Más allá de la tragedia
Por Francisco Cruz Pascual
El Jet Set fue parte importante de la cultura cotidiana de los dominicanos y visitantes extranjeros. Al viejo Jet Set, que estaba al lado izquierdo del tránsito este oeste, asistí en múltiples ocasiones en la década de los años setenta. Al edificio nuevo, ese que antes era un cine ubicado a la derecha en la misma dirección, a ese nunca asistí. Pero, le di seguimiento en el recuerdo de viejos amores y amistades, es que el Jet Set era un ícono de marca país que atraía a miles de visitantes internacionales cada año.
Es sumamente lamentable perderlo de esa inolvidable y fatídica manera.
Según fuentes oficiales suman casi 250 vidas, las que fueron cegadas por un pesado techo prefabricado a base de vigas de hormigón armado, curado con varias capas de mezcla de arena y cemento (algunas de ellas), para cubrir grietas causadas por el paso de los años.
A esas pesadas capas de mezcla se les fueron sumando, plantas eléctricas con sus vibraciones, varias unidades de pesados aires acondicionados y otras formas adicionales de metal para ofrecer confort a los visitantes a través de luces y centellas luminosas.
A raíz de la desgraciada tragedia, han ido apareciendo las teorías acerca de las razones del colapso del sobrecargado techo, haciendo figurear a varios “expertos” que no pierden oportunidad para brillar a través de los medios de comunicación y las redes sociales.
Ya no importan las teorías, lo que importa a partir de la tragedia son las consecuencias que ella ha producido, lacerando las almas nobles de dominicanos y extranjeros de todas las latitudes.
Pese a la magnitud de las consecuencias (como calamidades humanas), pocos se han referido en sus argumentaciones a la situación vulnerable de los huérfanos que esta tragedia ha producido.
Ojalá se hayan ocupado de hacer un censo, en donde se busque localizar (entre ese tipo critico de víctimas especiales, como familiares y amigos íntimos), esos que no tienen posibilidades de continuar sus vidas en forma normal a partir de las pérdidas y las penas.
Esto, para que por lo menos estas personas puedan contar con garantías mininas de subsistencia psicológica, material y espiritual.
Qué han hecho los dueños del Jet Set y el gobierno para asistir a los huérfanos de los sin nombre. Si, aquellos familiares de los que trabajaban en el local de entretenimiento, por solo poner un ejemplo. ¿sabe alguien cuantos son, de cual víctima eran hijos y en donde viven?
En segunda prioridad, ¿se sabe de las condiciones psicológicas y de salud en sentido general, de aquellos familiares de las familias de los fallecidos del sector oligárquico, aplastados en la discoteca?
¿Las esposas y esposos de los fallecidos han sido contactados por los propietarios de la discoteca?
¿Alguien (como emisario de los dueños de la discoteca), ha visitado familiares de las víctimas, para ayudar a aquellos que no tienen recursos para sepultar a sus familiares?
¿Los familiares de las víctimas, madres, padres, hermanos, hijos y nietos han recibido alguna condolencia de parte de los propietarios del Jet Set?Ante todas estas interrogantes, en la tardía aparición pública (a modo de comunicado del responsable de la discoteca Jet Set), la opinión pública tiene la percepción de que faltaron indicios de humanidad.
Lo que ocurrió el lunes 7, entrada la madrugada del martes 8 de abril del 2025, no fue cualquier cosa. Se trata de un acontecimiento trágico como nunca antes habíamos vividos los dominicanos.
¡La gente que aún tiene un poco de humanidad, está de luto!
Esta será una semana santa muy triste.
El gobierno tiene que reaccionar ante este acontecimiento y actuar con responsabilidad, alejándose de los intereses familiares y de relaciones horizontales de amistad.
Si no lo hace (la gente común), esa multitud sin nombre, tendrá en sus manos múltiples respuestas dentro de su silente y puntual proceder histórico.