Lasso, su promesa fallida en seguridad y el fracaso de las derechas en América Latina
Ociel Ali López
La experiencia de la gestión del actual presidente Guillermo Lasso en Ecuador debería provocar preocupación y convertirse en un centro de análisis y de debate por parte de las derechas del continente americano.
Su incapacidad para hacer política, generar alianzas, mejorar la economía y resolver el central tema de la seguridad son un nuevo ejemplo de lo que han venido haciendo las derechas cuando llegan al poder político en América Latina, especialmente en el último lustro, en el que los ensayos de los expresidentes Mauricio Macri, de Argentina, y Jair Bolsonaro, de Brasil, han agravado las crisis previas existentes y sus gobiernos se han visto interrumpidos por derrotas electorales.
Cuando analizamos la gestión de Lasso, el tema de la seguridad ha sido icónico de su insolvencia. Durante su corto período, las bandas criminales se han apoderado de vastos territorios, las cárceles se han convertido en espacios sin gobernanza y la delincuencia común ha manifestado un crecimiento inusitado.
Hoy nos preguntamos dónde quedó el Ecuador que conocimos hace apenas uno o dos lustros atrás. Un país pacífico, de los lugares más seguros de todo el continente, donde no habían permeado las bandas criminales que azotaban países vecinos como Colombia y Perú.
Durante su corto período, las bandas criminales se han apoderado de vastos territorios, las cárceles se han convertido en espacios sin gobernanza y la delincuencia común ha manifestado un crecimiento inusitado.
Campaña y promesa de seguridad
El tema de la seguridad fue la ofertaprincipal durante la campaña de Lasso, en un momento en que la violencia comenzaba a dar muestras de que iba en crecimiento.
«La seguridad será una prioridad para la vida de los ecuatorianos y para proteger el derecho a vivir en paz (…) La vida será la prioridad de nuestro gobierno: la seguridad», afirmó.
Lasso ganó las presidenciales de 2021 con la promesa de atacar el problema con mano dura. Pero la realidad actual, después de poco más de dos años en ejercicio del poder político, es que su administración está dejando una situación calamitosa, de crispación general para la sociedad ecuatoriana, que se ha visto sobrepasada y que parece no tener herramientas ni voluntad política para enfrentar la fuerza con que el flagelo de la inseguridad se ha impuesto.
Los sucesos ocurridos a finales del mes pasado, en medio de la campaña electoral, son sintomáticos de lo que está ocurriendo. El asesinato el 23 de julio del alcalde de la ciudad de Manta, Agustín Intriago, y de la deportista Ariana Chancay, mientras en paralelo motines afectaban casi todos los recintos penitenciarios del país, provocando la muerte de otras treinta personas durante esos días, da cuenta del grado de quiebre que sufre el orden público ecuatoriano.
La seguridad y la política
El experimento derechista de Lasso no ha sido el único en fracasar, políticamente hablando, pero sí el que lo ha hecho de manera más rápida.
Antes de tener un año en el gobierno tuvo que confrontar un fuerte levantamiento indígena. Previo a cumplir dos años en el poder ya había sufrido dos intentos de ‘impeachment’ político y su mandato se erosionaba ante serios problemas de gobernabilidad.
Todo esto le obligó a declarar la muerte cruzada, un mecanismo constitucional que permite al mandatario llamar a elecciones anticipadas, presidenciales y legislativas. Luego, Lasso se retiró de la nueva contienda electoral, demostrando su poco piso político, su escaso arraigo en el votante y el alto grado de deslegitimidad con que cuenta.
Esta cadena de hechos marca el fracaso de la gestión, la incapacidad para confrontar los principales problemas de Ecuador y también la falta de un enfoque claro para que los sectores de derecha pueden gestionar sus gobiernos, más allá de discursos altisonantes y populistasmientras dura la campaña presidencial.
El problema de seguridad pública es quizá el Talón de Aquiles, el peor obstáculo que tuvo su gestión, el más pobre desempeño, y demuestra que las preocupaciones del banquero no estaban tanto en este tema.
En estos últimos meses, se ve con claridad que lo que vino a hacer Laso en la presidencia no tuvo como prioridad resolver el problema de la seguridad, sino poner orden en las cuentas de algunos privados.
Con la disolución de la Asamblea Nacional, Lasso ha aprovechado estos últimos meses, en los que no tiene el contrapeso del Poder Legislativo, para decretar un conjunto de leyes en el área económica y que tienen como propósito: bajar los impuestos a las clases medias y altas; comprometer seriamente la soberanía de Ecuador sobre las Islas Galápagos tras un acuerdo con el banco suizo Credite Suisse; y efectuar una reforma tributaria —quizá la decisión de mayor impacto de toda su gestión— marcada y pensada desde el empresariado y las clases altas para su fortalecimiento, además de aliviarle deudas a los sectores élites.
En estos últimos meses, se ve con claridad que lo que vino a hacer Guillermo Laso en la presidencia no tuvo como prioridad resolver el problema de la seguridad, sino poner orden en las cuentas de algunos privados.
Propiamente en el área de la seguridad, se ha escuchado por parte de su administración solo los típicos llamados represivos, pero sin efectivos avances. Tampoco ha ofrecido herramientas necesarias, ni jurídicas, militares o policiales, para enfrentar el flagelo de manera rotunda.
Esto es especialmente visible cuando ya no puede justificar su falta de accionar con los bloqueos parlamentarios a su gestión.
Por todo esto, el fracaso de Lasso en materia de seguridad se puede proyectar al fracaso de las gestiones de la derecha en América Latina, quienes producen un discurso de mano dura durante las campañas que les permite ganarse a amplios sectores hastiados, pero al llegar al gobierno terminan resbalando, y en algunos casos, más bien echándole gasolina al fuego, generando situaciones de crispación e inseguridad que parecen no poder ser confrontadas.
¿Acaso así no llegaron Macri y Bolsonaro a sus respectivas presidencias? Pues así también llegó Lasso, quien ya tiene fecha adelantada de salida para noviembre de 2023, y deja en manos de su sucesor o sucesora un país tremendamente debilitado en el campo de la seguridad, ese que fue su prioridad en la campaña.