La enmienda Platt en la tradición expansionista de Estados Unidos.
Comentario al artículo «La Enmienda Platt en la tradición expansionista de Estados Unidos», de Diomedes Núñez Polanco
El artículo de Diomedes Núñez Polanco, publicado en el periódico Hoy, nos invita a mirar con lupa uno de los episodios más reveladores del intervencionismo norteamericano en el Caribe: la imposición de la Enmienda Platt en la naciente República de Cuba. Con precisión histórica y mirada crítica, el autor nos recuerda que el afán expansionista de los Estados Unidos no es un fenómeno reciente ni exclusivo de líderes como Donald Trump, sino una práctica sistemática que se remonta a los albores de su poder imperial.
El texto no solo documenta los hechos con rigor, sino que también establece una conexión directa entre el pasado y los síntomas de dominación presentes en la política internacional contemporánea. En tiempos donde las formas de intervención se han sofisticado, reflexionar sobre este tipo de imposiciones —como las que vivieron Cuba y Puerto Rico a principios del siglo XX— nos ayuda a entender mejor los mecanismos del poder y sus impactos duraderos en nuestras soberanías.
Felicitamos al autor por mantener viva la llama del pensamiento crítico y por contribuir, una vez más, a la construcción de una memoria histórica necesaria para nuestros pueblos. Domingon.com / La Revista
Domingo A. Núñez Polanco
Aquí el texto completo de: «La Enmienda Platt en la tradición expansionista de Estados Unidos», de Diomedes Núñez Polanco:
La guerra cubano-hispano-americana terminaría formalmente con la firma del Tratado de París, el 10 de diciembre de 1898, y la isla de Cuba sería entregada a los Estados Unidos el 1 de enero de 1899. De modo que en cosa de meses, este país se apoderaba de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam, y con ese hecho se iniciaba lo que en pocos años se conocería como el poder hegemónico estadounidense.
En la serie de artículos que hemos estado publicando, queda evidenciado que las pretensiones del presidente Donald Trump de anexarse y ocupar territorios de América y de otros continentes, no es un proyecto nuevo; viene de la más afianzada tradición de expansionismo estadounidense, así como de la vocación guerrerista en la historia de ese país, desde sus mismos orígenes.
Así, a la primera Constitución cubana, los Estados Unidos le impusieron varias cláusulas que atentaban contra la soberanía del país, conocidas como Enmienda Platt, aceptada en el texto constitucional como apéndice por la Asamblea cubana, el 12 de julio de 1901. El primer gobierno de la República de Cubana, encabezado por Tomás Estrada Palma, firmó con el norteamericano, el 22 de mayo de 1903, el Tratado de Relaciones Permanentes que reglamentaría las relaciones entre ambos países. Ese acuerdo contenía también las estipulaciones de la Enmienda Platt y el convenio del 16 de febrero de 1903 relativo a la cesión de la Bahía Honda y de Guantánamo, para estaciones navales.
Con relación a la conocida Enmienda, Cuba fue colocada en una situación muy difícil: hasta que ésta no fuese aceptada, el ejército de ocupación continuaría en el país. “Los cubanos –señala el historiador Leland H. Jenks- quedaban en completa libertad de asentir o disentir, de conquistar toda la independencia posible bajo la Enmienda Platt o continuar bajo la administración militar”. Se decidió por lo primero.
Veamos dos de los ocho artículos de la Enmienda:
“Art. 3. El Gobierno de Cuba consiente que los Estados Unidos puedan ejercer el derecho de intervenir para la preservación de la independencia y el sostenimiento de un gobierno adecuado a la protección de la vida, la propiedad y la libertad individual y al cumplimiento de las obligaciones con respecto a Cuba, impuestas a los Estados Unidos por el Tratado de París, y que deben ahora ser asumidas y cumplidas por el gobierno de Cuba”.
“Art. 4. Todos los actos realizados por los Estados Unidos en Cuba durante su ocupación militar serán ratificados y tenidos como válidos, y todos los los derechos legalmente adquiridos en virtud de aquéllos serán mantenidos y protegidos”.
Así, las fuerzas militares norteamericanas abandonaron el territorio cubano, si se exceptúa que en una porción de la isla, Guantánamo, mantendrían fuerzas militares. Con razón, diversos historiadores entienden que la Enmienda Platt convirtió a Cuba en un “verdadero protectorado” estadounidense. “Favorecido por este régimen, el “big business” americano, no tardó en asegurarse el monopolio virtual, harto lucrativo, de la industria de la caña de azúcar, del tabaco, de la extracción minera, así como de telégrafos y teléfonos”.
Pero de 1906 a 1909 volvieron las fuerzas militares de ocupación. Las pidió el presidente Estrada Palma, al invocar la Enmienda Platt, pues por su reelección fraudulenta, los liberales cubanos se rebelaron contra el gobierno.
De acuerdo al Tratado de París, Puerto Rico pasaba a ser anexionado a los Estados Unidos. Se mantuvo hasta 1900 bajo un régimen de ocupación militar. Trainta años después, los propietarios residentes en los Estados Unidos poseían por lo menos un 60 por ciento de los recursos de la isla. En 1917 los puertorriqueños obtuvieron la ciudadanía estadounidense, lo que les permitió emigrar especialmente a Nueva York, y constituyeron a masa de trabajadores menos remunerados de entonces.

