El PRM no es el PRD

Por: Luis Córdova

Pero resulta que para hablar de partidos políticos es mejor arrancar en el siglo dieciocho y dejar tranquila los episodios de la guerra civil entre Mario y Sila. Y es que los pleitos, tal como lo conocemos hoy, estuvieron, están y estarán en la cotidianidad de una fuerza política que se mantenga viva (incluidas las moribundas).

Pero la democracia interna no es solo enfrentamientos. Esa arcaica manera de ejercer la política está entrando en desuso porque hoy, en todo el mundo, lo que impera es la creación de nuevas fuerzas, proyectos políticos que emergen de coyunturas, cuando las razones para mantenerse unidos se quiebran.

El PRM no es el PRD. No vale que se exagere destacando como perremeistas a octogenarias figuras que tuvieron sus años de gloria en “el partido del jacho prendio”; tampoco la vana diferenciación de algunos PRM llamando “vieja casa” al PRD.

El PRM no es el PRD y la oposición debería entenderlo, a ver si encuentran camino, incapaces de capitalizar las pifias del gobierno.

El PRM no es el PRD y deberían entenderlo los dirigentes perremeistas que quieren trocar ese partido a las luchas que antes se libraron, con triste suerte, a lo interno del partido blanco.

El PRM no es el PRD y jamás podría serlo no porque el primero se defina como de centro y el segundo centroizquierdista, tampoco porque el país de 1939 no es el del 2014, momentos históricos diferentes para su surgimiento.

No lo son ni lo serán: el partido de las reivindicaciones, de las masas, de cuestionamiento del estatus quo, no es el partido de lideres de clase media que decidieron hacer tienda aparte, precisamente, porque las causas que los unían dejaron de hacerlo.

El PRM no es el PRD. Lo veremos en los tribunales.

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