Ramón Oviedo su arte y legado
En la fotografía:Oviedo, su arte,
mi madre Fedora
y yo (1)
Tony Gutierrez
Fedora Velázquez, mi madre, fue esposa de Ramón Oviedo desde finales de la década del 50, hasta casi poco antes de su muerte, en 2015. Oviedo jamás dejó de visitarla tras su divorcio. No tuvieron hijos, pero siempre se amaron.
Por favor, solicito que se espeten y honren la memoria histórica de los muertos y no hieran susceptibilidades. La vida sigue. Pienso que la Fundación Ramón Oviedo debiera constituirse en un Patrimonio Nacional y manejarse como una institución nacional al servicio de los mejores intereses del pueblo dominicano. De esa manera se respetaría la memoria ideológica de nuestro Ramón Oviedo.
Porque no hay que olvidar que Oviedo es un Patrimonio Cultural Latinoamericano, sobre todo. Oviedo es de todos los latinoamericanos. Esa fue su grandeza. Su ideología revolucionaria y todos sus talentos creativos eran su gran fuerza motriz que le impulsaban a producir sus magnificas obras de arte.
Quienes estuvimos muy cerca de Oviedo debemos respetar, anre todo, su pensamiento revolucionario y anti imperialista. La obra de Ramón Oviedo no es arte para decorar paredes. Su obra es y será un grito en contra de las injusticias sociales. Por eso jamás dejó de ser un militante de las revoluciones mundiales.
Ramón Oviedo no creó obras de artes para complacer los gustos de las oligarquías del continenente. El cuerpo de su obra, no sólo constituyó una ruptura desde los aspectos formales y técnicos, sino que nos propuso un consistente discurso visual con un profundo contenido filosófico y de crítica social.
En el plano político, Oviedo fue anti trujillista radical. Fue un entusiasta boschista hasta el final de sus días. Jamás abandonó la Ciudad Colonial cuando la Revolución de Abril del ’65, centro de las acciones revolucionarias del 24 de abri, que exigía con las armas en las manos el retorno de la Constitución del Gobierno de Juan Bosch, depuesto por un golpe de Estado de la oligarquía dominicana el 25 de septiembre de 1963.
Ramón puso su pincel y toda su energía vital al servicio de la Revolución de Abril, que encabezaba Francisco Caamaño Deñó. Para entonces, nuestra pequeña familia residía en la calle Arzobispo Meriño esquina Calle Restauración. Justo ahí esperó hasta el final junto a mi hermano William Gutiérrez, militante revolucionario del Partido Comunista. Justo ahí fue creado el mural «24 de Abril», su obra artística épica cumbre. Que ya es tiempo de que la misma se constituya en un Patrimonio Cultural del pueblo dominicano.
Ramón fue un admirador de Fidel Castro y la Revolución cubana del 1959. Siguió en los diarios locales las incidencias del tránsito al socialismo de Salvador Allende en Chile. Se hizo partidario de la Revolución Sandinista de los nueve comandantes y creyó en la Revolución Bolivariana del Comandante Hugo Rafael Chávez Frías hasta el final de sus días. Y se despidió con todas sus estrellas.