El último fin de año de este gobierno
César Pérez
Este será el último fin de año de un gobierno que ha discurrido en la peor de las condiciones y que a pesar de todo tiene logros sustanciales que exhibir y que su presidente se presenta como candidato a la reelección.
Los primeros dos años del presente gobierno discurrieron en medio de una pandemia, a partir de su primer trimestre en el tercero comenzó la normalización, el presente, ha sido el de la completa recuperación de esa pandemia, pero es un año preelectoral que como sabemos, en este país esos años suelen ser de envolvente e infecundo frenesís político. En ese sentido, al pasar balance de este último fin de año de la presente Administración debe tomarse en cuenta el discurrir de los anteriores para hacerlo de la manera más objetiva posible y para, de cara al futuro inmediato, hacer conciencia de que a pesar de sus logros se mantienen algunos problemas que vienen de lejos y que deben enfrentarse con determinación y no sólo la clase política.
A pesar de la crisis sanitaria mundial, en este año el país mantuvo el ritmo de crecimiento que lleva desde hace décadas, termina en poco más de un 3%, menor que el promedio en ese tiempo, pero manteniéndose como la economía más grande y dinámica de Centro América y El Caribe. Mantuvo un sostenido programa de infraestructuras vial que ese aspecto la consolida en un lugar cimero en toda la región, sus dos principales ciudades mantuvieron su dinámico proceso de construcción en la que se destacan el de hoteles para mantener el dinamismo del sector turismo. En general, para muchos expertos, hubo un adecuado manejo de la economía en términos macro, sin entrar en detalles sobre cómo se distribuyó la riqueza creada.
Sin embargo, en el presente ese crecimiento tiene ofensivos lastres y una peligrosa amenaza para su futuro, se ensancha sostenidamente la distancia entre pobres y ricos en cuanto al acceso a servicios básicos que marcan desarrollo humano como salud, educación, transporte y vivienda. Sectores empresariales se quejan de la falta de mano de obra calificada para el crecimiento de sus empresas, la cual agrava las deficiencias del sistema educativo. Hay que decirles que la tendencia hacia la emigración de los mejores profesionales que salen de ese sistema está relacionada con los bajos salarios que ellos pagan. En eso somos de los peores de la región. El informe PISA dice que en este año hemos mejorado en los niveles educativos. ¿Mantendremos esta mejoría?
En lo que respecta a la cuestión política como año electoral, la JCE en su primer proceso de este tipo que dirige, ha tenido un comportamiento más que adecuado, pero persiste en los partidos la cultura del incumplimiento de las leyes de dicho tribunal, de sus propios plazos para formalizar alianzas y de sus conflictos y rebatiñas en la elección de sus candidatos que obligan a ese tribunal a cambiar frecuentemente sus calendarios, limitando su funcionamiento y fortalecimiento institucional. No ha mejorados el relacionamiento Inter partidarios, lo cual aleja la posibilidad de grandes pactos para que el país pueda aprovechar debidamente sus atributos, reales y potenciales, y evitar que a la larga crecimiento económico termine siendo una burbuja. De mucho tiempo de duración, pero burbuja.
El último trimestre del año discurrió en medio del diferendo con Haití, esta vez en torno a la construcción de la toma de agua en la parte haitiana del rio Masacre, con el consiguiente cierre de la frontera, el agravamiento de las malas prácticas en el tratamiento del tema migratorio relativo a la población migrante haitiana o de origen, expresada en violación de derechos y de corrupción en los apresamientos de reales y supuestos indocumentados. El tema es mal llevado y utilizado por todos los partidos para tratar de ganar votos, en una competencia en la que cada partido se muestra más duro/irracional en el tratamiento de esta cuestión. Una irresponsabilidad. Por consiguiente, el año termina agudizando un lastre y eso, quiérase o no constituye un problema de cara al futuro.
Este será el último fin de año de un gobierno que ha discurrido en la peor de las condiciones y que a pesar de todo tiene logros sustanciales que exhibir y que su presidente se presenta como candidato a la reelección. En ese sentido, deberá tener una propuesta totalmente diferenciada de sus adversarios en aspectos nodales como: inclusión social, transparencia en el manejo de los recursos, independencia de la justicia, la cuestión migratoria, defensa de los recursos naturales involucrándose seriamente con medidas que enfrenten el cambio climático, defensa de lo público y la institucionalidad frente a un sector empresarial que no conoce límites en su voracidad.
A propósito de esto último, he escuchado a importantes figuras del gobierno decir que se exagera cuando se dice que este gobierno es de los ricos. En varias encuestas se registra que la mayoría de la población piensa que el gobierno favorece principalmente a los ricos, algunas dicen que esa mayoría se sitúa hasta en un 81%. El registro podría no ser concluyente, pero sí impactante.
Este año electoral constituye una óptima oportunidad para el diseño de una oferta electoral seria y viable para que ese registro desaparezca o disminuya significativamente en los próximos años y para que el gobierno y su presidente, de reelegirse, lo pueda incluir en sus memorias de sus futuros fines de año.