Oscar Grullón: El hacedor de imágenes y el constructor de sueños

Por Dagoberto Tejeda Ortiz.

La obra cinematográfica, el extraordinario trabajo de simbolización, contenidos e imágenes de Oscar es patrimonio nacional, exaltación de la identidad, del folklore y la cultura popular dominicana, patrimonio del pueblo.

La industria cinematográfica en el capitalismo tiene la finalidad del lucro, de la reproducción del capital y el de afianzar al sistema social vigente, a través de la alienación de los sectores populares, escondiendo las contradicciones sociales y reproduciendo falsas utopías. Permiten excepciones por intereses mercadológicos, inducidos por las preferencias del público.

 

A finales de la década del 60, los jóvenes intelectuales brasileños estaban muy ligados a las vanguardias del cine-verdad francés y del surrealismo del cine italiano, con escritores como Bertoh Brecht y Antonio Gramsci, los cuales buscaban caminos inéditos y reflexiones críticas sobre las conceptualizaciones y contenidos de la producción y el papel de la cinematografía.  El cine comercial tradicional brasileño era de fisión y de evasión, de un esteticismo huérfano de lo “feo” y saturado del amor de Corín Tellado: Al final, “todos vivieron muy felices”.

Había antecedentes. Al final de la década de los cincuenta comienzan a darse atrevimientos, profanaciones de rupturas con la película “Rio, 40 Grados” (1955), de Nelson Pereira do Santos, con “Os Cafetajestes”, de Rudy Guerra, y “Barravento”, (1962) de Glauber Rocha, con la cual realmente nace el Cinema Novo (Cine Nuevo) brasileño.

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