia áreas estratégicas que potencien el desarrollo tecnológico y humano.
En una economía como la dominicana, con infraestructura física deficiente o insuficiente y ahorro privado limitado, el gasto público de capital puede suplir o mejorar esa condición, aspecto fundamental para aumentar la productividad y la competitividad de la economía, al tiempo que permite potenciar la atracción de inversión extranjera directa y tecnología.
De igual manera, en países subdesarrollados, el sector privado suele no invertir en ciertas áreas por falta de rentabilidad inmediata (infraestructura, educación, investigación, salud pública). El Estado debe intervenir para suplir esta falla y crear condiciones que permitan el desarrollo de una economía externa, que se crea a partir de las condiciones que le pueda ofrecer la dotación de infraestructura básica.
De manera que, el gasto público de capital es una herramienta con múltiples facetas y riesgos, cuyo éxito depende en gran medida de cómo se planifique y ejecute. Se requiere un balance cuidadoso entre estimular la economía, garantizar la eficiencia, evitar motivaciones políticas de corto plazo y apostar por inversiones que impulsen el crecimiento sostenible. Solo así el gasto público de capital podrá cumplir su promesa de mejorar la calidad de vida, la competitividad y la prosperidad colectiva de una economía.
Penosamente, el gasto público de capital dentro de la ejecución presupuestaria dominicana, presenta un deterioro progresivo que permite afirmar que se encuentra en franco declive, con connotación negativa. Examinar las estadísticas revela la perdida de importancia que ha venido teniendo el gasto de capital como proporción del gasto público total, en efecto, durante los últimos 10 años que van desde el 2015 al 2025, se puede apreciar lo afirmado; mientras en el año 2015 la participación del gasto de capital dentro del total del gasto público fue de un 16.7 %, durante los años siguientes mostró un movimiento zigzagueante, disminuyó algo en el 2016, al situarse en un 16.1 %, luego se elevó a un 20.1 % en el 2017, después cayó en el 2018 a un 15.3 %, para posteriormente situarse en el 2019, previo a la pandemia en un 1.8 %, de manera que, de extremo a extremo, presenta una caída de un 2.9 puntos porcentuales.
El escenario del deterioro del gasto de capital ha continuado durante la nueva administración que se instaló a partir de agosto de 2020, para ese año, con una administración presupuestaria compartida con el anterior gobierno, el peso del gasto de capital mostró una caída significativa, al registrar un 11.4 %; sin embargo, ese año puede ser justificado, ante la pandemia que afecto la dinámica normal de la economía privada y pública, al destinarse todos los esfuerzos al combate contra el COVID-19.
Una vez iniciado el proceso de normalización y recuperación económica, el gasto de capital para el año 2021 continuó manifestando un deterioro, al compararse con los años previo a la pandemia, su nivel fue de un 12.5 %, inferior a su pasado reciente; luego, para el año 2022 mostró una ligera mejoría al situarse en un 13.6 %, similar al año previo a la pandemia, al llegar al año siguiente, en el 2023 el gasto de capital registró una mejoría al colocarse en un 14.0%, finalmente, como año completo, en el 2024 volvió a caer, situándose en un 12.9%.
En términos de promedio anual para cada periodo de 4 años, el comparativo nos muestra que en el lapso de tiempo del 2015 al 2019, la media es de un 16.4 %, en cambio, para los años 2021 al 2024 fue de un 12.9 %, una caída de 3.5 puntos porcentuales, evidenciando que resulta una verdad objetiva, de que el gasto de capital público se encuentra en declive.
Con relación a lo que va del año 2025, a mayo, el gasto de capital ejecutado ha sido de un 7.6 % y el previsto para todo el año es de un 11.9 %, lo que también respalda la afirmación del proceso de declive del gasto de capital dentro de la participación del gasto público total del presupuesto nacional.
La caída sistemática del gasto de capital no resulta una buena noticia para la economía dominicana, no solo por ser una muestra de una merma como parte del motor de crecimiento de la economía, sino, además, por el desafío que implica el emprender una reforma del gasto público enmarcada dentro de una fiscal, que impida que el declive continue y que, por el contrario, aumente hasta colocarse en un nivel cónsono con los mejores referentes internacionales, por lo que, revertir el declive, no debe ser una opción, es una necesidad.
Para el caso dominicano, el gasto de capital debe tener un mínimo de un 15.0 % y una métrica ideal de un 25.0 %, el primer caso en el conocimiento de la limitación presupuestaria que tienen las finanzas publicas y el segundo caso, ante una eventual reforma fiscal. El actual nivel del gasto de capital, coloca al gasto público en un riesgo improductivo, que permite calificarlo como critico o al menos, inadecuado.