Son poemas marcados por un discurso poético directo y breve. La breve se convierte aquí en detonante expresivo y sentimental.
El tiempo y el espacio, son creaciones del poder utópico del sujeto, en procura de asegurar su coexistencia con “el otro”.
El otro” es quien nos permite ser, dentro del vivir, por eso, en mi condición de sujeto de «libre» pensar y actuar, hago mi tiempo y marco mi espacio de acción y descubro que puedo construir proyectos, y así verifico, como este cantor, que todavía sigo vivo.
No me extraña que, en un texto poético, esos dos conceptos sean asumidos como base de significación poética, política y filosófica, porque, de acuerdo con el discurso poético planteado en esta obra, hay un tono intimista que conecta con las vivencias y con las cotidianidades del sujeto-autor, como ente en movimiento.
Son poemas marcados por un discurso poético directo y breve. La breve se convierte aquí en detonante expresivo y sentimental. El entorno y el relato poético del sujeto – autor, son las referencias que forman sus ejes temáticos, procurando, siempre, fijar una mirada filosófica, en torno a los vivido. Veamos:
«Lucero»
(A Thelma 28 años después)
«La incertidumbre/caminada sobre mis pasos/hasta que llegaste tú/camino de incertidumbre…/estrella de mi vida…/lucero de mi existencia…/sístole de mi diástole/bálsamo de mi alma…»//.
(Ver pág. 24,obra citada).
Es el vivir familiar y el existir propio de la cotidianidad del sujeto-autor, lo que fluye en estos versos. No hay la intención de integrar una metaforización en el texto poético. Aquí lo que prima es comunicar lo visto y sentido por el sujeto-autor y que sea el lector el que genere su idealización y sus búsquedas, en el proceso de lectura.
En este libro, (“Entre el tiempo y el espacio” de José Elías Muñoz (1956). Editora de la UASD, Santo Domingo, Republica Dominicana, 2021). Ilustraciones de Claudio Pacheco (dominicano), hay un detalle que debo poner en evidencia, y es el fluir de un eco poético que acompaña al sujeto-autor, en este caso, lo que induce a una ideologización del discurso filosófico que se manifiesta en esta obra.
Hay unos 55 poemas breves que representan su apuesta a su existir. Es la expresión del hombre – retornos, en su configuración de imágenes del vivir entre la amada, los camaradas en huidas y sudores, construyendo sus propias utopías.
Y usted me dirás, amigo lector, y esos son poemas, y yo le respondo que sí, rápido y bien fuerte, porque me es suficiente la imagen de su decir, su simbología enunciativa y su lógica desmembrada entre lo vivido y lo soñado, para convencerme de que estoy ante una estética pluricomunicacional y emotiva.
En esta obra hay un testimonio de lo percibido, de lo olido y de lo acariciado en cercanía y en distancia, propio de una narrativa de la experiencia o de lo anecdótico. A veces, hasta yo creo sentir algunos ecos de mi voz… en estas voces, porque esos textos me son familiares en diferentes tertulias y en salidas reoentunas, muy propias del sujeto-autor en camaradería.
Lo digo, porque el sujeto-autor es de los que deja su voz entre escaleras, paredes y pasillos y pancartas , en abierto manifiesto de amores y consignas. Es un militante-poeta. Y disfruta su lujuria…como si nada pasa…al jugar con la palabra, entre versos y compinches.
Ese es un libro-testimonio, una confesión de la que sus amigos y amigas ya han oído su voz. Antes de ser editado, ese libro circuló en rincones y bohemias, y rituales de parrandas, entre simples mortales que hoy configuran el universo de quimeras de estos versos. Veamos:
«Trozo de tiempo»
Quiero mirar tu mirada/tras el cristal de tus palabras/Quiero mirar tu sonrisa»/Tras las pupilas de tu presencia/Quiero tocar tu mirada/A través de tu presencia/No puedo mirar tu mirada/Tu mirada no me deja/Quiero mirar tu mirada/Tu tiempo la esconde en tu tiempo/Quiero saber si a tu tiempo/Le sobra un trozo de tiempo/Y me enseña tu mirada»//.
Mirar es aquí un deseo insaciable del poeta. Mirar es una consigna de amor para descifrar el horizonte de la amada, desde su espacio de enigmas y plenilunios. El político retorna a su otro lado humano, desde el costado de los sentimientos y se hunde en su propia desnudez de sujeto-inconfesable, amando su misterioso azabache de mujer convertida en primavera.
(Ver página 47. Obra citada).
Aquí tenemos al filósofo levantando sus consignas. Aquí tenemos al poeta filosofando sus nociones temporales y espaciales. Aquí tenemos al político, mirando entre girasoles y algarrobos, la otra cara de nuestra patria. Veamos;
«Insaciable»
«El ruido de tu mirada/despierta mis deseos/invita a tocar tus labios/de manera insaciable/huelo tu aliento/se conjugan los labios/tormenta de besos»//.